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Kardashian, Hilton y las Chávez

Posted on: marzo 2nd, 2013 by lina

Pocos venezolanos escriben desde el abatimiento; yo lo hago. Es tan desconsoladora la humillación que estamos sobrellevando en Venezuela, tan irritante y despiadada, que, ante la el bochorno y la incapacidad de respuesta, nos estremecemos de angustia, sufrimos.

 

Lo humano, lo demasiado humano, es desgarrar nuestro dolor por nuestra nación, y sí: sufrir; y sí: enfurecernos; y sí: mentar madres de la impotencia.

 

Me sorprende como algunos sobrellevan este desmadre con moderación y hasta equilibrio. ¿Cómo carajo hacen ante esta agonía? ¿Estarán percatándose del mismo absurdo que yo?

 

Pese a la confusión y al agobio, siempre, no sé cómo, nos reponemos y postulamos nuevo retos, no nos rendimos, seguimos bregando en esta lucha sin cuartel que es la despelotada autocracia chavista.

 

Un Venezuela cívica, imperfecta, pero digna y decente, sigue luchando. No descansa, lucha, siempre lucha, no ha dejado de hacerlo ni un instante, mantiene viva su fe, no se doblega: resiste. Ha resistido de manera humanista y no violenta durante casi 15 años. Cada vez que observo tanta convicción y optimismo entiendo que es imposible que la podredumbre del chavismo la derrote.

 

La Venezuela de la dignidad prevalecerá. Su juventud es su principal fortaleza. Juventud que ha cumplido un rol fundamental de centinela rebelde y ha obligado a toda la sociedad a permanecer despierta, alerta, viva. Son la reserva moral y espiritual de una nación que ha sido violada salvajemente por la manada de hienas chavistas.

 

Uno se pregunta: ¿por qué nos es tan desconsolador y humillante este drama? ¿Por qué nos abate? Obviamente, tenemos amigos asesinados, presos, perseguidos, enfermos, exiliados, nosotros mismos hemos sido víctimas de los disparos, las confiscaciones, los insultos, los golpes, las amenazas de muerte, en fin, toda esa barbarie chavista instalada en nuestro país desde el 4 de febrero de 1992 cuando Chávez inició su criminal delirio asesinando por la espalda a sus “compañeros” (lo escribo cada vez que puedo, no quiero que nadie olvide cómo comenzó esta farsa).

 

Pero no sólo nos estremecen y afligen las formas dictatoriales que se han usado para conservar el poder y sus abusos, hay algo que probablemente nos altera tanto o más que la autocracia, algo que nos desarma de la impotencia y, hay que reconocerlo, nos arruina moralmente: la vergonzosa, inaudita y mentirosa comedia que llaman “revolución”.

 

En Venezuela, en el sentido histórico de la palabra, no ha ocurrido ninguna revolución, si acaso, una revuelta: vuelta al pasado, despelote, anarquía. Nadie en su sano juicio podría observar un cambio social relevante en nuestro país, ni para bien ni para mal. Lo que hay es un frenético caos.

 

Lo que hemos presenciado -y padecido- es un enredo colosal, donde un Mesías tropical ha saqueado al país para complacer su delirio criminal y su rebuzne comunista.

 

Suele ocurrir que la vulgaridad y el mal gusto florecen cuando se tiene un poder sin límites. Ghadafi, Kim Jong-un, Mugabe, Idi Amin, Chávez y sus familias son dignos ejemplos de ello. De la pobreza casi lastimera, una vez que llegan al poder, saltan a la más perversa y cursi opulencia. Embebidos en el poder y el lujo, son incapaces de percatarse de la ridiculez con que exponen su riqueza.

 

No se me mal entienda, no soy enemigo del placer ni de la prosperidad hedonista. La disfruto y celebro cuando es producto del esfuerzo personal y del trabajo. ¿Podríamos asumir que la superabundancia nueva rica de Chávez fue producto de su esfuerzo empresarial o del trabajo?

 

En Venezuela -quién lo duda-, el sátrapa Hugo Chávez Frías es el hombre más ricachón y corrupto que hemos conocido desde nuestra Independencia. Ni Falcón, ni Guzmán Blanco, ni Gómez, mucho menos Carlos Andrés Pérez, se le comparan. Nadie lo supera. Su nuevo riquismo estridente, el despilfarro obsceno de nuestros recursos, el peculado, la malversación y el robo descarado han signado esta farsa que cómicamente quieren llamar “revolución”.

 

El cinismo ha alcanzado niveles estratosféricos cuando de lujo y riqueza mal habida se trata. Lo inaudito es que no tienen ningún reparo en ocultarlo. El descaro es absoluto y nos muestra un desprecio al pueblo venezolano no sólo vergonzoso, sino traidor.

