No hay nada como tomar el control y sentarte encima de él cuando están en la cama. Dejar que los movimientos de tu propio cuerpo marquen el ritmo de la velada puede volverlo loco, además de que es posición más fácil que te permite llegar al clímax. A él le encanta ver cómo tu cuerpo domina el suyo. Le gusta que tomes el control y seas tú quien mande.
Pero no sólo se trata de sentártele encima y mover las caderas. ¡Hay mucho más! Puede preocuparte cómo te ves cuando estás encima de él, ya que todo tu cuerpo queda visible. El cabello se te pega en la cara con tanto sudor y se te duermen las piernas. Hay muchas cosas que pueden salir mal.
¡Pero no tiene que ser así! Si sabes la forma correcta de hacerlo, puedes llegar al éxtasis sin necesidad de soportar ninguna de estas situaciones.
¡A practicar!
Lo primero es la manera en la que estás sentada. No tienes que aprenderte nombres complicados y sólo debes preocuparte por estar cómoda y sentarte de una manera que te parezca natural, ya que lo más probable es que pases mucho tiempo así. No importa si estás de frente o de espaldas a él, encuentra una posición en la que sepas que puedes pasar mucho tiempo.
Si empiezas a sentirte cansada, pon tus brazos sobre su pecho para que el peso de tu cuerpo no recaiga únicamente en tus piernas. Algo más que puedes hacer es tomar sus manos y ponerlas en tus caderas para que sea él quien te levante y puedas descansar un rato.
Amárrate el cabello si quieres evitar un manojo de pelo cada vez que te agaches para besarlo. Además, vas a sudar tanto que tu pelo se va a pegar a tu cara o incluso podría meterse a tu boca y lo último que quieres en la cama es tener que lidiar con este tipo de cosas. Amárrate el pelo y enfócate en el sexo.
No vayas demasiado rápido, ya que además de cansarte, estarás cambiando el ritmo de la posición. El secreto se encuentra en que sincronicen sus movimientos para que ambos puedan llegar al orgasmo. Si comienzas a moverte de una manera demasiado agresiva, él va a perder el ritmo y esto no te conviene.
Toca todo su cuerpo y deja que él toque el tuyo. Incluso puedes tocar tu propio cuerpo. ¡Le va a encantar ver cómo tocas tus senos! De vez en cuando agáchate para besarlo. También puedes inclinar tu cuerpo hacia atrás y reposar tus manos en sus piernas para que tenga una mejor visión de su cuerpo.
Los movimientos de tus caderas son esenciales y sólo tú sabes lo que te funciona mejor. Prueba con movimientos circulares, de adelante hacia atrás o hacia los lados. Puedes ir rápido o lento y tú misma eliges la profundidad. Juega con todas las opciones y encuentra lo que mejor te funcione.
La naturaleza impredecible de esta posición puede hacer que él pierda su erección, ya que no tiene el control sobre los movimientos y no sabe lo que pasará después. Para evitar que esto suceda, de vez en cuando intenta subir y bajar tu cuerpo para que sienta que está penetrándote como en la posición del misionero. Esto lo mantendrá firme toda la noche.
Fuente: Veintitantos