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La solución está en Ecuador, no en el Vaticano

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La solución está en Ecuador, no en el Vaticano

 

Sin resignarse con aquello difuso “el tiempo de Dios es perfecto”, los ecuatorianos salieron a votar y decidieron quedarse en la calle aplicando el otro y más sabio refrán: “ayúdate que Dios te ayudará”. Se restearon y neutralizaron el fraude que les estaban preparando. ¡Tomar las calles! fue la consigna. Reclamo y acato a la voluntad popular que quiere y está decidida a cambiar. Dios no es político, pero socorre a los que no se resignan y se ayudan a sí mismos. Permanecieron con valor y triunfaron, lo lograron. ¡Enhorabuena!

 

 

No derrotaron al candidato oficialista, pero vencieron al continuismo, la trampa y el fraude correísta, asesorado por camaradas, asistidos de un grupo de especialistas en marramuncias. Los opositores entendieron tarde, pero gracias al valor del soberano con una oportunidad por los pelos, les enseño que desunidos pierden pero unidos ganan. De eso se trata la segunda vuelta.

 

 

 

Una demostración de grandeza y dignidad, de ciudadanos que saben ser líderes, que no dialogan ni pactan sus derechos ni deberes. El mismo día del conteo electoral se presentaron en todas las sedes del Consejo Nacional Electoral, no para gritar ni abusar, sino para dejarles bien claro a las autoridades que estaban conscientes de sus haberes y obligaciones. No sólo dispuestos a cumplirlos sino hacerlos cumplir, ejerciéndolos allí mismo, cara a cara. Como se hacen las cosas, compatriotas venezolanos y señores líderes de la oposición formal.

 

 

 

Los dirigentes contrarios al castrismo se lanzaron de cabeza a la piscina electoral, cada uno por su cuenta; por poco, la estupidez hace naufragar la oportunidad de acabar de una buena vez y para siempre el autoritarismo castro-correista. Sumen los resultados de la candidata socialcristiana y otros; comprobarán que la oposición pudo haber ganado con Guillermo Lasso en la primera vuelta.

 

 

El CNE -ecuatoriano, no el adulante venezolano-, manifestó que existe una “tendencia marcada que no podrá cambiar”, y, en consecuencia, se obliga la segunda vuelta como lo prevé la ley. Independientemente de que les gustara o no a los correistas, porque el pueblo estaba allí, presente, y ningún dirigente opositor salió a decirles que se fueran a sus casas, al contrario.

 

 

En Venezuela sucedió lo contrario. Se convalidó todo. La historia es conocida; se encargó de la presidencia Maduro Moros, se hizo candidato, hubo elecciones y, a pesar de que la oposición denunció fraude, se envió a la población a sus aposentos a esperar “pacíficamente” unos resultados que se percibían oscuros, capciosos, por parte de un organismo electoral que nunca ha disimulado ni ocultado su obediencia roja.

 

 

Cuántas miserias y sinsabores pudimos ahorrarnos, si hubiesen defendido la verdad del sufragio en 2013. ¿Qué hubiera pasado de efectuarse una revisión o recuento a la luz del internacional? Nada o poco se hizo. ¿Miedo, temor? Quién sabe. La realidad es que Venezuela está hundida en una crisis de proporciones monumentales. Millones se han ido buscando seguridad y futuro. Familias desmembradas, talentos aprovechados en tierras ajenas. Estamos derrotados, somos un país arruinado, destruido, la pobreza, corrupción, inseguridad, desabastecimiento; tristemente son nuestra tarjeta de presentación. Pacífica y democráticamente. Y quienes desperdiciaron aquel pueblo reunido para defender sus elecciones, quienes dejaron limpias las sedes del CNE, ni siquiera tienen los timbales varoniles para reconocer que se equivocaron, que el país se ha hecho pedazos por la torpeza madurista que permitieron.

 

 

 

Lo que el mundo observo en Ecuador las últimos días es fascinante, se produjo la química maravillosa entre ciudadanos comprometidos en conseguir el respeto a su elección y, el llamado del movimiento CREO, a las Fuerzas Armadas para que, en ejercicio de sus funciones y respeto a sus principios, garantizaran los resultados. Se impuso, la concurrencia cívico-militar que obligó al Consejo Nacional Electoral, a cantar resultas sin más retrasos y fundamentalmente, sin fraude. ¡Ecuatorianos marcan el camino!

 

 

La ley ecuatoriana establece que, para ganar en primera vuelta, es necesario obtener un 40% de los votos válidos y diez puntos porcentuales de diferencia sobre el segundo. Es el caso, que el oficialismo obtuvo una votación que refleja una ventaja del izquierdista partido Alianza País, y su candidato Lenín Moreno, 39,21% de apoyo; Guillermo Lasso, del partido opositor CREO, logró el 28,35%.

 

 

El oficialismo albergaba la esperanza de salir victorioso en la primera vuelta gracias a la suicida división opositora, pero afortunadamente no sucedió y eso ubica al chavismo ecuatoriano en una posición muy difícil. Tanto, que corre el riesgo de perder las elecciones. Ya la abanderada socialcristiana dio garantías claras y sin vacilación, que apoyarán sin reservas a Lasso. ¿Qué van a hacer los demás opositores que sumados ni siquiera se acercan al tercer lugar, aceptarán que se equivocaron y su error los abofeteó? Al menos ya uno de ellos dejó claro que por el correismo nada.

 

 

El candidato contrario al modelo chavista ecuatoriano debe, de inmediato y claridad patriota, unir la oposición y liderarla, como estadista, despojándose de egos y vanidades, prepotencias, intereses partidistas y conveniencias individuales, para unificar una opción seria y real el 2 de abril 2017. Debe lograr una victoria y un cambio de Gobierno que los ecuatorianos, como los venezolanos, demandan con urgencia.

 

 

No se debe subestimar a Correa, que ya empezó con amenazas. Aunque poco más del 60% sufragó en rechazo al continuismo, el mundo opositor fue dividido, y, no sean tontos e ingenuos, detrás de la división, están metidas las manos non sanctas del oficialismo, tentáculos corruptos del Foro de Sao Paulo y la Venezuela madurista. Gravísimo error pensar lo contrario. No olvidemos, que “desde el gobierno se hace la oposición”. Venezuela es su mejor ejemplo.

 

 

 

El primer paso, ya está dado, pueblo y Fuerza Armada, se impusieron. Ahora más que nunca no bajar la guardia, una fiera herida hará lo imposible por sobrevivir. Civiles y militares dieron una gran lección a la región. Unidos, los ecuatorianos lo que necesitan de Dios, es que ilumine a sus dirigentes y guie sus pasos. Bravo, bravísimo por ese insigne ciudadano ecuatoriano digno heredero de Simón Bolívar y uno de los países con mayor biodiversidad del mundo. Unirse y a ganar, no se conformen con menos.

 

 

La voz del pueblo, voz de Dios. ¡Ecuador habló!

 

 

 

@ArmandoMartini

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