No importa la edad: tres, seis, diez o más de 16 años; la madurez con la que los chicos del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles asumen diariamente su desempeño como músicos los convierte en unos virtuosos de la responsabilidad, plausible desde todo punto de vista. A la par salvan victoriosos sus labores en la escuela, el bachillerato o la universidad.
A las 12:00 del mediodía María Valentina Araque y Estefanía Calderón ya han salido de la escuela, estudian quinto grado en planteles diferentes, pero son muy amigas porque ambas interpretan la flauta transversa en la ‘Infantil’ del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles del núcleo El Vigía, Mérida. Esa tarde apresuran el paso. A casi dos horas de distancia, en la capital del estado, les espera una silla en la sede regional de ‘El Sistema’, deben asistir al ensayo del ensamble regional. La semana les transcurrirá larga, tendrán que viajar hasta Mérida cuatro días seguidos, a veces con ensayos mañana y tarde; es la víspera de un nuevo concierto y ellas, con apenas 11 años de edad, deben cumplir…
Lenguaje Musical (solfeo), Coro, y clases de instrumento: dos veces por semana; Rítmica todos los martes; ensayo de orquesta: martes, jueves y viernes; sábados clases individuales y talleres itinerantes… Un día normal pueden entrar al núcleo a las 2:00 de la tarde y salir de allí a las 8:00 de la noche.
También acuden diariamente a la escuela, y algunos hasta realizan otras disciplinas extracurriculares… Es común verlos en un pasillo, entre clase y clase, sacar un cuaderno o una guía, y estudiar un poco para el examen de ciencias al día siguiente, o asistir velozmente a una reunión del grupo de exposición del liceo para luego llegar puntual a los compromisos con la Orquesta.
Adrianni Daniela Carrero Ramos tiene 13 años, es clarinetista de la orquesta juvenil de El Vigía, también de la ‘regional infantil’ de Mérida y recientemente audicionó para ingresar a la nacional infantil, en Caracas. Está en ‘El Sistema’ desde los seis años y actualmente cursa el primer año de bachillerato, su agenda, como es de suponer, es algo complicada de describir.
“Tengo un horario por el cual me guio para poder cumplir con todas mis responsabilidades. Hace unas semanas tuve una exposición y exámenes, y además me estaba preparando para una audición; pero siempre me agarro un tiempo con los estudios de música, otro con el liceo, y así voy haciendo eso, estudiando”, explica con sencillez mientras su mamá, Yocoima Ramos, complementa.
“La rutina de ella es bastante difícil, todos los días tiene que cumplir con el horario del colegio y el de la Orquesta. Si tiene que investigar algo del colegio yo la ayudo a buscar por internet, lo organizamos en la noche y ella lo va haciendo. Cuando llega en las noches de los ensayos, llega es a estudiar, a veces también se levanta a las 5:00 de la mañana para estudiar. Si tiene una actividad grupal del colegio, por ejemplo, se reúnen con ellos a las 2:00 (pm) y, si tiene ensayo a las 4:00 (pm), hace un rato con los muchachos y regresa a la Orquesta…”.
Los hay de todas las edades, como Gabriel Camacho y sus hermanos, Santiago y Andrés, de tres, cinco y siete años respectivamente. El menor está en kínder musical y ya toca la flauta dulce, Héctor y Santiago, ambos en violín, son parte de la orquesta infantil.
Un caso muy particular es el de Osman Briceño, un talentoso pequeño de siete años que, con un estilo muy propio, ya domina la percusión, interpreta piezas en el piano y toca el violín… Es hermano de uno de los instructores de percusión y se mofa al decir que vive en el núcleo de El Vigía, mientras mueve sus cejas de arriba abajo para lograr ganarle a la timidez. Maracas en manos ha guiado en más de una oportunidad a la sinfónica local, de la mano de su directora, Maria Ana Bucci.
Muchos de estos niños también son profesores, o ‘monitores’, como formalmente son llamados dentro de El Sistema Nacional.
Tal es el caso de Adonay Alejandro Varela de 16 años. Hace tres años que conoció el oboe, nunca antes había tenido una experiencia similar. Hoy, además de hacer el último año de bachillerato, ha aprendido a fraccionar muy bien el tiempo para que le rinda de verdad.
“En las mañanas voy al liceo y cuatro veces a la semana tengo que subir, por las tardes, a Mérida con la Orquesta regional; los sábado doy clases de oboe en el núcleo de Tucaní (zona Panamericana de Mérida) y los domingos es el día para hacer tareas, descansar o estudiar oboe”, sintetiza.
Entonces es momento de que salga a relucir ‘mamá’: “la mayor parte del tiempo me ayuda mucho mi mamá, porque normalmente no me da tiempo de cumplir con todo: el liceo, oboe, orquesta, es algo difícil”.
También se ven muchas clases de representantes: las mamás que esperan toda la tarde a las puertas del núcleo hasta que su hijo salga de clases, como Yosira Acosta; las que tienen dos o hasta más niños en la orquesta y danzan de un lado a otro, con cientos de ‘peroles’ en su cuerpo (los instrumentos, el morral, termos con agua, cuadernos y libros para la tarea del colegio…), como Shirley Camacho ; las que finalmente les ha llegado la hora de dejarlos en las puertas del edificio; y las que ya han pasado por todas las anteriores etapas, de ser una ‘mamá del Sistema’, y ahora se sientan serenas a escuchar a sus hijos ofreciendo un recital o participando en un concierto, como Ledys Briceño.
Con el correr del tiempo, de las clases y el atareo, los nóveles músicos crecen y adquirie experiencia. Algunos, como Adonay, se postulan para sacar la licenciatura en música, de este lado del país, en la escuela de Música de la Universidad de Los Andes, a la par que continúan impartiendo clases para los chicos que siempre continúan llegando a los diferentes núcleos.
También hay otros, como Eirenis Daniela Márquez Vera, de 17 años, quien recientemente culminó el bachillerato y espera su cupo en la universidad para estudiar diseño gráfico. Ella interpreta la viola, forma parte de la ‘Juvenil’ de El Vigía, la regional de Mérida y el ensamble regional de viola; es monitor tipo “C” (avanzado) y enseña, además, a un grupo de niños del kínder musical. Este año su agenda gira sólo en torno al ‘Sistema’, pero cuando ingrese a la universidad deberá poner nuevamente en práctica las habilidades adquirida estos últimos años para maniobrar la agenda e igualmente culminar esta etapa con éxito.
Son las 4:00 de la tarde. Han transcurrido seis días desde el concierto de flauta en el que participaron María Valentina y Estefanía. Todos han llegado puntuales, camisa blanca y pantalón negro, los estuches de sus instrumentos que cuelgan de sus hombros o de las manos, se encienden las luces de la sala Orosmán Rojas, en el Centro Cultural Mariano Picón Salas, El Vigía, los músicos pueblan las sillas negras y un breve silencio antecede la pieza orquestal.
Suena ‘La marcha de Aída’, del compositor italiano Giuseppe Verdi. El trajín diario se detiene por los siguientes minutos, ha valido el esfuerzo. En concierto las orquestas Infantil y Juvenil de la localidad, que celebran el XIII aniversario del núcleo de ‘El Sistema’ en El Vigía… Y se vienen los aplausos.
Fuente: Panorama