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Socialismo, hambre, miseria y muerte

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Socialismo, hambre, miseria y muerte

Es más fácil, y tiene menos consecuencias, decir que el hambre que se ha expandido en el país con las mayores reservas petroleras del mundo se debe a la caída de los precios del hidrocarburo, y que la falta de agua potable y los apagones tienen su origen en el fenómeno del Niño. Una vez le echaron la culpa a las manchas solares y otra a Mercurio retrógrado, pero entonces Jorge Giordani, que tenía mucho poder, se quejó de poca rigurosidad científica.

 

 

En las notas y despachos que los corresponsales de las agencias internacionales envían a su casa matriz, y aun después de la milimétrica edición a que las someten, se percibe el escalofrío que les recorre el espinazo cada vez que se asoman al quinto elemento de todo texto informativo –“¿por qué?”– académicamente correcto. No es que se haya establecido la censura previa o que haya reglas sobre cómo tratar los asuntos noticiosos que involucran al gobierno y sus peculiaridades, sino que sobre ellos cuelga una guadaña que se aplica a posteriori y sin recatos. Si son extranjeros, les anulan el permiso que les otorga el Ministerio de Propaganda o si el daño es mayor los llevan hasta Maiquetía para que tomen el primer avión. Si son nacionales, les preguntarán en cadena de radio y TV por qué, si son venezolanos, malponen el país ante la opinión pública internacional.

 

 

La caída de los precios del petróleo ha sido la explicación de las enormes colas vanas en supermercados y demás centros de abastecimiento; la justificación de que los niños no reciban en las escuelas ni un vaso de leche, aunque se desmayen de hambre; la excusa para suspender desayuno, almuerzo y cena en los hospitales; y también el motivo de la reducción de las raciones en los cuarteles de los esbirros de la represión. La otra opción, la “guerra económica”, por tratarse de una abstracción inventada por el gobierno con fines propagandísticos, no llena los requisitos de imparcialidad y de asepsia, que “exigen” las agencias noticiosas frente a gobiernos autoritarios. No quieren líos ni gastos extras en abogados. Nunca dirán la verdad, que la causa de todos los males que vivimos es el socialismo, una palabra con muchos  dolientes.

 

 

En 1998, cuando la promesa electoral era “democracia verdadera” el barril llegó a 6,86 dólares, pero no había hambre ni colas, y los niños recibían en las escuelas una beca alimentaria. Hoy el petróleo está por encima de los 50,44 dólares y todos saben, incluidos los redactores de los cables y hasta el mismo Aristóbulo Istúriz, que el origen de la penuria está en el socialismo y en los ladrones que gobiernan. Vendo cartilla, pero no de racionamiento. ¿Se la vuelvo a leer?

 

 

 

 

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