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18 años después de anuncio presidencial los niños de la calle están de vuelta

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18 años después de anuncio presidencial los niños de la calle están de vuelta

La muerte de dos oficiales de la GNB ocurrida este mes, a manos de estos muchachos de esta condición, evidenció que el problema sigue vigente y con más agravantes

 

 

3 Menores se vuelcan a las calles en busca de un poco de comidaFotos: Lenín Núñez
Puerto La Cruz.- Después de su triunfo en 1998, el presidente de la República, Hugo Chávez, dijo en uno de sus primeros discursos que no descansaría hasta rescatar a los niños de la calle; incluso prometió que de no hacerlo se cambiaría el nombre.

 

 

 

Transcurridos 18 años desde que la revolución arribó al poder, Hugo Chávez, quien gobernó el país durante 14 años hasta su muerte en 2013, jamás se cambió el nombre, aún cuando el flagelo persiste.

 

 

 

El 18 de marzo un grupo de menores en situación de calle asesinó a dos oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en Caracas, evidenciándose que el problema  ahora se muestra más garve.

 

 

 

El suceso de Sabana Grande evoca casos como el de los “niños pirañas” en Perú y Brasil, que son grupos de menores que atacan como en “manada” para robar.

 

 

 

Al igual que en la capital del país, en la zona norte de Anzoátegui es usual para los transeúntes encontrarse con  estos muchachos en calles, avenidas y otros sitios de gran afluencia.

 

 

 

El bulevar de Barcelona, los centros comerciales Plaza Mayor y Puente Real, la avenida Principal y el Crucero de Lechería, Mercado Municipal de  Puerto La Cruz, Paseo de la Cruz y El Mar,  y los buses de la ruta Barcelona-Puerto La Cruz son los lugares  elegidos por estos chicos para operar.

 

 

 

A la par de vender y pedir, autoridades afirman que algunos se dedican a hurgar entre la basura que dejan, principalmente, los expendios de comida, por lo que estos han decidido, en algunos casos, proporcionarles algo de alimento.

 

 

 

Estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Latinoamérica indican que hay 40 millones de niños viviendo en la calle, y la cifra, según el organismo, sigue en aumento.

 

 

 

Mitzabel Hernández, directora del Consejo Municipal de los Derechos del Niño, Niña y Adolescente de Urbaneja (Cmdnna), afirma que en Lechería además de confluir niños morreños,  llegan menores procedentes de los municipios Bolívar y Sotillo.

 

 

 

“Este problema es de vieja data, tuvo su auge en 2000 con la llegada de los niños maromeros. Esto es el resultado de la pérdida de los valores porque más allá de la pobreza material, estos muchachos tienen pobreza espiritual”.

 

 

 

Falta de valores desde el hogar, ausencia de padres, familias disfuncionales, poco aprecio por parte de otros parientes  y, no menos importante, la situación económica actual que vive el país, donde muchos padres, afirma Hernández, han dejado a sus hijos a la buena de Dios para ir en busca del pan son, para la funcionaria,  las causas de esta situación.

 

 

 

“El Estado tiene una alta cuota de responsabilidad en esta situación al no impulsar  políticas para que estos muchachos busquen incentivos en los estudios y no en la calle.  Esto es un círculo vicioso, muy complicado y de no resolverlo vamos a tener una generación perdida”.

 

 

 

Voz de la calle

 

 

 

Juan José (nombre ficticio), aunque no integra una de estas bandas y tiene donde pernoctar,  hace con su testimonio  una radiografía  del perfil de estos menores.

 

 

 

Proviene de una familia disfuncional (sus padres están separados), no tiene permiso para trabajar en la calle, y está en riesgo de caer en malos pasos, puesto que trabaja solo y sin protección de algún  familiar.

 

 

 

Dice tener 12 años y estudiar primer año en el colegio Fe y Alegría, ubicado en la vía El Rincón-San Diego, pero compradores asiduos del mercado municipal de Puerto La Cruz afirman que lo ven a diario vendiendo “tetas” en el lugar.

 

 

 

Tiene sueños como todo niño, le gusta el fútbol y quiere ser abogado, pero al momento de decirlo su voz parece perderse, y da la sensación de que la meta de llegar a ser un jurista sólo  pudiese cumplirse por obra de un milagro.

 

 

 

“Yo vendo tetas para comprarme mis cosas. Tengo tres hermanos. Mi mamá sabe que estoy aquí y no me dice nada. A mí me gusta trabajar y estudiar, y si alguien me roba lo que estoy vendiendo va a tener que correr bien duro porque una pedrada le meto”.

 

 

 

Para la representante del Cmdnna Lechería, el problema se les escapó de las manos a  todos los sectores.

