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El sacrificio del general

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El sacrificio del general

En estos días el general Rodolfo Marcos Torres apareció bailando la burriquita, en un caserío de San Casimiro según pudimos ver en un video que el mismísimo general publicó en su cuenta de twitter. Allí mostró sus habilidades como experto bailarín y la destreza en el manejo del burrito al hacerlo moverse con gran sincronía al ritmo de palmadas y la música de fondo.

 

 

 

“Somos alegría, somos amor, somos cultura, somos el pueblo de Chávez”, dijo el militar quien llega a un punto muy alto de su carrera ascendente como candidato del partido de gobierno a la Gobernación de Aragua.

 

 

 

A este general no le ha ido nada mal en su ascendente carrera militar a partir del momento en que en 1992 decidiera participar en el golpe de Estado que liderara Hugo Chávez contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez.

 

 

 

Como parte del equipo originario, a diferencia de otros militares que han sido execrados por la cúpula gobernante al intentar un perfil propio, Marcos Torres supo manejar sus aspiraciones con discreción colocando siempre por delante eso de “somos los hijos de Hugo Chávez”.

 

 

 

Por ello siempre estuvo en la lista de los confiables para ocupar importantes cargos como ministro de Estado para la banca Pública, director del Banco de Venezuela, Banco Bicentenario y Banco del Tesoro. Ministro de Finanzas, pero especialmente uno de los cargos más apetecidos para los militares como lo ha sido, Ministro de Estado Para la Alimentación.

 

 

 

Como la mayoría de esa generación de militares que se graduaron a finales de la década de los 80 y siendo tenientes o capitanes quienes simpatizaron con el golpe de Estado del MBR200, su carrera militar encontró en la política el instrumento más poderoso para el ascenso.

 

 

 

Claro está, no un ascenso que se gana en la competencia de las artes militares, de la guerra, de la defensa, de la alta tecnología, sino aquella que se libra en las empresas del Estado, en el negocio de las importaciones, o como es el caso actual, en las campañas electorales, en donde la habilidad de manejar una burriquita tiene más peso que lidiar en una fuerza uniformada profesional, competitiva y en sintonía con la institucionalidad dentro de una democracia avanzada como podría ser la armada chilena o brasileña.

 

 

 

Pero la lealtad política también tiene su sacrificio. Tal vez es por ello,  que igual que otros de sus compañeros de armas asimilados a la burocracia oficial, su nombre esté en la lista de sancionados del Departamento de Estado de EEUU por corrupción. Una cuota que habrá de pagar junto a sus familiares y descendientes para quienes se ha cerrado “sueño americano”.

 

 

 

Visto de esa manera, una gobernación en la República de los hijos de Chávez, no sea una mala opción frente a un mundo que les cierra las puertas.

 

 

Francisco Olivares

 @folivares10 

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