Juan Manuel Santos arribó a Caracas en medio de una sorprendente euforia popular que chocó palmas con el ex ministro de Defensa de Colombia, actual presidente, quien fuera rival acérrimo de Hugo Chávez durante el mandato de Álvaro Uribe, pero que tras asumir el Poder Ejecutivo del país cafetero limó asperezas y se convirtió en aliado del bolivariano.
Durante años, Santos se dedicó a poner sobre la mesa la íntima relación de Chávez con las FARC, el grupo narcoguerrillero que habita la selva colombiana y que, según las denuncias del propio Santos, fuera protegido por el máximo líder del socialismo de Venezuela.
Esas denuncias sobre la presencia de las FARC en Venezuela tuvieron su punto más álgido tras el hallazgo de las computadores de Raúl Reyes, el número dos de las FARC, que fue muerto tras un bombardeo del Ejército colombiano en Sucumbíos, Ecuador, en 2008.
Los mensajes encriptados de las USB y PCs de Reyes fueron estudiados por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos que concluyó que Chávez se reunió en el 2000 al menos dos veces con el líder guerrillero y que habría prometido US$300 millones para ayudar a la subversión colombiana.
Estos hechos provocaron la ruptura de las relaciones económicas entre Colombia y Venezuela mientras Chávez acusó a Bogotá de haber violado la soberanía ecuatoriana. Consecuentemente, el bolivariano ordenó el envío de tanques hacia la frontera con Colombia y solicitó el retiro de todo el personal de la embajada en Bogotá.
La guerra verbal entre los dos países se atizó tal forma, que la mediación que Chávez estaba ejerciendo en la liberación de rehenes, fue suspendida por Uribe. En círculos colombianos causó molestia que en los operativos humanitarios, acompañando a la senadora Piedad Córdoba, siempre hubiera cámaras del canal estatal venezolano Telesur.
Curiosamente el hoy presidente Santos, quien recompuso las relaciones rotas con Venezuela a su llegada al poder, había sido el mayor detractor de este protagonismo de Chávez en las liberaciones al considerar que el mandatario venezolano las había usado como” propaganda política” aprovechándose “del drama humanitario de los rehenes”.
Como Ministro de Defensa de Uribe, Santos fue el primero que denunció la existencia de campamentos de las FARC en la frontera venezolana y fue crítico del fin de la relación de Caracas con la DEA al señalar que “buena parte de la droga colombiana sale por Venezuela”.
Durante la campaña electoral del 2011, cuando Santos se fungía como el heredero legítimo de Uribe, Chávez llegó a calificarlo de “mafioso” y sostuvo que su elección significaría más guerra y menos posibilidades de reactivar el comercio bilateral.
Pero Santos en el poder le concedió a Chávez hechos como la extradición a Venezuela del narcotraficante Walid Makled, capturado en Colombia en 2011, de quien se esperaba que de ir a Estados Unidos hablaría sobre la relación de funcionarios venezolanos con negocios ilegales como lavado de dinero y narcotráfico.
A principios de 2012 también se denunció la supuesta presencia del líder de las FARC, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, en el estado venezolano de Zulia.
Tras su muerte este martes, el mandatario colombiano le reconoció a Chávez su papel en los diálogos que esa guerrilla adelanta con el gobierno colombiano en la Habana. «Si hemos avanzado en un proceso sólido de paz, con procesos claros y concretos, es también gracias a la dedicación y el compromiso sin límites del presidente Chávez”, dijo el mandatario de los colombianos desde la Casa de Nariño.
Fuente: Agencias