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Se roban hasta las canciones

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Se roban hasta las canciones

Como si fuera poco los más de cien ciudadanos asesinados a balazos en las calles, las mujeres embarazadas golpeadas y arrastradas por el suelo por la Guardia Bolivariana como si fueran fardos y no seres humanos que merecen respeto, como no les basta con torturar y encerrar en celdas inmundas a miles de jóvenes, como no se sienten satisfechos con allanar sin orden judicial cualquier residencia y, de paso, robar artículos eléctricos y hasta los alimentos guardados en las neveras, ayer nos enteramos que el gobierno de Maduro hurtó la exitosa canción “Despacito” de Luis Fonsi y Daddy Yankee, para usarla como jingle publicitario del siniestro simulacro electoral de la prostituyente.

 

 

 

Lo cierto es que es una burrada que no resiste ninguna explicación y que solo denota la clase de canallas que asesoran al madurismo pues no solo les sacan hábilmente el dinero de los bolsillos sino que, a la vez, los someten al escarnio público no solo en Venezuela sino también en el resto del mundo. Basta con recordar que esta canción es una de las pocas en castellano que se ha convertido en un éxito sin precedentes a escala mundial.

 

 

 

Según las agencias de noticias internacionales, “su video en Youtube supera 1.500 millones de visitas”. Hay que ser bien imbécil para dejarse engañar de esa manera por unos asesores mercenarios que, en lugar de medio reconstruir la imagen de Maduro (algo bien difícil), lo ponen a hacer el ridículo por todo el planeta, objeto de risas y burlas de todo tipo.

 

 

 

Pero el escándalo no se queda allí. Tanto Luis Fonsi como Daddy Yankee le han respondido a Maduro de forma feroz no solo por haberse apoderado de su canción sino también porque detestan a Nicolás y su forma de gobierno. “Que te apropies ilegalmente de una canción (“Despacito”), no se compara con el crimen que cometes y has cometido en Venezuela”, escribió –según la agencia AFP– Daddy Yankee en su cuenta de Instagram, dirigiéndose directamente a Maduro”.

 

 

Agrega, además, que “es una burla, no tan solo para mis hermanos venezolanos, sino para el mundo entero su régimen dictatorial. Con ese nefasto plan de mercadeo, usted solo continuará poniendo en evidencia su ideal fascista”. Menuda paliza para quien no ha sabido estar a la altura de lo que heredó inmerecidamente del finado Chávez. También indica a los venezolanos que Maduro ni siquiera es capaz de escoger sus asesores que, por este y otros escándalos, se nota lo poco que les importa la imagen de su contratante y financista.

 

 

 

Y es que este escándalo va mucho más allá del uso indebido de una canción sino de los valores que predominan en la camarilla gobernante que, por su rosario de delitos cometidos en el transcurso de estos desgraciados años, nunca conoció el significado de la honestidad ni de la decencia.

 

 

 

De allí que Luis Fonsi,  autor del tema, haya dejado muy claro que “en ningún momento se me ha consultado, ni yo he autorizado, el uso o cambio de la letra de “Despacito” para fines políticos”. El tema no es “para manipular la voluntad de un pueblo que está pidiendo a gritos su libertad y un mejor futuro”, añadió Fonsi.

 

 

Editorial de El Nacional

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