 

Dicen que el dinero no se puede ocultar, mucho menos el mal habido. En el caso del chavismo no es que no se puede ocultar, salpica su pestilencia y podredumbre. Los chavistas llegaron muy humildes al poder, escualiditos, desaliñados y sudorosos, hoy son una competencia de regordetes -y regordetas- multimillonarios, travestidos y emperifollados.

 

El Ché Guevara vomitaría del asco y, con la vehemencia asesina que lo caracterizaba, los habría fusilado a todos por hipócritas.

 

Esta semana circularon unas escandalosas fotos de las hijas de Chávez por Internet. Es obvio que fue Maduro o Cabello -cualquiera que tenga ascendencia en el Sebin, incuestionablemente los facilitadores de esta infamia-, quien puso en circulación estas estampas con el maquiavélico fin de destruir la imagen de la familia Chávez frente a la opinión pública y desterrarlos del poder. Ante la caída final del “líder máximo” su familia es un estorbo, así ha funcionado siempre.

 

Pero al margen de esta previsible traición (son una hambrienta manada de hienas, no lo olviden), uno quedó estupefacto con las imágenes. Lo que era un secreto a voces: el cinismo pseudo revolucionario y comunista del chavismo, las hipócritas consignas en contra de los ricos y la burguesía, y el descaro torpe de su escandalosa corrupción, fueron presentados de manera desgarradora e inobjetable.

 

Hay un afán casi patológico en los círculos más frívolos de la burguesía, una extravagante tara por liberarse de la pesada vulgaridad que corrompe sus almas: mostrar su regordeta o flácida desnudez.

 

Las hermanas Kardashian y las Hilton son el símbolo universal de esto, aunque no tan regordetas ni flácidas cabe acotar. Admiradas mundialmente por desafiar los límites de la superficialidad consumista y el desenfreno, dueñas del mundo, signatarias de una brutalidad intelectual mas no comercial, las reinas pop de la vagancia y el escándalo encontraron en Venezuela su versión tropical y comunista: las Chávez.

 

¿Hay alguna diferencia entre los escándalos mediáticos causados por las Kardashian y las Hilton con lo que ahora nos presentó el Sebin sobre las Chávez?

 

Claro que la hay. Las Kardashian y las Hilton son capitalistas multimillonarias que causan sus escándalos con sus propios recursos (o los de su familia) y las Chávez causan el suyo con el capital (dinero) de todos los venezolanos, producto de la corrupción y el peculado de apropiación o de uso.

 

¿Cómo carajo no derrumbarnos, afligirnos, abatirnos ante semejante vergüenza? Es imposible. Sin embargo, debemos reponernos y seguir, nuestra Venezuela lo amerita.

 

Cierro con una postdata aclaratoria. Chávez y sus hienas han amenazado con asesinarme. No tengo balas para defenderme, ni sabría hacerlo (no soy pistolero como él o sus secuaces). Uso la palabra y la crítica como mis únicos trabucos, sin embargo en este caso no es necesario.

 

Si Chávez despertase de su enigmático letargo, no habría sido yo quien desnudase la vulgaridad de su alma ni su farsa revolucionaria: habría sido la opulencia cínica y capitalista de su propia familia.

 

En todo caso, disparen, la dignidad ni sangra ni muere, la Venezuela de la resistencia espiritual lo ha probado de sobra.

 

Aquí estamos, seguimos…

Gustavo Tovar Arroyo

@tovarr

Más iguales

Posted on: marzo 2nd, 2013 by lina

En 1931, cuando se cumplían 14 años de la revolución rusa y ya el líder de los bolcheviques, Vladimir Ulianov Lenin, contemplaba desde sus ojos de vidrio y su cuerpo embalsamado el desarrollo del proyecto político a manos de su mejor discípulo, Iosif Stalin, fue inaugurada una obra maestra del lujo y del buen vivir del socialismo: la Casa del Embarcadero, una pieza arquitectónica en la que combinaron de manera única la felicidad más increíble con las peores arremetidas del terror.

 

 

 

Construida para alojar a la élite bolchevique, a los altos rangos del Ejército Rojo y a celebridades socialistas –a los iguales de Juan Barreto, Darío Vivas, Jacqueline Faría, Cilia Flores y los demás que cada vez que pueden exigen más poder para el pueblo y los trabajadores–, competía en altura con la sede de la policía política, la Lubyanka, el cuartel general de la KGB, y no sólo porque desde sus sótanos se podía ver Siberia y casi sentir el frío en los huesos. Pocos sitios de la Rusia poszarista tuvieron tantos lujos por metro cuadrado.

 

Diseñado por Boris Iofan, su fachada iba a ser cubierta de mármol rojo y rosado, pero para evitar el escándalo por el exorbitante costo y cuidar las apariencias se prefirió pintarlo de un gris bastante convencional.

