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Los verdugos de la patria

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Los verdugos de la patria

A principios del mes de agosto, Maduro informó que la primera fase del Plan Patria Segura fue «exitoso». No quiero ni pensar cómo hubiera sido un «fracaso». Patria para acá, patria para allá.

 

Me indigno cada vez que oigo hablar de «patria». Porque la patria es como el magnicidio y los sabotajes: la sacan cuando se ven en aprietos. Llevamos quince años con ese disco rayado. Ya pasamos por algo tan patético como que no tenemos papel toilette, pero tenemos «patria».

 

¿Con qué se come la «patria»? ¿Qué significa «tener patria»? ¿Cuántos venezolanos hay que, además de ser tan requeté bobos de tragarse ese cuento, sean tan cursis?… Porque esa historia de tener «patria» cuando no se tiene más nada, es ridícula de toda ri- diculez por decir lo menos.

 

Me imagino que no estoy sola en esta sensación: yo les tengo tanto o más miedo a los verdeolivas que a los malandros. En el Expediente del domingo 25/8/2013 en El Universal, el periodista Francisco Olivares describió de manera inmejorable el terror que se siente al aproximarse -sobre todo de noche- a los conos anaranjados que anticipan una alcabala de la Fuerza Armada Bolivariana. Literalmente, la «fuerza» armada. El que nos detengan o no, el que disparen o no, es absolutamente discrecional. Como dice Olivares: «Luego de un difuso gesto que insta a seguir, la tensión baja tras haber superado con éxito esa barrera que pudiera indicar la diferencia entre la vida y la muerte».

 

No ha habido explicación oficial de cómo ni por qué los uniformados decidieron dispararle al automóvil donde se desplazaban Luimener Pacheco y sus tres hijas en Falcón. Aún teniendo la certeza -que obviamente no la tenían- de que hubieran cometido la peor fechoría, han debido disparar a las ruedas del carro, no a las tripulantes. Hay muchos carros iguales. El desatino sumó dos muertes más a las miles de muertes que han ocurrido en manos de los cuerpos de seguridad del Estado y privó a una de las niñas sobrevivientes de la visión en uno de sus ojos.

 

Hay muchísimos otros casos que tampoco han tenido explicación. Sin hablar de los que no han salido a la luz pública, pues las cifras de que se disponen son del Cicpc. Provea y otras organizaciones manejan cifras mucho mayores. La verdadera patria agoniza en manos de verdugos que paradójicamente juraron defenderla.

 

@cjaimesb

Por Carolina Jaimes Branger

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