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La vida no vale nada

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La vida no vale nada

La situación de inseguridad que se sufre en Venezuela crea un ambiente de pánico colectivo

 

La situación de inseguridad que se sufre en Venezuela crea un ambiente de pánico colectivo. Nadie se siente seguro ni en su propia casa. El vil asesinato del alcalde de Río Caribe, Enrique Franceschi, es revelador de los altos riesgos a que estamos expuestos los que vivimos aquí, como los que vienen de afuera a visitar nuestro país. Para muestra el crimen perpetrado contra un ciudadano de origen alemán que fue seguido desde el aeropuerto de Maiquetía “para ser dado de baja” en las instalaciones de un hotel capitalino.

 

Se trata de algo verdaderamente espantoso. Y todo, como consecuencia, entre otras causas, de la impunidad reinante y de la politización de los organismos de seguridad del Estado. Las cifras son elocuentes. Ya son más de 200 mil víctimas a manos del hampa en los últimos 15 años, y todo indica que no hay plan que valga porque, sencillamente, no se corrigen las raíces que traen esos males.

 

Una y otra vez hemos dicho que con “operativos” no saldremos de esta barbaridad, porque es eso lo que padecemos con esta ola de secuestros, atracos y homicidios. Se requieren grandes inversiones en educación para sacar de la pobreza a los millones de ciudadanos excluidos del bienestar. Atender prioritariamente a los niños que traen a este mundo las decenas de miles de madres y padres adolescentes.

 

También a los jóvenes que interrumpen sus estudios y a los que hay que formar para que se incorporen a las tareas propias de los emprendedores generadores de riqueza. Lo primero tiene que ser la educación, lo segundo la educación y lo tercero la educación. Esa es la gran estrategia para que salgamos de la situación de atraso y avanzar con certidumbre por la senda del progreso.

 

Si, por ejemplo, se hubiesen destinado para financiar proyectos educacionales los más de 40 mil millones de dólares que recibió este régimen por concepto de las ventas de petróleo a futuro a China, estaríamos echando las bases sólidas para sostener ambiciosos esquemas de desarrollo humano, recurso fundamental para pensar en el crecimiento económico del país. Lamentablemente, esos dineros se los tragó la corrupción.

 

Mientras tanto, los maestros están mal pagados, las policías deficientemente equipadas y, al igual que los educadores, mal remunerados. Los voceros del régimen hacen propaganda para vendernos “el mar de la felicidad” en un país donde te matan por un par de zapatos o para arrebatarte un celular.

 

@alcaldeledezma

 

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