Si no puedes contra ellos, cómetelos. Es el lema que adoptan muchos israelíes ante la reciente invasión de saltamontes.
Mientras la plaga continúa afectando a las cosechas, muchos han optado por llevárselos a la mesa.
Ya sean empanados o cubiertos de chocolate, hacen parte del menú de muchos israelíes desde que una alfombra de insectos se apoderó de los cielos del sur del país, hace dos semanas.
Los saltamontes se comen el equivalente a su peso en comida cada día, y han logrado abrirse camino a través de los campos de papa y maíz.
Ya sean apanados o cubiertos de chocolate, ya hacen parte del menú de muchos israelíes.
Para quienes se los comen existe una doble motivación: además de lidiar contra la plaga, disfrutan del único insecto que se considera kosher (reglamento que determina qué alimentos son puros en la religión judía).
Al igual que con los peces, no hay especificaciones en torno al ritual de su matanza, lo que los convierte en un alimento muy versátil para los conocedores culinarios.
Uno de ellos es el cocinero Moshe Basson, fundador y propietario del restaurante Eucalyptus -famoso en Jerusalén- y especialista en la reactivación de antiguos alimentos bíblicos.
A los que los prueban por primera vez, Basson les recomienda servirlos crujientes.
Tal efecto se logra al colocarlos en un caldo hirviendo, limpiándolos, y pasándolos por una mezcla de harina, semillas de cilantro, ajo y chile en polvo. Y luego se fríen.
¿A qué saben?
Dicen que su sabor es una mezcla entre milanesa de pollo, semillas de girasol tostadas y gambas.
Los cocineros no son los únicos que han estado ocupados con las langostas.
«Estoy disfrutando de mis 15 minutos de gloria», se ríe Amir Ayali, presidente del departamento de zoología en la Universidad de Tel Aviv, y un experto en el sistema nervioso de las langostas.
Ayali no come langostas, pero le parecen fascinantes.
El saltamontes es el único insecto kosher y no existen especificaciones sobre su ritual de matanza.
Y con las constantes actualizaciones de la situación de emergencia en los medios israelíes, Ayali se ha convertido en una fuente fundamental sobre el tema en el país.
Las grupos de saltamontes recorren hasta 100 kilómetros al día. Predecir cuál es su próximo destino no es fácil, ya que depende en gran medida del viento.
«Cuando crecen en número, son imposibles de controlar», dice Ayali.
Aun así, el Ministerio de Agricultura de Israel ha estado haciendo todo lo posible para enfrentarlos, con cuatro aviones disponibles 24 horas al día para hacerles un seguimiento y rociarlos con insecticida.
La plaga no solo afecta a Israel, también alcanza s los territorios palestinos, Sudán -donde la situación es particularmente grave- Eritrea, Egipto, Jordania y Arabia Saudita.
Es relativamente raro que los saltamontes hayan llegado hasta Israel. El país experimentó un aumento de los insectos en 2004, pero antes de eso la plaga no acechaba al territorio desde 1950.
«Nuestras madres recuerdan haber utilizado ollas y sartenes para espantarlos», señala Ayali.
Sin embargo, admite que para él, como investigador de saltamontes, su presencia es un regalo.
Fuente: BBC Mundo
El Ministerio de Agricultura israelí ha destinado cuatro aviones al seguimiento y exterminación de la plaga.
Lo que más fascina a los expertos de estos insectos, es la doble vida que llevan.
Son criaturas que, cuando están solas, disfrutan de una vida tranquila y solitaria, alimentándose de hierba, lenta y discretamente.
Pero cuando entran en contacto con otros saltamontes, cambian por completo su carácter y apariencia.
Desarrollan alas más fuertes y un hambre insaciable, y forman grandes grupos que llegan a medir hasta diez kilómetros cuadrados, alcanzando una densidad de 50 saltamontes por metro cúbico.
Si terminan en el mar, sin ninguna fuente alimenticia, se comen unos a otros.
Nada de esto los deja bien parados, pero como dice Arnold van Huis, profesor de Entomología Tropical en la Universidad de Wageningen en los Países Bajos: «¡Saben muy bien, eso seguro!».