De acuerdo a las “Actas de Santa Lucía”, la mártir nació en Siracusa, Sicilia (Italia), en el seno de una familia noble. Sus padres eran conversos al cristianismo y se preocuparon por educarla en la fe. Tras la muerte de su padre, Lucía se acercó al Señor Jesús buscando consuelo y fortaleza para afrontar el dolor que la embargaba.
Bajo esta acusación, fue arrestada y también amenazada con ser llevada a un prostíbulo para que violen de ella. Los soldados intentaron hacerlo pero no pudieron moverla para llevársela. Posteriormente, la sometieron a ser asesinada en aceite y pez hirviendo, pero tampoco pudieron. Fue condenada a ser martirizada y antes de morir profetizó su canonización y su patronazgo como protectora de Siracusa. Asimismo, es patrona de los pobres, los ciegos, los niños enfermos y la ciudad de Venecia.