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Una vocación de permanencia

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Una vocación de permanencia


 
  
  
 
 Hoy, cuando cumple 76 años de actividad, El Nacional se aferra a una tradición vinculada con la democracia venezolana en cuyo establecimiento colaboró cuando la sociedad transitaba los primeros capítulos de una historia nueva y distinta. Salió a la calle cuando el posgomecismo  estaba a punto de desaparecer y fue vocero del ensayo democrático que entonces se iniciaba, para acompañarlo en adelante sin solución de continuidad.

 

 
 
Han sido casi ocho décadas de compromiso con las búsquedas democráticas, que ahora desembocan en el empeño de permanencia que se quiere manifestar en estas letras. Desde la época de la transición iniciada cuando va a concluir la segunda mitad del siglo XX, El Nacional  enfrentó las presiones propias de las coyunturas que pretenden cambios sociales de importancia y supo nadar en la corriente de las grandes contradicciones políticas de la época para tratar de presentarlas  y analizarlas desde una perspectiva equilibrada. Luego sobrevivió frente a la censura de la dictadura perezjmenista, y también ante las solicitudes, férreas en ocasiones, del período de la democracia representativa.

 

 

 

Quizá en ese extenso y enrevesado tránsito El Nacional no acertara en todas sus aproximaciones a la realidad, seguramente fuese orientado en ocasiones por yerros esporádicos, pero el predominio de su intención de realizar interpretaciones honestas que sirvieran de apoyo a los lectores no puede ser desmentido. De allí su importancia en la historia de nuestro periodismo y, desde luego, la intención que expresa de no salirse del carril en el cual se ha movido  desde 1943.

 

 

 

En los tiempos recientes, el mantenimiento de tal compromiso ha topado con brutales escollos que la mayoría de los destinatarios de nuestras páginas conoce. El Nacional es el impreso perseguido con mayor saña por el régimen, sin que la asfixia buscada por los enemigos de la libertad de expresión haya logrado su propósito. Pese a los atropellos y los ataques consecutivos de los poderosos, pese a la violencia ejercida contra los periodistas y contra el lugar de trabajo, pese a las demandas insólitas y a los tribunales amañados, El Nacional continúa su acompañamiento de los lectores para quienes resulta fundamental la defensa de los valores de la democracia venezolana.

 

 

Es la ruta que queremos mantener para dar buenas cuentas cuando, con el apoyo de la sociedad, el periódico llegue a su centenario. 

 

 

 

Editorial de El Nacional

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