¿Por qué no se quiebra el bloque en el poder?
junio 5, 2020 6:23 am


 
 Nos concentraremos en una única cuestión central: ¿cuáles son los principales factores que integran el bloque en el poder del régimen madurista, y qué hace posible, hasta ahora, su perdurabilidad?

 
 

Entendemos por bloque en el poder la coalición de grupos que en conjunto ejercen el mando, toman decisiones y controlan el país, disfrutando de sus menguantes beneficios. En nuestra opinión, tales grupos son tres. Primero, el sector civil medular del régimen, que proviene en lo fundamental de la izquierda radical venezolana en tiempos de la democracia representativa, y al que en apariencia impulsan todavía decaídos elementos de naturaleza ideológica, usados como justificación de sus acciones y herramienta de unidad interna.

 

 

El antiimperialismo es para este grupo la fachada tras la que se esconden la codicia, el temor y el propósito revanchista, que son su mayor fuerza anímica. La ideología marxista tuvo algún peso hasta hace unos años, pero hoy en día se ha difuminado y debilitado, pues Venezuela se ha convertido en un negocio.

 
 

En segundo lugar los militares, cuyos diversos mandos han sido cooptados para beneficiarse del negocio. Oficiales y soldados, con las excepciones que puedan existir, actúan esencialmente en función de los beneficios materiales del poder.


 

Por último se encuentran los componentes internacionales del bloque. Los que más cuentan son los cubanos, pues son los que trabajan día a día para sostener al régimen, y serían quizás los únicos que en circunstancias extremas estarían dispuestos a jugárselas por Maduro, aunque lo dudamos. El bloque en el poder del régimen se ha acostumbrado a usar la violencia contra un pueblo desarmado y casi inerme.


 

Para el bloque en el poder madurista, por tanto, el miedo del pueblo a la represión es un instrumento primordial de preservación del poder. Los factores motivacionales que alguna vez fueron enarbolados por el chavismo, como por ejemplo el socialismo del siglo XXI, ya no juega papel efectivo alguno y es repudiado por la población. El pueblo venezolano, de paso, tampoco rechaza a Estados Unidos.

 
 

No obstante, no es solo el miedo lo que sostiene al régimen. Es importante pero no es lo único. A ello debe añadirse un factor que aún no hemos mencionado. Se trata de la voluntad de poder del bloque. Es un factor que a veces resulta difícil medir plenamente, pero que puede ser vital.

 
 

Salvando las distancias del caso y solo a modo de ilustración del argumento, cabe traer a colación el caso de los bolcheviques en 1917-1918, cuando el proceso revolucionario en Rusia apenas comenzaba y su sobrevivencia pendía de un delgado hilo. En ese contexto, la voluntad de poder de Lenin y el resto del bloque central bolchevique, ellos sí motivados por una ideología asumida de manera genuina, fue lo que les permitió sobreponerse a grandes retos y extraordinarias adversidades.

 
 

También el bloque en el poder del régimen madurista hace gala de voluntad de poder, pero la misma no se explica por la ideología sino por otro componente, que nos recuerda la denominada “omertá” o código de honor de la mafia. Es un código de silencio basado en el interés mutuo y pactado para sostener el negocio. Se halla lejos de las convicciones y fidelidades que genera una lucha social idealista; por el contrario, es un código fraguado para que perduren los beneficios de una organización criminal.

 
 

Nuestro punto de vista es que solo si entendemos que el bloque en el poder del régimen actúa como la mafia, en función de un código destinado a proteger el crimen organizado y a sus ejecutores, solo así, repetimos, podremos comprender por qué es iluso creer en una posible negociación, orientada a liberar a Venezuela de las cadenas que la aprisionan. Y solo si entendemos todo esto, podremos apreciar el papel de las sanciones internacionales sobre el régimen.

 
 

Así como las fuerzas de la ley no negocian con la mafia, las fuerzas empeñadas en la restauración de la libertad y la democracia en Venezuela no pueden negociar con los que usufructúan del negocio en que se ha convertido la revolución chavista.  Es absurdo, además de inútil, creer que la buena voluntad de la oposición podrá algún día convencer a una mafia depredadora que abandone el poder. El bloque solo se quebrará cuando la presión interna y externa les haga fracturarse y rendirse. El rol de las sanciones, como el de las fuerzas de la ley con respecto a la mafia, es asfixiarles el negocio hasta que se les agote.

 

 

Editorial de El Nacional