 

 

 

“Estamos de manos atadas porque uno va, toma al muchacho, lo entrega a su representante, hace un seguimiento para ver si reincide, pero hasta ahí. La ley no establece una sanción punible para ese padre que tiene a sus hijos en la calle y que en algunos casos los explota. No hay un programa que permita reinsertarlos”.

 

 

 

Ayuda celestial

 

 

 

Adayalid Parada es la encargada de la Casa Don Bosco de Puerto La Cruz. Ella y el equipo que trabaja con 14 jovencitos que están en esa institución , afirman que puede haber una luz al final del túnel porque “varios de los muchachos que están allí han evolucionado un mundo” en relación a como llegaron.

 

 

 

“Se ha logrado ir educándolos, esta es una casa a puertas abiertas y nosotros no podemos amarrarlos porque trabajamos bajo un sistema de prevención. Con amor, corazón y religión se educa al muchacho, ellos son unos diamantes en bruto, sólo hay que pulirlos. Aquí tienen su hogar y su oportunidad, y precisamente eso es lo que les falta”.

 

 

 

Pero como en toda tarea hay obstáculos, aducen  que ese proceso de reeducarlos se les hace un tanto complicado, no por la actitud de los chamos, sino por un talón de Aquiles que sufre el país hoy en día: la falta de alimentos.

 

 

 

“Tenemos una situación gravísima porque en muchos casos no tenemos para darles la comida. Sobrevivimos gracias a la Divina Providencia porque hemos pasado innumerables cartas al Pdval, Mercal, y ahora a los Claps, pero nada. Gracias a Dios existen personas que apoyan nuestra labor y que nos venden la comida, porque, si no esto sería  imposible”.

 

 

 

Para Parada es difícil saber que será del país si esta situación  continúa agravándose. Sostiene que muchos de los menores que están en la calle, sobre todo los que se ubican en el semáforo del sector Venecia, en Urbaneja, han pasado por el lugar, pero en su cerebro ya tienen “instaurado su modo de vivir en la calle”.

 

 

 

“En cierta manera estos muchachos consiguen en la calle una especie de libertad que no tenían en su casa. Muchas veces ellos no quieren los cambios”.

 

 

 

 

En cada abordaje que la dirección del Cmdnna Sotillo realiza, especialmente  en el mercado municipal, son tomados entre 18 y 20 jovencitos en estas condiciones.

 

 

 

Flor Carliana González, presidenta del Sistema de Protección del Niño Niña y Adolecente de Puerto La Cruz, sostiene que ellos hacen el trabajo, pero el sistema carece de centros de atención para evitar que los pequeños sigan reincidiendo.

 

 

 

“Hay que crear entidades de atención, estos niños necesitan desde la comida hasta un abrazo que no tienen en sus casas, por ahí se pudiese comenzar para reducir esta situación”.

 

 

 

Los especialistas coinciden en que se enfrentan a un círculo vicioso muy complicado y que  sólo la unión  de Estado, sociedad y familia podrá frenar el flagelo de los Niños de la Calle.

 

 

 

Abordaje deficiente

 

 

 

En una nota publicada por la agencia Ansa, la psicóloga social y presidenta de la Federación Nacional de Sociedades de Padres y Representantes (Fenasopadres), Nancy Hernández, refirió que el país vive “una crisis de valores” y que los grandes modelos transmiten conductas que muchas veces son copiadas por estos muchachos.

 

 

 

“Tenemos 17 años de abandono y esos son los resultados, un ciudadano totalmente desentendido, producto de la miseria y para quien la vida no vale nada porque si llegan a los 20 años están viviendo de gratis“, expresó.

 

 

Más estudios

 

 

 

Francisco Pereira, coordinador del Cecodap, afirmó que los organismos encargados de prevenir estos casos tienen una gran deuda, puesto que muchos no han realizado informes para determinar el por qué estos muchachos dejaron sus casas por la calle o si en todo caso fueron abandonados.

 

 

 

“Todos tienen una historia, y el Estado no ha realizado el abordaje correcto para conocerla”.

 

 

Diferencias

 

 
Según la ONU, un niño de la calle es aquel que  pasa las 24 horas ahí y en situación de calle es cuando tiene familia.

 

 

 

Sectorizados 

 
En Lechería estos muchachos actúan en especie de parcelas: Unos operan en el semáforo del sector Venecia (niños de Bolívar y Sotillo), otros en La Panera, La Boulangeríe, Le Marche, City Mansión, Supermercado Fresco, y Bomba PDV (niños de Santa Rosa, Casco Central y Aldea de Pescadores) y el resto en Arturos y arepera Febras y, el punto álgido donde tienen hasta una guarida, Plaza Mayor.

 

 

El Tiempo.com.ve
José Alberto Camacho C.

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