El 17 de agosto se recuerda en todo el mundo a los peatones, en memoria del primer caso registrado en 1897, en que Bridget Driscoll muriera atropellada por un vehículo de motor al cruzar una calle de Londres por un bólido que circulaba a menos de 10 Km por hora.
La Organización Mundial de la Salud confirma que los peatones constituyen la mayor proporción de lesionados o muertos en las carreteras. En Argentina, más de 1600 peatones murieron el año pasado en las calles y rutas del país.
Los peatones, sin carrocería protectora, sufren graves lesiones en caso de atropello. Por eso, la legislación de tránsito Argentina, establece que los vehículos deben darle la prioridad a los peatones que cruzan correctamente la calzada por las esquinas o sendas peatonales, y con el semáforo a su favor donde lo hay.
Dicha prioridad se respeta absolutamente en los países seguros vialmente, donde controlan el cumplimiento de las prioridades y sancionan a los transgresores.
Lo más común en nuestro país es ver lo contrario. Los peatones deben cederle forzosamente el paso a los vehículos, en sendas peatonales o esquinas ya que los automovilistas “olvidan” que la prioridad le pertenece al que camina.
Ese comportamiento de riesgo se suma e incentiva a los peatones que se arriesgan cruzando por cualquier parte, lo que explica los altos índices de mortalidad de los peatones en nuestro país. Resulta urgente aumentar la conciencia social y la responsabilidad de todos, a controlar y sancionar a los conductores transgresores, para evitar que continúen estas muertes absurdas.