Para un militante no hay retiro. Al día siguiente de pasar de secretario ejecutivo a militante de la Unidad, me fui de visita a Mérida en cumplimiento de tareas del Programa de Apoyo a la Gestión Municipal. Esta vez fueron los municipios Alberto Adriani, Campo Elías y Libertador.
Reuniones de trabajo, un taller y desde luego asambleas para exponer nuestra visión y nuestro camino para el cambio pacífico, democrático, constitucional y electoral. Los alcaldes Juan Peña, Omar Lares y Carlos García están fajados en el cumplimiento de su responsabilidad, la que recibieron del voto del pueblo.
En El Vigía, Ejido y Mérida, vi la fuerza del espíritu unitario. Fui recibido con cariño y entusiasmo en cálidos encuentros de ese compañerismo unitario que hemos ido formando. Ese que algunos no terminan de entender. De la gente más sencilla a los profesores universitarios, miembros de todos los partidos reunidos en la MUD e independientes, las ideas y los ánimos están claritos. Hay espíritu de lucha, sensatez, madurez cívica. En la calle, gente que no conocía me daba al pasar mensajes de aliento y solidaridad.
Algo muy parecido me ocurrió el domingo, al salir de misa en la iglesia de Chacao. Espontáneamente, la gente se me acercó afectuosa y preocupada. “No nos deje”, y claro que no los dejo. Ojo, sería lectura equivocada tomárselo personalmente. Es que la Unidad es una gran esperanza.
Al anunciar mi decisión el 30 en El Hatillo, me expliqué con claridad. De ser el primero, pasé a ser el último de la fila, porque para servir a Venezuela y ser útil a la Unidad, importa la acción y no la posición.
Estoy a la orden. La Unidad, los partidos y los amigos que me necesiten para mejor cumplir los fines comunes pueden contar conmigo. Tareas sobran. Como ciudadano, seguiré luchando por nuestros presos y exilados. Me concentraré principalmente en el área de políticas públicas; de apoyo a las gestiones regionales, locales y parlamentarias; a la difusión de los logros de la Unidad y a la promoción del diálogo, porque el modelo basado en la imposición ha colapsado y el diálogo nos hace falta hoy, y más falta nos hará mañana.
Uno de los síntomas del mal del Gobierno es creer que la política se limita a los arreglos para resolver pleitos sucesorios. Su responsabilidad es ante el país entero. La nuestra también. Para ofrecer los perfiles de nuestra alternativa.
Cuando los compromisos son en serio, porque no se hacen de la boca para fuera, se cumplen. Así es el de este servidor con la Unidad.
Ramón Guillermo Aveledo
rgaveledounidad@gmail.com