 

No era un Caricuao para privilegiados ni una Limonera hecha por profesionales, sino una auténtica residencia para nobles, con lo mejor y más moderno de la tecnología: teléfonos, radio, tocadiscos, muebles hechos a la medida y otros símbolos del lujo soviético, como baños con agua caliente, una novedad entonces.

 

Todo era suministrado gratis por el Gobierno. Eran apartamentos de 5 cuartos que ocupaban 200 metros cuadrados. Además, los inquilinos disfrutaban de cenas a muy bajos precios y servicio de lavandería, correo, biblioteca, gimnasio, cine, supermercado, librerías, guardería infantil, oficinas bancarias, en fin, todo lo que se necesita para llevar una vida confortable.

 

 

Simbolizaba la prosperidad socialista, las mujeres lucían pieles y joyas, y los hombres lujosos carros que Stalin les hacía llegar con una nota de su propia mano, a pesar de la hambruna que azotaba el país. Era el sitio de los escogidos. Entre sus huéspedes se encontraban las hijas del secretario general del Partido Comunista, pero también Nikolai Bujarín y Mijaíl Tujachevsky, entre otros tantos famosos.

 

Ninguno sabía que los apartamentos tenían micrófonos ocultos y que tanto sus conversaciones como sus murmullos amorosos eran escuchados por la revolución.

 

A mediados de la década tan confortable vida tuvo un brusco final, y los arrestos y allanamientos fueron diarios. En 1939, el año más sanguinario de los procesos de Moscú, 280 apartamentos de los 500 del complejo residencial estaban clausurados y sus inquilinos presos, fusilados o se habían suicidado. Vendo historia del proletariado en el poder.

 

Ramón Hernández

Ciudad en tinieblas

Posted on: marzo 2nd, 2013 by lina

Después de las 6 y 30 de la tarde, cuando comienza a oscurecer, en la ciudad de Caracas se produce el momento más intenso de una suerte de éxodo colectivo. En el metro, en las busetas, y en el tráfico de las autopistas y avenidas hay una carrera contra el tiempo.

 

Hay prisa, todos quieren llegar a sus hogares lo más pronto posible. No hay una sirena que se escuche a distancia para advertir a la población que debe permanecer dentro de sus viviendas, como ocurre en tiempos de dictaduras militares o en situaciones de estado de sitio.

 

Al contrario, es una acción individual que al mismo tiempo genera una conducta colectiva que no está escrita en ninguna parte ni ha sido establecida en algún decreto gubernamental, pero que la mayoría de la población está dispuesta a acatar. El que vive en el barrio, los que deben ir a las poblaciones satélites de la gran ciudad o los que habitan las urbanizaciones de clase media. Todos por igual se apresuran por alcanzar el refugio resguardado por puertas de seguridad, rejas o cadenas en las que se han convertido sus respectivas moradas.

 

Cuando la ciudad está en tinieblas, se escucha el sonido seco de un disparo, de una ráfaga de metralleta. Unos segundos después alguno que grita: ¡alguien acaba de morir! Pensamos e intentamos recobrar el sueño. El episodio no es exclusivo de un municipio. Se produce en los bloques de Caricuao o en la silenciosa urbanización de Los Chorros. Mañana los partes del forense, filtrados discretamente a los acuciosos reporteros de la fuente policial, nos indicarán quiénes perdieron la vida esa noche.

 

Nicolás Maduro, en funciones presidenciales, intenta atribuir el drama al mal ejemplo de los videojuegos y al demonio capitalista. Olvida los 6.500 motorizados y colectivos que operan en Caracas que han sido armados por el mismo Gobierno, depositando en ellos el control de las barriadas para «defensa de la revolución».

 

Manejando un lenguaje bélico, militarista y de exterminio, desde el Gobierno han construido un monstruo que difícilmente podrán controlar cuando esos grupos se sientan amenazados.

 

Les han dado armas, redes de comunicación, vehículos, motos y hasta sistemas de seguridad para resguardar los búnkers construidos en lugares inaccesibles para las autoridades.

 

Colocan alcabalas, mantienen a raya a la policía y cuando lo requieren bajan a las ciudades a proveerse de dinero mediante el asalto, el secuestro o la venta de drogas.

 

Con desparpajo Maduro los llama a que sean buenos, a que no maten, a que no asalten. Las cifras nos indican 70 asesinatos por cada 100 mil habitantes, una de las más altas del mundo. Nada nuevo que ya no nos hubiese dicho el presidente desaparecido.

Francisco Olivares

Twitter: @folivares10

el triunfo del odio

Posted on: marzo 2nd, 2013 by lina

El 27 y 28 de febrero de 1989 en Venezuela, se asocian con una monstruosidad, una ignominia, como muchas otras similares en diversos países, cuando se han cruzado las mismas condiciones.

