La oposición democrática venezolana, sus partidos y líderes y sobre todo aquellos representados en el llamado G4, deberían entender que participan en las elecciones regionales para Gobernadores y Alcaldes del próximo 21 de noviembre con el riesgo de jugarse el todo por el todo, pues, si logran alzarse con un buen número de entidades -aunque no sean mayoritarias-puede decirse que toman un segundo aire, pero si no, desaparecerán para siempre.
Si se nos permiten un símil, yo me acordaría del Emperador Napoléon Bonaparte cuando decidió aceptar el reto de enfrentar una coalición de monarquías europeas en la batalla de Waterloo, o para ser más gráficos -aunque quizá más forzado-, con la frase con la cual saluban al Emperador de Roma los gladiadores cuando entraban a la arena del circo a vivir o morir ante sus enemigos: “!Ave, César…los que van a morir te saludan!”
De ahí que, uno habría esperado que los partidos que estarán con su militancia votando en tan crucial cita, se hubieran tomado más tiempo para decidir si participaban o no, que fuera cual fuera la decisión -participación o abstención-, se hiciese por unanimidad y no parcialmente, presionados, no por la calle sino por los grupos y candidatos que decidieron contarse en las mesas, y, lo que ha sido peor, sin realizar primarias para elegir sus candidatos y mucho menos con el tiempo imprescindible para realizar sus campañas.
En otras palabras, que la única campaña que se ve en movimiento es la de Maduro y su partido el PSUV, los cuales, mucho antes de anunciar los comicios ya la tenían en marcha, hicieron primarias donde ganaron, no los candidatos “opositores” al madurismo y al cabellismo, sino los que el primero y segundo comandantes habían elegidos (caso Hugo Cabezas en Trujillo) y continúan aceitando una maquinaria que ya proclamó que los futuros Gobernadores y Alcaldes no serán los más votados por la militancia sino los que los dos jefes decidan lanzar “por razones de estrategia”.
En cuanto a la oposición colaboracionista (la de Bernabé, Brito y Parra) se ha limitado a repetir la comedia de las pasadas elecciones parlamentarias, seguirle instrucciones a Maduro y demostrar que, en cualquier circunstancia, sus dados estarán apostantado a la dictadura y no a la democracia.
Un caso que pareció al principio muy interesante fue el de algunos exdirigentes opositores de excelentes credenciales en sus partidos como Américo De Gracia, de “Causa R”, Richard Mardo de “Primero Justicia”, y Daniel Ceballos de “Voluntad Popular”, que decidieron lanzarse como independientes y deslindándose de sus organizaciones originales.
Pero al final quien terminó cerrándoles el expediente fue el CNE de Maduro, el mismo del cual toman parte dos opositores “independientes” destacados, Roberto Picón y Enrique Márquez, del cual salió el úkase donde se les comunicaba que no podían participar porque “estaban inhabilitados”.
Más explícitas y más notorias, han sido las actividades de los partidos del G4 comprometidos con el proceso (AD, UNT PJ), insistiendo los primeros con algunos de los Gobernadores que fueron electos en las regionales de diciembre del 2018 (Barreto Sira en Anzoátegui y Alfredo Díaz en Nueva Esparta), los segundos, con una única candidatura, la de Manuel Rosales en el Zulia, y los últimos atascados en una disputa de primarias entre Carlos Ocariz y David Uzcátegui por la gobernación de Miranda y el hasta poco flamante embajador del gobierno interino en Bogotá, Tomás Guanipa, proclamándose candidato Alcalde por el municipio Libertador de Caracas.
Pero eso en cuanto a una de las opciones en que se bate en este momento el G4 para “acabar con la usurpación”, consolidar el “gobierno interino” y luchar por “unas elecciones libres”, porque un poco más al norte, allá en México, se llevan acabo unas negociones entre el interinato y la dictadura y que para llegar a un “Acuerdo de la Salvación Nacional”.
Evento promovido por los infaltables “negociadores” noruegos, del cual ya se realizó una primera ronda hace dos semanas, con más de tres o cuatro reuniones donde se encontraban, entre otros, Gerardo Blyde, Freddy Guevara y Luís Aquiles Monagas, por la oposición; y por la dictadura, Jorge Rodríguez y Nicolasito Maduro y de la cual salieron dos acuerdos: 1) Ayudar a Maduro a conseguir recursos para recuperar la economía, y 2) Atacar cuanto antes a la crisis hospitalaria que, por falta de equipos y atención médica, se ha convertido en una de las principales causas de muerte en el país.
