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El destape de la dictadura

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El destape de la dictadura

“A las dictaduras les pasa lo que a las bicicletas; si se detienen, se caen.” Maruja Torres (1943-), periodista y escritora española.

 

 

El régimen encabezado por Nicolás Maduro da pasos firmes hacia una abierta dictadura, traicionando la presunta “legitimidad de origen” de su mandato. Graves hechos signan la condición antidemocrática del gobierno: la existencia de presos políticos, cuya permanencia en calabozos viola sus derechos de disentir, de protestar, de defenderse y de ser tratados como humanos; la anulación de la autonomía de los poderes, que deja a los ciudadanos desvalidos de la protección de un Estado sometido a una sola voluntad para lograr los intereses de un grupo usurpador y no de una nación; el desconocimiento del voto popular que eligió a una Asamblea Nacional mayoritariamente opositora y por ello ha sido castigada con la anulación de sus poderes y hasta con el despojo de su presupuesto funcional; la suspensión de revocatorio, elecciones regionales, elecciones gremiales, comunales y cualquier otra elección que se avizore, por un CNE que desconoce periodos constitucionales y la orden del soberano que exige elecciones como única vía pacífica para resolver lo que parece el momento más oscuro de la historia de Venezuela.

 

 

La Fuerza Armada, garante de la Constitución y de la voluntad del pueblo, ha sido neutralizada con el cebo de las importaciones de alimentos, con el gran negocio de la corrupción que los ha hecho multimillonarios. Se acostumbraron a la buena vida, a las mansiones, a las camionetas importadas. La familia de esa cúpula militar disfruta de los vuelos privados, de las vacaciones en Europa, de las mieles del poder. Para gente que hasta hace no mucho andaba en chancletas, portar a Louis Vuitton bien vale la libertad de un país.

 

 

 

Venezuela, el país de Bolívar, de Miranda, de Páez, de Vargas, de los sabios Rangel, Tejera, Gabaldón, Convit, el país del honorable Soublette, de Arístides Rojas, Rómulo Gallegos, Uslar Pietri, Pocaterra, el país de demócratas como Betancourt, Villalba, Leoni, Machado, Caldera y Ottolina. Este hermoso país, lleno de gente creativa, alegre, maravillosa, ha caído en manos de los Chávez, Maduros, Cabellos, Varelas, Jauas, Rodríguez, Rangel, Padrino.

 

 

 

La magnitud de la caída solo puede ser medida cuando vemos a un Jorge Rodríguez, jefe de las bandas de colectivos que invaden propiedades y agreden diputados, ocupar la silla del gran Alejandro Oropeza Castillo. Cuando un sospechoso de colombiano, convicto de ignorancia y vergüenza internacional se tercia la banda presidencial con la orden de los libertadores que lució orgullosamente el padre de la democracia, Rómulo Betancourt. Cuando una enana mental preside esa Casa Amarilla que una vez ocuparon caballeros de la diplomacia como Caracciolo Parra Pérez, Enrique Tejera París o Miguel Ángel Burelli Rivas.

 

 

 

¿Qué paso en Venezuela que cambió así la calidad de sus líderes? La revolución, una protesta destructiva, resentida, ignorante e inepta, ganó adeptos entre quienes creyeron en un caudillo mesiánico que les ofreció el “mar de la felicidad”, el “poder para el pueblo” y el fin de la corrupción y el clientelismo. Todas estas promesas se volvieron polvo cósmico, al igual que su comandante, pero éste dejó tras sí la herencia de los peores, el fondo del barro social, intelectual, moral del país había sido removido y utilizado por el líder para garantizar con amenazas y chantaje su permanencia en el poder. Y ese detritus quedó a su muerte flotando en la superficie, apoderados del gobierno y haciendo cada uno por su lado lo que ya habían aprendido a hacer muy bien: saquear al país y pisotear a punta de bota y malandros, lo que quedaba de la democracia venezolana para pretender lo que anuncia el individuo del mazo, quedarse para siempre con su revolución mandando en Venezuela.

 

 

 

Por eso reaccionan como fiera herida ante la posibilidad de que la OEA, organismo del cual Venezuela es miembro y cuyas decisiones tienen rango de ley en nuestro país, estudie el informe del Secretario Luis Almagro y apruebe la aplicación de la Carta Democrática, lo cual implicaría medidas conminatorias para regresar a Venezuela al camino democrático. Las peticiones son las mismas que hace la inmensa mayoría de los venezolanos: elecciones, reconocimiento de la Asamblea Nacional y liberación de los presos políticos.

 

 

 

El discurso de Delcy Rodríguez en la OEA, solicitando la cancelación de la discusión sobre Venezuela, tuvo el siguiente contenido: 70% de insultos hacia Luis Almagro. 10% de insultos hacia los países que votaron a favor de la discusión del informe y 20% de mentiras sobre la fabulosa situación de la dotación de medicinas, alimentos y ayudas sociales de la revolución a su pueblo. Para apoyarla, al mismo tiempo, el presidente en cadena decía que Venezuela era un país “exportador de talentos” ya que los países se disputan a los excelentes profesionales venezolanos. O sea, no es una estampida del mayor capital humano que hayamos visto, sino que la revolución los está “exportando”.

 

 

 

Pese a los esfuerzos de la canciller, la sesión se dio y la OEA discutirá la ruptura del orden constitucional y la aplicación de la Carta Democrática.

 

 

 

La renovación de los partidos, otra trampa jaula tendida por el CNE para eliminar adversarios políticos, está fracasando hasta el momento por la tenacidad de los venezolanos en defender su democracia. Pero cada uno de los brazos ejecutores de la revolución hace su parte y el TSJ ya está tomando represalias por el apoyo de la AN y de la oposición a la aplicación de una Carta Democrática para intentar presionar internacionalmente a un régimen que pisotea la Constitución y el voto popular. Una sentencia despoja a los diputados de su inmunidad parlamentaria y da poderes al Jefe de Estado a aplicar medidas -hasta militares- para mantener el país “en orden”.

 

 

 

Favor leer la sentencia del TSJ para entender cómo actúa una dictadura. Todos somos sujetos de una orden de enjuiciamiento a cuenta de una “emergencia económica” que ya dura estos tres nefastos años que recordaremos como los más negros de nuestra historia republicana… pero dicen que la noche es más oscura justo antes del amanecer.

 

 

Charitorojas2010@hotmail.com
@charitorojas

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