Venezuela vive una grave situación política y una gravísima realidad económica y social
Venezuela vive una grave situación política y una gravísima realidad económica y social. El agravamiento de la inflación y la escasez transformado en penuria y desesperación, así como el desgobierno que trae impunidad y con ella violencia delictiva desbordada, son ingredientes de un clima social insostenible. La solución a esto que cada vez es más una crisis, debe ser pacífica, democrática, constitucional y electoral. Es lo que más conviene a Venezuela y, por lo mismo, es lo que más conviene a todos los venezolanos.
La elección parlamentaria del año que viene es clave para producir cambios ahorrando traumas. El voto, como instrumento de cambio accesible a cada ciudadano y a todo el pueblo, debe fortalecerse en el ánimo colectivo. Eso requiere de una razonable confianza en el sistema electoral. Precisamente ella está en duda, según un interesante estudio realizado por Delphos para la Ucab. La encuestadora y la universidad avalan la seriedad de la investigación.
Venezolanamente los datos preocupan. 55,6% cree que las elecciones ayudan a solucionar en paz los conflictos políticos, pero dos tercios ve injusto que un partido con menos votos pueda obtener más diputados, y muy cerca de esa proporción están quienes tiene poca o ninguna confianza en la Asamblea Nacional. 56,4% de los venezolanos cuestiona la imparcialidad y autonomía del CNE. La mayoría cree que las condiciones electorales son desiguales. 63,6% considera abusivas las cadenas presidenciales en campaña. La opinión pública se divide en mitades a la hora de evaluar la imparcialidad de la Fanb, pero es abrumadora mayoría el desacuerdo con su participación en proselitismo. La buena noticia es que siete de cada diez venezolanos sigue creyendo en el valor del voto y 63,5% que sí vale la pena votar en elecciones organizadas por el CNE.
La tentación del grupo en el poder es calcular que mientras menos gente vote, más fácil es ganar. El consejo maquiavélico sería estimular la desconfianza para que aumente la abstención. Grave error. Esa renuncia a la posibilidad de recuperar la mayoría popular enceguece por inmediatismo y miedo. Es apuesta de alto riesgo mantener el poder al precio de deslegitimarlo más.
La elección de rectores del CNE puede reforzar la desconfianza, o, si se hace bien, servir a la confianza y a Venezuela.
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