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Se complica abastecimiento en supermercados chinos

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Se complica abastecimiento en supermercados chinos

Antes eran una opción para los ciudadanos, pues se conseguía de todo, pero eso comenzó a cambiar en los últimos meses y se agudizó en semanas recientes.

 

En los abastos y supermercados chinos de los municipios Simón Rodríguez, Guanipa, Anaco y Freites escasamente se observan hoy en día productos de la cesta básica y cuando llegan, desaparecen casi de forma inmediata, como si se esfumaran los artículos en el aire.

 

En El Tigre se forman colas a diario frente al abasto Bicentenario, Makro, Locatel, Farmatodo, Farmahorro, Unicasa, Asia Oriental y en el hipermercado Famoso. Estos son los sitios a donde frecuentemente están llegando varios alimentos de primera necesidad.

 

Pero en la mayoría de los abastos asiáticos de esta ciudad, la situación es diferente.

 

El equipo de prensa de El Tiempo trató de conversar con algunos propietarios  para conocer las peripecias que tienen que hacer para tratar de surtir sus negocios con los productos más solicitados como la leche, margarina, aceite, café, pañales y detergentes. Fue imposible obtener información.

 

El comerciante Freddy Bonilla, quien lleva 30 años administrando un pequeño mercado de víveres en Guanipa, relató que debe ingeniárselas para  adquirir los productos alimenticios que están escasos y que le duran pocas horas, apenas la gente visualiza el camión o la gandola con  pedidos.

 

Bonilla manifestó que “es delicado”  adquirir los alimentos a mayoristas, pero  tiene a sus distribuidores que le guardan algo para  venderlo en su negocio.

 

No hay en los chinos

 

La clienta Sonia Pérez contó: “yo hice cola ayer en el Bicentenario del C.C. Petrucci, para esperar hasta saber qué iban a vender. En ese supermercado es más seguro conseguir alimentos desaparecidos. En los comercios de los chinos muy poco llegan”.

 

Aseveró que a Makro están llegando la harina precocida, el detergente en polvo y los pañales, pero las colas son muy largas y la gente se demora mucho en hacer las compras.
Otra clienta, Martha Polanco destacó que salió ayer de su  casa a las 3:00 de la madrugada para  hacer la cola en el Unicasa, en  El Tigre.

 

“Hoy me toca el terminal de mi cédula, pero ya tengo siete horas esperando en la fila y aún no he logrado entrar al Unicasa, porque la cola es kilométrica. Lo bueno es que están vendiendo leche y papel higiénico que no se consigue en otro lado”, declaró.

 

Polanco añadió que luego compraría pañales para su hija de seis meses, a la cual tuvo que llevarse en su coche, porque no tenía a nadie quien se la cuidara. Pero  eso no era tan importante como conseguir los pañales en Farmahorro, a precio regulado.

 

Este martes, las colas frente a esta cadena de farmacias en la capital de Simón Rodríguez  estuvieron más largas que la semana pasada.

 

Muchas personas, además de llevarse las partidas de nacimiento para adquirir los protectores infantiles, fueron con sus hijos en brazos para que los Guardias Nacionales confirmaran que sí  tienen niños que usan pañales y que no son “bachaqueros”.

 

Café como oro

 

Muchos protagonistas para una sola novela. Así se podría definir la situación de la escasez de productos en los municipios del centro y sur de Anzoátegui. Ahora se trata del café molido, que desapareció  de los anaqueles.

 

Desde principios de diciembre ha sido difícil hallar el producto. Los anaquenses lo buscan como oro, por todos lados.

 

En algunos negocios ha llegado en su presentación expresso, a un precio de Bs 350 el paquete de un kilogramo.

 

Los cafés saborizados con canela y chocolate, también se esfumaron. La situación ha generado que cada vez que se corre la voz de la venta de este rubro en algún lugar, se formen largas colas y despelote.

 

“Yo estoy acostumbrada a tomarme mi cafecito en las mañanas. Cuando no lo hago me siento mal y hasta me duele la cabeza”, relató el ama de casa Verónica Romero.

 

A diario, ella y su esposo recorren  tanto  los grandes supermercados como  los pequeños abastos, para ver si logran encontrar su “preciado tesoro”. Precisamente en los pequeños locales es donde han tenido más suerte.

 

 

E. Adrianza / J. Vicent

 

EL TIEMPO

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