Cualquier persona puede llegar tarde a destino a veces, pero todos conocemos a alguien que siempre, sin excepciones, llega cinco minutos después de lo acordado (como mínimo). Un grupo de investigadores ha descubierto que se esto se relaciona directamente con los rasgos de nuestra personalidad. Entonces, ¿cuál es la razón por la cual algunas personas siempre pierden el tren, llegan a la boda luego de la novia y hacen fastidiar con frecuencia a sus amigos? ¿Y por qué este hábito es tan difícil de modificar?
¿Por qué siempre llegamos tarde?
Un psicólogo social de Nueva York afirma: “hay muchas maneras de desalentar y castigar las tardanzas pero lo absurdo del asunto es que llegamos tarde incluso cuando esas consecuencias son evidentes”. Una de las razones más comunes por las cuales las personas a menudo llegan tarde a destino es sencillamente que no calculan de forma adecuada cuánto tiempo les demandará una determinada tarea. Este fenómeno se denomina “falacia de la planificación”.
Otro rasgo que comparten las personas que siempre llegan tarde es que en general realizan varias tareas a la vez. De este modo, pierden noción del tiempo transcurrido mientras realizan dichas tareas. A su vez, las personas más organizadas que viven la vida orientadas a cumplir objetivos son más puntuales que aquellas que poseen un estilo de vida más relajado. Estos dos tipos de personalidades son conocimos como “Tipo A” y “Tipo B” respectivamente.
De hecho, los individuos de estas dos clasificaciones, realmente sienten correr el tiempo de manera diferente. Para un individuo del Tipo A un minuto dura aproximadamente unos 58 segundos, mientras que para uno del Tipo B, dura unos 77 segundos. Toda una diferencia en la percepción, para decirlo eufemísticamente. Por supuesto que los resultados de estos estudios no nos ayudarán a corregir el problema, pero los investigadores están desarrollando estrategias que pueden ayudarnos a mejorar nuestra puntualidad de forma gradual.
¿Por qué siempre llegamos tarde?
Una manera de empezar a corregir este hábito es dividir las actividades que uno debe realizar a lo largo del día en pasos detallados, lo que ayuda a ser más realista a la hora de calcular cuánto tiempo demandará cada una. Esta forma de funcionar en general se encuentra muy asociada a los tipos de personalidad y es difícil modificarla de un día al otro, pero el primer paso para empezar a notar algún cambio siempre es aceptar que se tiene una dificultad, como con cualquier problema cotidiano persistente, y a partir de allí modificar hábitos de vida.
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Por Confirmado: Oriana Campos