Mitos y verdades sobre el macho dominante en la cama. Fijate cómo solucionarlos. La sexualidad masculina está tan influida por una serie de mitos, modelos culturales y errores o falta de información que hacen que una de las actividades más placenteras se vea muchas veces perturbada. El hombre, en general, pretende ser confiado cuando no se tiene confianza, estar cómodo, interesado y disfrutando, cuando en realidad no lo está.
¿Cuáles son sus pensamientos equivocados? Creer que:
A todas las mujeres les gusta lo mismo
Muchos varones tienden a pensar así. Sin embargo, las mujeres son muy distintas unas de otras: lo que a una le gusta, a otra puede resultarle indiferente o incluso molesto. No necesariamente conocen acerca de la sexualidad femenina; por más relaciones que hayan tenido antes, no tienen por qué adivinar de qué forma reaccionará el cuerpo de la mujer con la cual están. Cada cuerpo tiene sus propias particularidades y éstas deben ser respetadas: a veces lo que a una mujer la excita, a otra la enfría.
Acariciarse sólo en la cama
En general, los varones desconocen que una mujer, para sentirse sexualmente dispuesta, tiene que sentirse cortejada y seducida: necesita que su pareja le demuestre cariño, la bese y acaricie no sólo cuando busca un encuentro sexual.
La cantidad es lo más importante
La mayoría de los varones privilegia la cantidad sobre la calidad, porque relaciona la capacidad de tener más de un orgasmo con la juventud y la virilidad. Los hombres más jóvenes pueden repetir el acto sexual varias veces, y con la edad esta posibilidad desaparece. Indudablemente, el concepto masculino de competencia y rivalidad con los demás está presente también en el terreno sexual. Es común que entre ellos se jacten de sus propios récords. Por eso, el número es tan importante para los hombres, porque puede medirse y compararse. Y realmente, a las mujeres les interesa mucho más la calidad del encuentro.
Ir demasiado rápido a la penetración
Muchas mujeres manifiestan, que para lograr un buen encuentro sexual, necesitan besos y caricias en distintas partes del cuerpo (brazos, piernas, abdomen, glúteos, senos, etc.), para recién después llegar a los genitales. Todo el cuerpo es una gran zona erógena: hay que explorarlo, conocerlo y descubrir diversos puntos eróticos antes de llegar a los genitales. Asimismo, los aspectos emocionales y psicológicos son muy importantes para las mujeres, por lo que no deben ser denegados.
La única meta: el orgasmo
Para muchos hombres es imposible concebir una relación sexual en la que no aparezca «obligatoriamente» la eyaculación y el orgasmo. A veces, y sobre todo después de la edad media de la vida, aparecen con cierta frecuencia dificultades no orgánicas con la erección o la eyaculación. Y estos hombres en lugar de vivir con placer lo logrado, viven con angustia lo no logrado. A causa de este mito, es difícil concebir que el sexo puede ser algo relajado, con interrupciones, descanso, charla, risas, en fin, algo sumamente agradable y menos ansiógeno. No hay duda de que el orgasmo es muy placentero, pero deja de serlo para el hombre y la mujer cuando alcanzarlo los hace “trabajar mucho”. En muchas ocasiones, una relación puede ser agradable para ambos, aunque alguno no haya llegado al orgasmo.
Querer que sea como en las películas porno
Por un lado, mirar películas triple X está bien, si los dos están de acuerdo. Pero lo que se ve en ellas no es real, es una fantasía. La pornografía construye mitos de cómo debería ser la sexualidad, creando altos niveles de exigencia que, como consecuencia, contribuyen a la persistencia de conflictos sexuales en los espectadores que padecen cuadros de impotencia, eyaculación precoz, anorgasmia o complejo con el tamaño del pene. Se sostiene, tendenciosamente, que el largo del pene es lo más importante para la satisfacción femenina o que las mujeres se excitan si son maltratadas. Por eso algunas mujeres rechazan la pornografía, quizás porque ha sido concebida desde esa particular manera masculina de entender la sexualidad. No obstante, muchas parejas pueden usarla para dar más intensidad a su vida sexual; pueden incluso intentar imitar algunas posiciones o fantasías. Sin embargo, debe ser un acto de común acuerdo.
Pensar que la penetración lo es todo
Para muchos hombres el sexo consiste en penetrar. Creencia esta que proviene de aquel mito según el cual “la mujer sólo alcanza el orgasmo con el coito”. Sin embargo, la mayoría de las mujeres no pueden alcanzar el orgasmo sólo por la penetración. Es importante, en la respuesta orgásmica femenina, la estimulación adecuada del clítoris (sea por masturbación, mediante un juguete sexual, sexo oral, etc.). En general cuando los varones conocen esto y están informados, sus exigencias se reducen.
Creer que el clítoris lo es todo
Si bien el clítoris es importante, centrar la atención exclusivamente en él tampoco es una buena opción, ¿Por qué? Porque el clítoris es muy sensible, por lo que si se le estimula en exceso o con violencia, se puede irritar y producir una sensación molesta. Es importante recordar que el cuerpo de las mujeres alberga una cantidad de zonas muy sensibles y estimularlas enriquecerá la experiencia sexual con nuevas sensaciones.
A mayor tamaño, más placer para la mujer
Según estudios reconocidos a nivel mundial, el tamaño del pene erecto varía entre los 12,5 y los 17 centímetros de longitud. Y está comprobado que esta medida no se relaciona directamente con la que tiene el miembro en estado fláccido. Por otra parte, las paredes de la vagina están formadas por músculos elásticos, que se adaptan al tamaño del pene. Y la zona más sensible de la cavidad vaginal se encuentra en los dos primeros centímetros y en los labios vulvares. Esto quiere decir que el tamaño del pene no influye directamente sobre la intensidad de placer para la mujer.
Si no goza, es por mi culpa
Muchos hombres piensan que deben iniciar la relación sexual, guiar a su compañera, garantizar que disfrute y que llegue al orgasmo. Pero esto parte del prejuicio de que la mujer es pasiva en el sexo. A pesar de que esta idea se ha flexibilizado, y a la mayoría de los varones les gusta que la mujer tome la iniciativa de vez en cuando, se sienten inhibidos cuando pierden el control de la situación. Están tan acostumbrados a cumplir el rol dominante que un cambio radical los desubica.
Cuando los mitos se identifican, validan y plantean dentro de la pareja, es posible que los temores a ciertas conductas sean afrontados o desvirtuados, generando niveles de experiencia y de descubrimiento que pueden llevar a las parejas a experimentar de manera más libre sus relaciones sexuales.//AGM
Fuente: Minutouno