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Creer en Venezuela

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Creer en Venezuela

Puedo decir que veo con optimismo este país y su futuro

 

 
ÚN.- Aun en medio de las tremendas dificultades que sufrimos los venezolanos, que se sienten todos los días en carne propia y que se agudizan cuando la violencia nos pica cerca o cuando se nos enferma un ser querido y escasea lo necesario para curarlo, puedo decir que veo con optimismo este país y su futuro. No porque ignore los problemas; ¿a quién no conmueve ver gente haciendo cola en la calle a las 11 de la noche para comprar algo al día siguiente?, sino porque conozco al pueblo venezolano y sus formidables capacidades

 

 

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Acabo de estar en Mérida en un encuentro nacional para discutir el tema del desarrollo económico local, mandato constitucional y legal para el poder público municipal, tendencia mundial porque es más fácil crear a ese nivel puestos de trabajo decente y productivo, e imperativo de la realidad en un país de economía estancada, donde la inflación nos devora, la escasez nos angustia y no se está generando empleo.

 

 

 

Vi a gobernantes locales, empresarios, profesores, expertos, debatir con seriedad, ofrecer soluciones, examinar las experiencias que ya existen, mirar hacia adelante con responsabilidad y compromiso. Constaté definiciones desde lo local, visiones claras de los municipios, proyectos estratégicos con miras a largo plazo, alianzas entre sector público y sector privado, programas de capacitación para el emprendimiento. Organizaciones como Fedecámaras, Atraem, Conapri. Universitarios de la ULA, la Universidad del Valle del Momboy y la Red de Universidades de Lara representada en la Yacambú, trabajando con los municipios y la sociedad civil.

 

 

 

Van algunos ejemplos. En los Andes, Mérida concebida como municipio de emprendedores, con experiencias concretas en marcha y jóvenes poniendo en práctica sus ideas. Y la Plaza Mercado Manaure, en Santa Ana, un modelo de gestión que se autofinancia en 80%. O el desarrollo de cadenas productivas en Zea.

 

 

 

Pero también en la Gran Caracas: Baruta Emprende, las Escuelas de Emprendedores en Chacao y en Petare y el Club de Emprendedores en El Hatillo.

 

 

 

En el centro, Formalizando la Informalidad en San Diego, y en Amazonas: Foncatures, donde los indígenas son cumplidores en el pago de los créditos que reciben para emprendimientos. En Oriente, la política de incentivos fiscales por promoción de empleo en La Asunción, la Escuela Sumito de Gastronomía y las ferias del Arte, el Guacuco y el Pandeaño.

 

 

 

Estos gobernantes, y sus gobernados, no la tienen fácil. Pero no se rinden.

 

 

 

Ramón Guillermo Aveledo

 

 

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