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Doce Pajaritos preñaos

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Doce Pajaritos preñaos

 

 

Esa una conseja popular. Cuando el que tenemos al frente es un iluso, uno susurra “este está creyendo en pajaritos preñaos”. Y lo lanza al despeñadero del descrédito. Porque como lo hemos dicho infinitas veces, la realidad tiene reglas que son irreductibles. Pero vivimos épocas de ilusiones, y por lo tanto de agudos desengaños, unos que ya llevamos a cuestas, y otros que se están cocinando a fuego lento. Pero hagamos el ranking de las doce alucinaciones sociales que nos colocan en peligro de una inmensa decepción social.

 

 

El primer pajarito preñao corresponde al flanco del gobierno. Pensar que se pude gobernar al país en contra del país, con la desconfianza de las mayorías, sin credibilidad y sin resultados positivos. Eso es imposible sin aplicar una creciente represión y sin transformar al país en un gran recinto penitenciario donde ellos son los carceleros de 30,6 millones de venezolanos. Dirigir al país tiene como requisito el contar con un mínimo de legitimidad y de respeto por las instituciones. Pues bien, esa creencia en la validez de sus propuestas ha naufragado en los malos resultados. Y las instituciones están ajadas por los escándalos y por la pérdida de reputación que ha sido provocada por la impericia y falta de probidad de los que están al frente.

 

 

El segundo pajarito preñao corresponde al flanco de la oposición. Pensar que se puede llevar a cabo una transición sin contar antes con un pacto político y unitario. Asumir que la oposición se puede dar el lujo de improvisar o de caer en la contradicción. Peor aún, creer que cada diputado es su propio programa de cambio y que cualquiera puede ofrecer casi cualquier cosa. O que el populismo, esa tentación de ofrecer lo que no se puede cumplir sin hacer daño a la sostenibilidad fiscal y económica del país, puede seguir siendo el vínculo con la sociedad. En las condiciones políticas y sociales que vive Venezuela ninguna de esas apuestas resultan viables.

 

 

El tercer pajarito preñao corresponde al flanco del gobierno. Pensar que pueden tener buenos resultados económicos sin libertades económicas, reconocimiento de los derechos de propiedad y sin el concurso de la libre empresa. Eso es simplemente imposible, y los resultados de esa imposibilidad están a la vista. Una economía administrada por una burocracia corrompida hasta los tuétanos e ideológicamente pervertida por las utopías del resentimiento no puede estar sino en el foso de la miseria. Insistir en controles y en el espectáculo de la represión a los empresarios solo apura la ruina social en la que ya estamos, y la hace más atroz.

 

 

El cuarto pajarito preñao corresponde al flanco de la oposición. Creer que el estado de la opinión pública se transforma automáticamente en compromiso de voto. Pensar que insatisfacción popular significa apoyo a la alternativa. Y que por eso mismo las elecciones están ganadas, con cualquier candidato, sin campaña electoral, sin invertir en mensaje unitario. O sea, de cualquier forma, porque ya “tienen en el puño de la mano” el triunfo. Olvidar, por ejemplo, que las elecciones se ganan el día 6 de diciembre, que hay que acarrear a los electores, tener una maquinaria de representación que cubra todas las mesas, y que al final puedan enviar información confiable para defender cada uno de los triunfos. Sin organización robusta no hay posibilidad de triunfo, independientemente del estado de la opinión pública.

 

 

El quinto pajarito preñao corresponde al flanco del gobierno. Creer que se puede lograr la seguridad ciudadana y en simultáneo garantizar la impunidad más absoluta a los cuadros oficialistas. Pensar que la justicia y su administración pueden tener dos raseros sin que eso tenga efectos siniestros. Degradar a las policías, escamotear su perfil técnico, subordinarlas a la conveniencia política e impedir que los mejores las dirijan solo puede traer como resultado este estado de suspicacia general en donde todo es posible, que los malandros sean más poderosos que las policías y que los ciudadanos piensen que lo único seguro que tienen es su encuentro con la violencia que mata, asalta, secuestra, roba y amenaza.

 

 

El sexto pajarito preñao es para el flanco de la oposición. Pensar que todo lo importante está contenido dentro de las estructuras partidistas. Y que pueden prescindir del diálogo social y del intercambio con otros factores de la sociedad civil. Asumirse como intérpretes monopólicos de las expectativas del pueblo porque es posible aislarse de la relación social ya que ellos son los verdaderos demiurgos de “la Venezuela profunda”, que solamente ellos conocen. La verdad es otra. Los partidos son solamente una porción de la realidad social y les corresponde a ellos construir esa capilaridad de intercambio con la sociedad civil que los nutra y los haga realmente representativos. Son ellos los que tienen que sortear los peligros de sus cenáculos tecno-autoritarios que rápidamente se transforman en muros detrás de los cuales se esconden, se dan y se pagan el vuelto.

