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La hora de las «industrias creativas»

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La hora de las «industrias creativas»

Nunca había pensado en Shakira, Juanes y otros artistas menos conocidos como potenciales factores de crecimiento de la economía latinoamericana, pero varios nuevos estudios publicados en días recientes afirman que la región podría crecer mucho más si desarrollara sus así llamadas “industrias creativas”.

 

Según los nuevos estudios, pese a su enorme riqueza de talentos en el campo de la música, cine, libros, artesanías, diseño de moda videojuegos y otras actividades creativas, Latinoamérica exporta tan solo el 1.7 por ciento de los $646,000 millones anuales del comercio mundial de bienes y servicios culturales, tal como lo señalan cifras de las Naciones Unidas.

 

Y la región tiene un enorme déficit en su balance de comercio cultural: importa $29,000 millones anuales de productos y servicios culturales, y exporta tan solo $19,000 millones, según cifras de la Conferencia de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas (UNCTAD).

 

“En Latinoamérica, estamos sentados sobre un tesoro, y no sabemos aprovecharlo”, me dijo Iván Duque, co-autor de un nuevo libro titulado “La economía naranja”, publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo.

 

Gran parte del problema es que ni los gobiernos ni los artistas de la región consideran la cultura como una industria lucrativa, o una gran oportunidad de exportación. Muchas veces, las actividades culturales son vistas como una amenidad, o un entretenimiento local.

 

Es hora de que eso cambie, aprovechando así la inmensa expansión de la clase media latinoamericana, afirman los autores de “La economía Naranja”. Y el desarrollo de la cultura como industria creativa podría ayudar a reducir el desempleo juvenil y la economía informal en la región, agregan.

 

Muchos países ya están explotando al máximo sus industrias creativas. El Cirque de Soleil de Canadá emplea a más de 5,000 personas y genera ganancias de más de $800 millones anuales; el carnaval de Río de Janeiro atrae a más de 850,000 visitantes anuales, que dejan unos $828 millones en la ciudad, y el Festival Ibero-Americano de Teatro de Bogotá atrae a 3.9 millones de personas, incluyendo al público de festivales callejeros, dice el estudio del BID.

 

Cuando les pregunté qué habría que hacer para generar más bienes y servicios culturales, Duque y Felipe Buitrago, los autores del estudio, me dijeron que los países de la región deben empezar a exportar más cultura a sus propios vecinos.

 

En este momento, el 63 por ciento de las exportaciones culturales de la región van a Estados Unidos y a Europa, y sólo un 34 por ciento a otros países latinoamericanos, según las cifras de la UNCTAD y del BID.

 

“Hace falta un área de libre comercio cultural regional, de forma que una película colombiana o un libro argentino se considere una obra latinoamericana en cualquier país de la región, y no sea objeto de trabas aduaneras”, me dijo Buitrago. Eso no está ocurriendo ahora, como lo demuestran los bajos porcentajes de comercio cultural inter-regional, agregó.

 

Además, los países latinoamericanos deberían darle mayor importancia a las artes en sus planes de estudio escolares, dicen los autores del libro. En el Reino Unido, los programas escolares ponen tanto énfasis en las artes como en la matemática y las ciencias, aseguran.

 

Otro nuevo estudio, el “Informe de la Economía Creativa 2013”, realizado por el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), señalan que las industrias culturales tienen un impacto que va más allá de la cultura, porque actúan como imán para que profesionales y emprendedores se aglutinen en ciertas ciudades y las hagan más competitivas e innovadoras.

 

El informe del PNUD dice que la ciudad de Buenos Aires se ha convertido en “un punto de referencia global” en materia de estrategias para desarrollar las industrias creativas.

 

En Buenos Aires, el sector creativo crece a un promedio de más de un 5 por ciento anual, totalizando un 73 por ciento entre el 2004 y 2010, dice el estudio. El crecimiento más impresionante se ha producido en el sector audiovisual, para el que la ciudad estableció un Distrito Audiovisual y dio a las empresas audiovisuales los mismos beneficios de los que goza el sector de manufacturas, dice.

 

Mi opinión: Aunque creo que América Latina debería dedicar más esfuerzos para aumentar su cantidad de científicos e ingenieros que la de artistas de circo o cantantes —hoy día, todos los países de la región juntos están produciendo menos del 10 por ciento de las patentes de nuevos inventos que registra anualmente Corea del Sur—, Latinoamérica tiene un enorme caudal de talento artístico que debería ser mejor promovido y exportado.

 

Por lo tanto, es una buena noticia que se esté empezando a prestar más atención a las industrias creativas, para que la región aumente su actual 1.7 por ciento del comercio mundial de bienes y servicios culturales, y para que todos podamos disfrutar aún más de su riqueza cultural.

 

Por Andres Oppenheimer

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