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Desplazados, refugiados y exiliados

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Desplazados, refugiados y exiliados

La modernidad y la globalización han hecho de las migraciones humanas un fenómeno dinámico que impacta de manera significativa la vida de la humanidad.

 

 

 

Históricamente el ser humano se ha desplazado de un lugar a otro por diversas razones. La guerra, el hambre, el ambiente y el clima han sido –entre otros fenómenos– causa y efecto de su movilidad.

 

 

 

Puede afirmarse, sin temer el error, que la voracidad del hombre por poseer mayores bienes materiales, más tierras y mayor poder han movido muchas de las grandes expediciones de contingentes humanos a lo largo de la historia.

 

 

 

Desde tiempos inmemoriales, y en lecturas bíblicas, tenemos registro de los movimientos de pueblos enteros hacia latitudes distintas a las de su origen.

 

 

 

Esa movilidad del hombre ha sido, es y seguirá siendo un evento de importantes efectos políticos. El poder político ha buscado controlar, regular y ordenar ese movimiento de las personas y, sobre todo, de los contingentes humanos.

 

 

 

Por ello existen los pasaportes, las visas, los registros de identidad, los permisos de residencia, trabajo y ciudadanía adquirida, otorgados por los Estados.

 

 

 

Los tiempos que vivimos son especialmente complejos respecto de la intensa movilidad humana que le caracteriza.

 

 

 

Los modernos sistemas de transporte e información han generado un conocimiento del mundo de hoy, que mueve a millones de seres humanos de un punto a otro del globo terráqueo, impulsados por el deseo de conocer, de cambiar su estilo y modo de vida, pero muy especialmente empujados por guerras, hambrunas, catástrofes naturales que hacen invivible las tierras originarias de esos grandes contingentes de personas.

 

 

 

Es el fenómeno que estamos presenciando en el norte de África, en Oriente próximo, en la cuenca del Mediterráneo, y en otras regiones, con guerras de alto impacto como la que se libra en Siria, con tres bandos en conflicto. Solo esta nación ha generado un contingente de 5 millones de seres humanos desplazados hacia otras latitudes del Oriente próximo, África y Europa.

 

 

 

Dos fenómenos adicionales a la guerra son causa de los problemas migratorios del mundo contemporáneo: la pobreza y el terrorismo.

 

 

 

La pobreza, combinada con la violencia, ha convertido el Mediterráneo en un cementerio. Miles de personas buscan cruzarlo para llegar a Europa y conseguir una mejor calidad de vida. El deseo migratorio se ha convertido en un negocio para inescrupulosos personajes que se dedican al tráfico de personas, lo que genera tragedias como la ocurrida el 18 de abril de 2015 en el canal de Sicilia, donde murieron entre 700 y 800 personas cuando una embarcación pesquera naufragó a 75 millas de las costas de Libia. Italia asumió el rescate y lograron sacar del fondo del mar la embarcación, y rescatar 169 cadáveres por intermedio de un robot. Mateo Renzi, el entonces primer ministro italiano, calificó este fenómeno como el nuevo “esclavismo del siglo XXI”, al protestar por la falta de cooperación de la Unión Europea en las tareas de control y vigilancia de este fenómeno en el mar Mediterráneo. Lo mismo está ocurriendo en Europa con las migraciones masivas provenientes de las antiguas repúblicas comunistas del este del continente, que buscan en la Europa occidental, lo que sus arruinados países no les están proveyendo.

 

 

 

El arribo de Donald Trump al poder en Estados Unidos ha colocado sobre el tapete el tema de las migraciones, al ordenar la construcción de un muro en la frontera con México, y la Suspensión del Programa de Refugiados durante 120 días. Dicha medida significa la prohibición de entrada a Estados Unidos de ciudadanos de Irak, Siria y los países designados como “áreas de preocupación” (según la prensa estadounidense, estos otros países podrían ser Irán, Sudán, Libia, Somalia y Yemen) a quienes considera potenciales terroristas.

 

 

 

Para algunos analistas venezolanos, el fenómeno es objeto de comentarios y ocasión propicia para fustigar tanto al mundo europeo como a Estados Unidos. Sin embargo, no se han detenido a observar que nuestro país es víctima del mismo fenómeno como resultado de los 18 años de la revolución bolivariana.

 

 

 

Sin entrar a analizar en detalle del fenómeno migratorio en Europa y los Estados Unidos, sobre todo lo relativo a las políticas que se adelantan para abordarlos, la mayoría de ellas de naturaleza restrictiva y punitiva, que no apunta a trabajar en profundidad las causas del fenómeno, sino sus consecuencias, no podemos dejar de registrar la silenciosa tragedia que el fenómeno está produciendo en nuestra sociedad.

 

 

 

La hambruna desatada por “el socialismo del siglo XXI”, la ola de violencia criminal impune que padecemos y la pérdida de oportunidades para nuestra juventud ha producido el fenómeno migratorio más alarmante de toda nuestra historia. Venezuela siempre fue una nación receptora de inmigrantes. Europeos y vecinos de nuestro continente latinoamericano vinieron a nuestra patria, y aquí encontraron acogida, hasta hacer de esta nación su hogar. Hoy vivimos un explosivo fenómeno de emigración. Son ya casi 3 millones los venezolanos que han abandonado el territorio nacional. Los venezolanos están presentes en todas las latitudes del globo terráqueo. La pérdida de capital humano que estamos sufriendo, como resultado del modelo socialista, es de gravísimas consecuencias. Se nos han ido millones de profesionales muy valiosos en diversas disciplinas, muy especialmente jóvenes promesas, que buscan no perder su vida en esta barbarie que es hoy Venezuela. Nuestras universidades están quedando con los docentes de mayor edad, que ya por razones biológicas no pueden emigrar. Las pocas empresas en pie empiezan a tener dificultades para ubicar personal calificado. Y hasta la mano de obra menos especializada busca emigrar a países vecinos para lograr un mejor rendimiento por su trabajo.

 

 

 

Esta problemática global de Venezuela ha tenido un capítulo especial en nuestra frontera con Colombia, donde la absurda y politiquera medida de cierre recurrente de los pasos formales ha generado toda una compleja problemática social, económica, de derechos humanos y política, a la que la nomenclatura oficial poca o casi ninguna atención le prestan.

 

 

 

De toda esta tragedia no habla nada la cúpula gobernante, ni los tendenciosos noticieros del aparato comunicacional del régimen. Para ellos, el fenómeno migratorio es solo una tragedia del “mundo capitalista”. En este “paraíso socialista” nada de ello ocurre. Creen que por ocultarlo, el mismo no existe. Lo cierto es que si Siria, con una guerra abierta y brutal, ha hecho movilizar a más de 5 millones de seres humanos, la “revolución bolivariana” ha aventado de nuestra patria a ya casi 3 millones de personas.

 

 

 

 

César Pérez vivas

 

 
Por Confirmado: Francys García

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