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Maduro y la «animación suspendida»

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Maduro y la «animación suspendida»

En Venezuela hemos vivido en una suerte de «mientras tanto» o «vamos a ver qué pasa». No hacer nada, ¡hay que esperar para ver!, se ha vuelto parte de nosotros, y así vamos hasta que se fija una fecha en que se asegura que va a ocurrir algo trascendental.

 

 

No es una deducción exhaustiva de economistas ni de expertos analistas. El saber que el Gobierno no tomará alguna medida frente a la crisis hasta ese día clave es un conocimiento de manejo popular. Pero, claro, planteado el asunto por expertos, dentro de un análisis con importante aporte en cifras, la fecha adquiere un estatus de verdad irrefutable.

 

 

Así, pues, siempre acudimos a una fecha en el horizonte a la cual hay que superar para que ocurra algo en el país. Es como que si todos los venezolanos viviésemos en una especie de «estado de animación suspendida» en donde nada se hace, nada se mueve.

 

 

Esta vez son las parlamentarias las que definen esta nueva «ralentización de procesos vitales» en la que el cuerpo está inerme pero aúnrespira.

 

 

Pero entre el momento en que se ingresa a ese estado y la fecha que todo el mundo espera para reaccionar, sea para tomar alguna decisión personal como irse del país, una modesta inversión, un cambio de trabajo o hasta un divorcio, el país sigue moviendo sus signos vitales.

 

 

En el caso de los venezolanos el paralelo remonta la barrera de los 600; las víctimas siguen congestionando la morgue de Bello Monte; en los estados llaneros la gente se muda a los techos de las viviendas; Sidor continúa su paralización particular y los escoltas del Gobierno en motos sin placa, siguen trancando calles y avenidas para asegurarse que sus misteriosos pasajeros, ocultos detrás de los vidrios ahumados, tengan libre el paso a través del caos.

 

 

Desde el Gobierno siguen los importantes eventos como los «congresos ideológicos»; un «compartir» con el Negro Primero en su última morada del Panteón, con toboganes inflables, saltimbanquis y hasta feria de comida a precios de Mercal. No falta en ese «período especial», la política de alto nivel en la que se califica de «vomitiva» las declaraciones del presidente de Guyana, David Granger, sobre el territorio del Esequibo. O aquella en la que se aconseja que Venezuela debe seguir el camino suicida del pueblo de Grecia.

 

 

Por eso todo el mundo sabe que nada ocurrirá hasta que se produzcan las elecciones parlamentarias. Sin embargo, como el importante evento ocurrirá el seis de diciembre, hay que esperar a que pasen las fiestas de fin de año en las que Venezuela suele paralizarse, aguardar hasta finales de enero para que el país arranque y dar tiempo al nuevo Parlamento para que se reorganice y dé a conocer cuál podría a ser su nueva orientación.

 

 

A esas alturas en las que Maduro seguirá en la Presidencia aparecerá una nueva fecha que pudiese ser, por ejemplo, la del revocatorio que abrirá una nueva escala, a la espera de la cual, comenzará un nuevo período de «suspensión animada» que nos llevará finalmente a debatir cuáles podrían ser las medidas más apropiadas que debería tomar un eventual nuevo Gobierno para que Venezuela salga de la crisis.

 

Francisco Olivares

@folivares10

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