 

 

El séptimo pajarito preñao es para el flanco del gobierno. Pensar que pueden recaudar más impuestos con menos empresas. Apostar a que las empresas pueden tener ganancias, declarar utilidades y pagar tributos sobre la renta a pesar de la hostilidad manifiesta del régimen. Lo que efectivamente ocurre es que la recesión significa que la economía se desploma para todos. La inflación significa que el dinero tiene menos valor adquisitivo para todos. Y que cuando las empresas enfrentan esas condiciones se provoca una tumultuosa realidad donde hay más escasez y menos empleos disponibles. En esa condición ¿el gobierno piensa incrementar la recaudación? Parece poco probable.

 

 

El octavo pajarito preñao es para el flanco de la oposición. Suponer que vivimos una normalidad democrática. Apostar a que el gobierno es capaz de respetar las reglas del juego, reconocer los resultados y limitar su ventajismo. Craso error. Hace tiempo dejamos de tener los atributos mínimos indispensables para inscribirnos en el concierto de países que respetan el estado de derecho, libertades y garantías. Lo que efectivamente sufrimos es la transición entre el autoritarismo y el totalitarismo llevado a cabo por un régimen cívico militar que tiene a militares presidiendo todos los cargos claves, sometidos a la fusión de todas las instituciones en una ideología de izquierda radical cuyo modelo es el castrismo cubano. Por lo tanto las estrategias de interacción deben referirse a esa realidad y no a la ingenuidad de creer que los adversarios políticos pueden jugar limpio.

 

 

El noveno pajarito preñao es para el flanco del gobierno. Apostar a que el cierre de la frontera va a acabar con el contrabando, los mercados negros y el dólar paralelo. Suponer que la frontera no es un espacio de integración sino de descomposición social. Creer que sin libre tránsito se puede continuar con el intercambio comercial. Y ofrecer que ese es el sacrificio que hay que hacer para acabar con la escasez. Lo que ha demostrado el cierre es que las mafias del contrabando son refractarias al cierre de la frontera y que todo lo demás son el producto de los prejuicios y la propaganda interesada. Lo que sí es cierto es que el régimen terminó de descalabrar el comercio binacional que cayó de nuevo en un 75%. A la vista de todos es que la inseguridad, la escasez, la inflación y el precio del dólar paralelo continúan su alza sin sentirse para nada aludidos por esa medida.

 

 

 

El décimo pajarito preñao es para el flanco de la oposición. Creer que pueden hacer campaña sin fervor y movilización política. Reducirla al paso de los candidatos por las calles de su circuito. Conformarse con “el puerta a puerta” algunas veces. Olvidarse de que la política tiene su liturgia y que la calle es su templo. Satanizar las manifestaciones y perderle el pulso a las infinitas formas de demostrar fuerza y cercanía. Perder de vista que una campaña es también el esfuerzo por capitalizar a favor las emociones de la gente.

 

 

 

El undécimo pajarito preñao es para el flanco del gobierno. Pretender que no sufrirán los rigores del “voto castigo”. Creer que sus cuadros civiles y militares se pueden mantener aislados de una realidad que los impugna y los hace responsables de la debacle nacional. Mantener la convicción de que el legado de Chavez y sus herederos no se están descomponiendo por el transcurrir de un mal gobierno, sin pericia ni talante para dirigir la crisis. Creer que la gente va a seguir comprando como buenas las excusas, cada vez más rocambolescas. Todo lo contrario. La coalición en el poder está siendo severamente cuestionada y cada día tiene menos robustez interna. Cada día que pasa es más onerosa y tiene que ser más permisiva. El régimen en su caída ha tenido que cohabitar consigo mismo, mostrando ser un monstruo de mil cabezas, entre las que destacan las de Nicolás y Diosdado, que sin embargo no son las únicas ni necesariamente las más poderosas.

 

 

 

El duodécimo pajarito preñao es para el flanco de la oposición. Creer que las encuestas no se equivocan. Peor aún. Creer que las empresas encuestadoras no tienen intereses y olvidar que muchos de esos intereses se reflejan en las cifras que hacen públicas. Olvidar que una buena encuesta solo es válida y representativa cuando cumple ciertos requisitos. Pasar por alto que están en juego  87 circuitos electorales, cada uno de ellos susceptibles de tener sus propios resultados.  Dicho de otra forma, para saber el estado de la opinión pública de un circuito hay que hacer una medición válida en ese circuito. No hay forma de “proyectar” desde una encuesta nacional lo que allí vaya a ocurrir. Pero eso es solo un dato que se decanta en la realidad donde se practica el ventajismo autoritario, el voto asistido, la extorsión con el secreto del voto y la activación de maquinarias financiadas con dineros públicos.

 

 

 

A todas estas ¿quién puede creer en pajaritos preñaos?

 

 

Por: Víctor Maldonado C.

e-mail: victormaldonadoc@gmail.com

@vjmc

 

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