Los convites electorales, con abundancia de reggaeton y cerveza, que suelen desplegarse en las barriadas populares, sirven de anestésico para una población abrumada por la inseguridad, la escasez o el costo de la vida, pero más aún la lucha diaria por sobrevivir.
A pesar de estos festines y la «sensación» de felicidad que se ha querido transmitir con campañas como la de los electrodomésticos baratos y la promesa de que la inflación bajará a -5%, la vida de la ciudad ha seguido su caótico curso normal.
La protesta se abre un espacio en medio del carnaval. Por ejemplo, en varios de los nuevos «urbanismos» de la Misión Vivienda, los beneficiados no aguantaron más y salieron a trancar calles para protestar por diversos motivos como el de la inseguridad.
Destaca el caso de las 900 familias que se alzaron en el conjunto ubicado en el Puente Los Leones, en El Paraíso, quienes cerraron la vía para denunciar los tiroteos nocturnos, los atracos y los muertos que se registran casi a diario. Los vecinos del conjunto hablan de cómo la venta y consumo de drogas se hace abiertamente. Los motorizados armados toman las plazas alrededor y en medio del jolgorio disparan sus armas contra las viviendas obligando a sus habitantes a vivir arrastrados por el suelo, sin que aparezca autoridad alguna a detener a esas bandas.
La denuncia contrasta con el despliegue militar que igualmente observamos en estos días, con los efectivos «ocupados» invadiendo centros comerciales tras los precios de los electrodomésticos. Sin duda es un país invertido en los que las autoridades parecen haber perdido el sentido de las prioridades.
Se despliegan costosas campañas que anuncian el amor y la suprema felicidad que nos legó Hugo Chávez, sobre una población a la que al mismo tiempo se amenaza con más controles y a la que pretende someterse para y se acostumbre a vivir bajo el terror del hampa o la escasez.
Solo en Caracas el mes de noviembre cerró con 440 homicidios manteniendo un promedio similar desde enero, lo cual indica el fracaso del Plan Patria Segura. Mientras que en todo el país se estima que cerraremos el año con unos 25 mil homicidios. A tan dramática cifra se agrega el récord en secuestros y atracos que han dejado de ser reseñados en los medios.
La información sobre violencia ha sido vetada desde el Gobierno y varios medios están sometidos a procesos judiciales por publicar gráficas e historias que narran la angustia de los ciudadanos. El reggaeton, los templetes y el circo, intentan promover a un ciudadano conformista, desinformado, sin esperanza, pero feliz por estar vivo en medio del caos.
Twitter: folivares10
Por Francisco Olivares