De modo que, todo una batalla diplomática entre una de las dictaduras marxistas más feroces que ha conocido el continente y el mundo occidental y unos políticos cuya experiencia no se ha nutrido de otra sal que la electoral y de manifestaciones -algunas veces descomunales, otras fallidas-, para demostrar que Stalin, Mao, y Fidel Castro hubieran salido del poder sin violencia y la masacre de millones de ciudadanos, si se hubieran tropezado con “políticos inteligentes” y negociadores “pacientes”, “educados”, “confiables” y que creyeran en la bondad innata de los seres humanos.
No se conocen datos, detalles o intrígulis de las conversaciones de México pues sus “constructores” se han tomado el cuidado de no permitir “filtraciones”, “pescuezeos”, ni “pantallismos” que dejen lugar a sospechas, desconfianzas ni presiones soterradas de unos negociadores contra otros.
De modo que, solo se conocen “artículos de opinión”, a favor de un lado u otro, tomando posición frente a los hechos, las realidades, que no se pueden esconder porque están ahí, en las fotogracias y las imágenes de los Smart, como podría haberlo notarlo aquel pintor hiperrealista español que se las echaba de subrrealista llamado, Salvador Dalí.
Voy a referrirme a dos, de colegas periodistas, que además, son politólogos, dramatugos, novelistas y, por si fuera poco, humoristas. Los conozco personalmente, hemos compartido mucho y por ellos he aprendido que la palabra “ausencia” no es juego: Laureano Márquez e Ibsen Martínez.
Para no alargarme: sobre México dice Márquez “que marcará la orientación de la nación venezolana en los próximos años”. Y la razón es “porque el régimen se ha anotado una victoria, se ufana de ello y humilla en su mejor estilo”… “El destino de la oposición, entonces, en los años venideros será la de operar con las reglas y limitaciones que el régimen establezca…”Será una lucha larga y difícil, pero las torturas que puedan ahorrarse, las masacres que puedan evitarse, la vida de los presos políticos que puedan salvarse, la población que pueda vacunarse, será un avance, un magnífico avance…”Entre el dolor y la nada, prefiero el dolor…
Quizá esta frase de William Faulkner es la que mejor define la actual situación de la oposición en este momento”.
Empezaría por aclararle al querido y admirado Laureano Márquez, que en un régimen totalitario y que se autodefine y actúa como “marxista-leninista”, no existe dicotomía entre el “dolor y la nada”, elección entre “el vivir y morir”, asumidos como posibilidad de hacer realidad la vida. Ya que al desaparecer la política y la economía, desaparece la sociedad, que es la que da sentido al milagro que conocemos como humanidad. Y la humanidad para ser tal, tiene que ser libre, plural, civil, democrática, basada en un estado de jure donde los derechos humanos estén garantizados por encima de todo.
Y si no es así no hay nada, por lo que recuperar la humanidad exige una dosis de dolor que es lo que llamamos lucha, porque es la única forma de ser, de escapar de la nada, y luchar nos compele a estar vivos, a negar a la muerte y eso independendientemente de triunfos, victorias o derrotas.
Creo que ese es el sentido de la vida en el país que aún llamamos Venezuela y que fue magistralmente expresado, no por Maquiavelo ni Alexis de Tocqueville, sino en la frase que, según el Bagavad Gita, dijo Krisna a Arjuna cuando se dirijía a luchar contra sus enemigos en la batalla de Kurusetra: “No feliz viaje, sino adelante viajeros”
Quiero ahora referirme al brillante artículo publicado por mi otro amigo, Ibsen Martínez, con el título de: “Una foto, dos oligarquías” y que empiezo citando con la frase final: “En México se ha ido a pactar los términos del modus vivendi que, luego de las llamadas megaelecciones del 21 de noviembre, regirá entre la oligarquía de Maduro y la oligarquía del gobierno en exilio…”
Por lo que en México “no se discute otra cosa que los términos de una rendición” y se admite “entre la tertulia que mira de lejos y quienes piensan que, el régimen de Caracas puede perpetuarse indefinidamente en el poder pese a las sanciones y que el interinato es, en los hechos, un gobierno en exilio subsidiado por Washington”.
Ideas y frases sobre hechos de unos excelentes cronistas, analistas, dramaturgos, novelistas y humoristas que pueden torcer el rumbo de cualquier articulista, sobre todo de este que empezó hablando de un posible Waterloo y ahora resulta que Márquez se nos había adelantado hablando del “dolor y la nada” y Martínez para alertarnos que nos fijemos menos en las elecciones y más en las negociaciones de México para contemplar el nacimiento de un nuevo gobierno venezolano, el del interinato en exilio.
Nada que nos sorprenda, sin embargo, pues bastantes ofuscaciones, errupciones, sunamis y naderías hemos padecido en estos 22 años.
Manuel Malaver