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La milagrosa Unidad

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La milagrosa Unidad

Asumir el timón en medio de un vendaval es una tarea difícil de cumplir, pero no imposible de llevar adelante cuando se cuenta con una tripulación que responda y se tenga a mano una brújula que evite perdernos en alta mar. Todos coincidimos en la oposición en que el país está en medio de una inmensa crisis, equivalente a una tormenta que esconde, entre brumas, el futuro de la Nación.

 

Por tal motivo, los factores de la Unidad debemos confirmar una estrategia común y seguir un rumbo, pero eso sí, remando todos en un mismo sentido. Pensando en la victoria de mañana más que en las discordias de ayer, porque no podemos darnos el lujo de desgastarnos en debates donde, a veces con arrestos presuntuosos y otras con desafueros arrogantes, no falta quien vea con gozo la raya invisible de un deslinde que partiría en dos la fuerza de la oposición.

 

Los que queremos dejar de ser oposición, porque luchamos para asumir el poder que nos permita sacar a Venezuela de este abismo de miseria, desigualdades, injusticias y rencores, estamos absolutamente conscientes de que más son las posibilidades -diría más bien- que la única posibilidad de lograr ese objetivo, es batallando unidos, todos, sin excepción. No seguir siendo la oposición que se conforma con cuestionar, con sacar unos votos para preservar unos espacios, sino la alternativa que reunifique a Venezuela y reconstruya a la Nación.

 

La Unidad hay que galvanizarla diciéndonos las verdades necesarias, pero eso sí, sin ofendernos ni descalificarnos. Las verdades a veces incomodan, pero son benignas si las comparamos con el daño que infringe mentir, ocultar la realidad de la que más bien debemos hacernos cargo. Mafalda lo decía desde su atalaya de humor: “prefiero causar molestias, diciendo la verdad, que causar admiración, contando mentiras”.

 

Lo dicho por unos y otros no puede ser un puente roto que evite el relanzamiento de la Unidad. ¿Que será necesario tragarnos nuestras propias palabras para acercarnos más?, pues seguiremos la receta de Winston Churchill cuando comentó que “a menudo me he tenido que tragar mis propias palabras y he descubierto que era una dieta equilibrada”.

 

“Respetar y cumplir los pactos es lo difícil, no escribirlos y firmarlos”, han confesado los autores de los grandes acuerdos nacionales post dictadura. Teniendo esa lección en mente, hay que consagrar nuestra mejor buena voluntad para que esa estrategia común, de la que tanto hemos hablado, se transforme en una poderosa capacidad de conducción de nuestro pueblo en esta hora tan lamentable en que la incertidumbre debe ser despejada por el liderazgo nacional.

 

Antonio Ledezma

@alcaldeledezma

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