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Ni a la izquierda ni a la derecha

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Ni a la izquierda ni a la derecha

Mientras la falta de liderazgo le impide avanzar en algún sentido, la insatisfacción va en aumento

 

Por mucho menos, países de Europa, Egipto y hasta nuestro vecino Brasil, confrontan fuertes manifestaciones de calle. La protesta de masas ha abierto puertas para cambios políticos y hasta de gobierno.

 

El gobierno de Venezuela sin embargo, con problemas de alta inflación, malos servicios, inseguridad, corrupción y frecuentes violaciones a los DDHH y a la Constitución, ha logrado mantener atomizadas las múltiples protestas que surgen en todo el país.

 

Dos elementos han permitido que esas protestas no se conviertan en acciones masivas. Una de ellas ha sido un eficiente aparato represivo y la otra su gran aparato de propaganda.

 

El aspecto represivo es conducido a través de la Guardia Nacional Bolivariana, institución que manejada desde el Ejecutivo, ataca sin pudor cualquier brote de protesta antes de que ésta pueda expandirse hacia otros sectores. Pasando por encima de autoridades locales como gobernaciones y alcaldías, ella sale a allanar y a reprimir bajo las órdenes de Caracas.

 

Esta «guardia del pueblo» no actúa sola, lo hace en alianza con los colectivos o grupos de choque, quienes cumplen funciones de vigilancia y de represión hasta el momento en que, al ser superados por el nivel de la protesta, dan paso a la GN.

 

Dos ejemplos claros de ese rol represivo se observó en los sucesos del 14 de abril, y recientemente en las protestas que se están viendo con el conflicto universitario.

 

Mientras eso ocurre, con el control de los medios privados, el aparato de propaganda se encarga de ajustar los hechos a la versión oficialista de manera de atribuir a la protesta un carácter desestabilizador y ligado a un plan del imperialismo y de «golpe de Estado», que justificaría tanto la represión como el proceso judicial contra quienes están protestando.

 

Carlos Blanco en su columna del pasado domingo destaca un interesante concepto donde caracteriza que el gobierno de Maduro no se mueve «ni a la izquierda ni a la derecha». En efecto, Maduro se encuentra atrapado en su propia ideología y la herencia de su «padre» Hugo Chávez, que le impide al nuevo gobierno avanzar en alguno de los dos sentidos.

 

Es decir o radicaliza estatizando al resto de la economía, aumentando los controles y acabando con la empresa privada y termina de hundir al país en el foso al que lo encaminó Chávez, o se entiende con el empresariado nacional (boliburgueses y tradicionales) y le da cierta apertura a la economía para que el país pueda comenzar a recuperar su capacidad productiva.

 

Pero mientras la falta de liderazgo le impide avanzar en algún sentido, la insatisfacción de la gente va en aumento y se transforma en protestas. Ellas solo es posibles mantenerlas a raya con represión y propaganda.

 

Francisco Olivares

 

Twitter: folivares10

 

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