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La vergüenza del continente

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La vergüenza del continente

El control político del país por parte de quienes gobiernan nos ha llevado a la ruina económica

 

Conforme a las cifras oficiales suministradas por cada país, durante los últimos cuatro años Venezuela ha presentado los índices de inflación más altos de todo el continente y de los más elevados del mundo. Veamos algunos países comparables con nosotros: México cerró el 2013 con 3.8%, Colombia con 2% de inflación, Perú 2.8%, Chile 1.7%, Brasil tuvo 5.7%.

 

Otros países con gobernantes de izquierda de nuestro continente, incluso con economías mucho más precarias que lo que solía ser la nuestra, tuvieron las siguientes cifras: Bolivia 5.7% de inflación en 2013, Ecuador acumuló apenas 2.7% de inflación en todo el año pasado, Nicaragua alcanzó el 7.3%, Uruguay 8.5%.

 

Sólo dos países superamos la peligrosa barda de los dos dígitos de inflación: Argentina, que llegó a 10.6% y la patria del supuesto gran modelo socialista del siglo, Venezuela, que llegó al 56.2 % (cifra oficial del BCV).

 

Se excusan diciendo que el año pasado fue inestable, que falleció Chávez, que fuimos a dos procesos de elecciones, pero es que en los tres años anteriores también tuvimos las cifras vergonzosamente más altas de inflación de todo el continente: 2010, 28.1%; 2011, 26%; 2012, 21%. Argentina se mantuvo durante los mismos cuatro años con promedios de 10% de inflación y el resto de los países arrojaron en los mismos 4 años porcentajes de inflación iguales a los que tuvieron al cierre de 2013. La inflación en Venezuela es simplemente estrafalaria.

 

Nos hemos convertido en la vergüenza y mofa del continente en el manejo de nuestros recursos. El precio promedio del barril petrolero venezolano ha estado por más de una década sobre los 96 dólares. Mientras países más pobres han diversificado su economía, han conseguido inversionistas confiables a los que se les brindan garantías a su inversión, se han generado miles de nuevas fuentes de empleo a sus ciudadanos, y hoy cuentan -como Perú- con reservas acumuladas que triplican las nuestras; aquí siguen empeñados en mantener vigente un modelo que no da para más y se corre la arruga a diario para no hacer lo que se debe hacer, con lo que se agrava la crisis y se continúan deteriorando nuestras finanzas.

 

Se le debe a cada santo una vela. Se espera un milagro que no se ha producido ni se va a producir. Hablan -desde hace ya largos diez años- que estaremos produciendo de 4 a 5 millones de barriles diarios, pero lo cierto es que nuestra producción a duras penas supera los 2,7 millones, compuesto mayormente por crudos pesados y extrapesados. El costo de la «solidaridad internacional» a la revolución bolivariana se lleva su buena tajada de esos barriles. Y algunos hasta revenden ese petróleo que reciben a precios harto elásticos.

 

Sin ser economista, con sólo mirar en las tablas las cifras «oficiales» sobre inflación o sobre el crecimiento del producto interno bruto (PIB) país por país del todo el continente, o los índices de pobreza, o los de desempleo, subempleo y labores informales, son suficientes para darse cuenta qué gigantesco fracaso y el enorme daño que se nos ha hecho como nación. El control político del país por parte de quienes gobiernan nos ha llevado a la ruina económica y parece no importarles.

 

Esta realidad aplastante es la que tienen necesidad a como dé lugar de disfrazar y esconder. Así, no interesa que se hable de economía. No interesa ni conviene que se debata sobre estas vergonzosas cifras que arroja hoy la revolución. Deben mantener la fantasía de que están en capacidad de resolver el desabastecimiento, la escasez, la falta de producción, la falta de confianza de todo industrial nacional o extranjero en las políticas del gobierno. Deben mantener la farsa incluso hasta el límite del absurdo. El cuento de hadas debe prevalecer a cualquier costo.

 

Para ello es necesario comprar medios, silenciar y doblegar a quienes no se sometan, sacar del aire programas, y vender sólo la «verdad oficial». También es necesario recurrir a todo el poder del que disponen para acentuar la crisis política, persiguiendo y acusando a todo aquel que opine distinto, pues requieren desviar toda la atención pública a eso, a que no haya espacio para ver la crisis económica y el estado de ruinosidad de nuestras finanzas.

 

¿Cuánto tiempo más podrán hacerlo? Eso sí es una incógnita, pero con seguridad el desastre económico en el que nos siguen sumergiendo a todos los venezolanos será lo que genere esa chispa que luego se convertirá en un desastre social que sólo podrán controlar con una brutal represión.

 

Hacer los cambios que se requieren tiene un inmenso costo político. Reconocer que se equivocaron durante todos estos años también lo tiene. Parecen decididos a no correrlo y a mantener este fracaso falsamente como un éxito. Vienen tiempo aún más duros para todos.

 

gblyde@gmail.com

 @GerardoBlyde

 

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