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María Corina pone al descubierto el extraño caso de la negociación

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María Corina pone al descubierto el extraño caso de la negociación

 

Increíble la chifladura desatada con respecto al diálogo y negociaciones. Hasta hace pocos días, todos negaban la existencia de los encuentros, hoy no les quedó alternativa que reconocer que le han mentido a Venezuela; descubiertos, comienza la etapa de los desmentidos, aclaratorias, dimes y diretes. La reuniones son consideradas como de ciencia ficción, pero en tono de humor, de no me lo creo.

 

 

Siempre se especuló y comentó sobre aproximaciones entre la MUD y el gobierno de Nicolás Maduro, a pesar de que los involucrados las desmintieron una y otra vez e incluso llegaron al descaro de repudiar y ofender a quienes expresaban la sola posibilidad de su existencia. Lo malo de mentir y de ocultar es que solo duran hasta que la verdad se asoma y da la cara, que no siempre es tan bonita o fea como la pintan, y más de uno se lleva una sorpresa.

 

 

Hay que reconocer a María Corina Machado, quien pone al descubierto este teatro con su mensaje “conmigo no cuenten si el referéndum revocatorio es en 2017”. De inmediato surgieron contra ella los agravios de quienes no conocen de moral y principios, menos aún de buenas costumbres ciudadanas.

 

 

La realidad es que muchos quieren negociar una salida, pero ninguno quiere reconocerlo, es dimensión desconocida. Los oficialistas llaman al diálogo en la mañana, pero durante el día y la noche insultan, ofenden, allanan, meten presos, y la oposición responde criticando al gobierno con dureza, los insulta, los llama barriga verde, llena de calificativos a las rectoras del Consejo Nacional Electoral, convoca a protestar, amenaza con un día y luego lo cambia. Y después lo niegan todo, igual que el oficialismo. Se parecen tanto a la cuarta República, cuando adecos y copeyanos se decían agravios y humillaciones en el Congreso, para luego salir juntos a tomarse unas copas.

 

 

Pero todo es posible en esta Venezuela atribulada de problemas, y entonces aparece un mensaje de Timoteo Zambrano confesando que fue “liberado Gabriel San Miguel, muy buena noticia, es de agradecer el interés del ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero”. ¿Cómo dijo? ¿Resulta que Zapatero no solo gestiona diálogo, sino que puede conseguir algunas liberaciones? Después David Smolansky revela esta perla: “José Luis Rodríguez Zapatero ofreció la libertad a Leopoldo López a cambio de diferir el referéndum revocatorio” y, por su parte, el ex adeco Alfonso Marquina confiesa: “Yo no mido la efectividad del referéndum revocatorio en términos de tiempo”. ¿Cómo es eso? ¿Y entonces todas las protestas de la MUD sobre los retrasos del CNE han sido mentiras sin justificación?

 

 

Zapatero, que ya ha reconocido que se reúne, con quién y para qué, agrega que “los tratos van por buen camino”, mientras de manera desvergonzada Enrique Márquez, del partido UNT, advierte con descaro que “los avances sobre el diálogo aún no pueden mostrarse a la opinión pública”. O sea, sí se está negociando, pero lo hacemos a espaldas de la gente, y decidiremos qué y cuándo podrán enterarse –los pendejos– de lo que decidimos. El colmo de los colmos, el menosprecio a la gente no puede expresarse mejor. El diputado olvidó o no se acuerda deliberadamente de que es un empleado y está subordinado a los ciudadanos.

 

 

Algunos venezolanos animados de los mejores propósitos continúan pidiendo plática con el régimen. Solicitar un diálogo, reconciliación y negociación con cualquiera que da garrote, reprime, no es conveniente, pues contribuye al letargo del ánimo de lucha y suaviza la determinación de afrontar con entereza la tragedia nacional. Lo menos que se merece la ciudadanía es ser permanentemente informada y consultada con interés y respeto. Hay que recordar a Winston Churchill cuando advertía: “Un apaciguador es alguien que alimenta a un cocodrilo con la esperanza de que será el último en ser comido por él”. Lo importante del diálogo es saber qué y con quién se dialoga.

 

 

Los negociadores confidenciales deben abrir sus planteamientos, conocer y defender a los ciudadanos, con cuestiones –solo ejemplos– como ¿qué tipo de diálogo puede tenerse sobre el desastre y la corrupción de Pdvsa? ¿Cuáles son los términos de un diálogo sobre la libertad de los presos políticos, todos injustificadamente detenidos? ¿Y los exiliados? ¿Sobre soluciones reales para reactivar la producción y resolver el abastecimiento de alimentos y medicinas? ¿Cuáles convenios podríamos tener con los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, ilegítimos de origen y de proceder indigno? ¿Qué podríamos convenir con el régimen sobre temas ambientales? ¿Sobre la inseguridad? ¿Pediríamos que dejaran de endeudar a la nación? ¿Les reclamaríamos su ineptitud, corrupción y resentimientos? Ocultar el diálogo es hacerlo inútil.

 

 

Suena absurdo, ¿verdad? Porque hasta los niños en las escuelas han advertido que la situación de Venezuela es de horrorosa crisis, que no se arregla por las buenas y simples palabras, no importa lo que imagine o piense Rodríguez Zapatero y menos lo que oculten algunos políticos. Son los ciudadanos los que tienen el derecho y el deber de decidir qué y cómo se va a dialogar entre el régimen y la oposición. Es el pueblo dueño del futuro y nunca lo cederá a unos pocos creídos.

 

 

A los mediadores y conciliadores les preguntamos: ¿Oyeron ustedes lo que dijo el papa Francisco en México?: “Con el diablo no hay diálogo posible”.

 

 

 Armando Martini Pietri

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