 

Ver el inconsciente instintivo de las clases medias y los sectores populares correr por las calles, saquear, quemar, violar y golpear, no tiene nada que ver con hambre, pobreza, desabastecimiento o corrupción. Si así fuera, el país viviría así permanentemente.

 

Lo de aquí no ha sido el único caso de esos desbordes de salvajismo hooligans, como tantos finales de partidos de fútbol europeos.

 

 

En muchos lugares, sociedades de alto desarrollo, los seres humanos también han perdido el miedo a la sanción, las barreras civilizatorias caen y hay un regreso a la condición de manadas de cromagnones.

 

Eso ocurre exactamente cuando ante alteraciones significativas del orden público, el Estado no responde o lo hace de manera inadecuada.

 

En Inglaterra a mediados de 2011, hubo situaciones parecidas. Por un mal procedimiento, la policía de Birmingham dio muerte al pandillero y narcotraficante Mark Duggan y quedó en shock por el hecho, estatua.

 

De inmediato las pandillas ciberconectadas, sin que eso inculpe la tecnología, -los gangs de Chicago funcionaban bien sin BBM- se amotinaron y produjeron pérdidas humanas y enormes daños a la ciudad.

 

De inmediato Cameron y Milliband, jefes del gobierno y la oposición, la Iglesia, los empresarios y la sociedad civil en general, repudiaron los actos, la policía reaccionó y todo volvió a la normalidad.

 

En octubre de 1969 la policía se declara en huelga en la paradisíaca Montreal. Saqueos, incendios, destrucción y asaltos a bancos, hasta que intervinieron el ejército y la policía montada. En 1977 el gran apagón de Nueva York desorganizó cualquier respuesta de esa policía de eficiencia legendaria. 1.600 saqueos y más de mil incendios, además de violaciones e incontables atracos. En 1992 turbas de la población negra pudieron acabar con Los Ángeles.

 

Rodney King, un delincuente en libertad condicional, convertido después en héroe, no acata un alto de las autoridades y protagoniza una persecución a 190 kms/h. Una brutal e imperdonable golpiza que le donaron 4 policías, propalada en un video aficionado por las cadenas de televisión, produjo ira colectiva, la policía se acuarteló y dejó las calles en manos de los tumultos.

 

Más de 60 muertos y 2.000 heridos, 3.600 incendios, 1.100 edificios destruidos y pérdidas mayores a 1.000 millones de dólares en tres días.

 

En todos esos acontecimientos los líderes sociales y políticos responsables y las organizaciones importantes reprobaron con dureza los hechos que vertieron sangre y dañaron el producto del trabajo de gente inocente.

 

Se educó a la ciudadanía con una intensa campaña de declaraciones, artículos de prensa y programas en los medios.

 

Lo ocurrido el 27 y 28-F obedeció a los mismos factores. Revueltas en los terminales de Guarenas, Guatire, La Guaira y el Nuevo Circo por un alza abrupta del precio pasaje un día 27 que los trabajadores no habían cobrado su salario.

 

Freddy Bernal, jefe de los Zeta, un grupo de élite había promovido una huelga de brazos caídos en la Policía Metropolitana. La ciudad estaba inerme.

 

Y el enjambre al verse impune a través de los medios que hacía su trabajo, arreció los saqueos que se generalizaron.

 

Pero ahí la babiecada sin precedentes de autodestrucción, el escarnio al sentido común: los sectores dirigentes: intelectuales, políticos, eclesiásticos, empresarios, sindicalistas, glorificaron los vándalos y culparon la democracia, los partidos, «el FMI», «los ricos», «la corrupción», «el egoísmo».

 

Por obra de semejante tergiversación, la gente pacífica, de trabajo que cumplía la ley, aterrada en sus casas esperando que llegara la barbarie, era la culpable de los males, y las turbas representaban la justicia y el bien.

 

Allí creció la idea retorcida de que «los buenos» eran aquellos que quería acabar con las instituciones, mientras los grupos dirigentes se suicidaban sin darse cuenta con aquella prédica irresponsable.

 

Lo que causó el grave daño a la nación no fueron los acontecimientos de febrero, sino la reacción de una élite incompetente.

 

Qué tiene de extraño que el movimiento antisocial y totalitario que hoy gobierna quiera hacerse protagonista de un hecho horrendo que el propio sistema democrático entendió sublime. Dante condena en el infierno a los líderes incapaces para prevenir males futuros. El demonio les voltea el cuello para que siempre vean hacia atrás. Por eso «las lágrimas les corren entre las nalgas».

 

@carlosraulher

Carlos Raúl Hernández

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