Un nuevo año siempre despierta expectativas en cualquier colectividad. Las gentes hacen sus cálculos y pronósticos, partiendo de las realidades conque despiden el que se va. Los problemas no se pueden ocultar, y mucho menos negarlos maliciosamente, ni pretender que una forma de ser optimista, es apañando los gravísimos inconvenientes que nos acorralan en esta hora aciaga.

La situación que se nos presenta es consecuencia del empecinamiento de los jerarcas del régimen, de querer imponer un modelo, a todas luces, inviable. Por eso es que estamos como estamos. Con una inflación feroz, una devaluación imparable y una deuda monumental que castra las posibilidades de mejores inversiones. Esa es la situación que estamos llamados a superar. Desde luego que no será tarea fácil, pero tampoco imposible de lograr.

Los venezolanos se van uniendo de abajo hacia arriba. Así lo indican todas las encuestas, las cuales revelan que cada día son más los ciudadanos que reniegan de este descabellado plan gubernamental. Más del 80% de los ciudadanos están inconformes y otra porción, no menos importante, asoma su preocupación por lo que nos puede deparar el año entrante.

Mientras tanto, los voceros del régimen no asoman una solución. Únicamente se limitan a reiterar que “la revolución sigue adelante” con sus proyectos, negando la tragedia que vivimos y asegurando que todo se trata de una guerra mediática de los enemigos del proceso. Un combate efectivo contra la inseguridad no parece ser posible, aun aplicando la veintena de planes activados desde los aparatos policiales.

Tampoco termina de resolverse la crisis del desabastecimiento, y no aparecen la comida ni las medicinas. Las colas siguen creciendo y se ven por todas partes, para cualquier cosa las colas se reproducen. La inflación se ensancha, sobre todo en el precio de los alimentos. La devaluación tritura nuestro signo monetario y la impresión de billetes inorgánicos no para, con lo que se agravan las dificultades económicas y sociales, porque eso lo que trae como consecuencia es más inflación. Las cadenas de radio y televisión aumentan como parte de los recursos desesperados de los operadores del régimen con el propósito de amainar el temporal. Pero la verdad es que apelan a los insultos y descalificaciones, y la corrupción continúa enseñoreada. Eso seguirá así hasta que no tengamos instituciones confiables y que funcionen bien.

@alcaldeledezma