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Corrupción, caída y propaganda

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Corrupción, caída y propaganda

Dos datos destacan esta semana. Uno de ellos es que Venezuela se ubica como el país más corrupto del continente según destaca el estudio de Transparencia Internacional. El segundo es que la aprobación de la gestión de Nicolás Maduro como Presidente de la República cae a 24,5% en el mes de noviembre, lo que lo coloca en una posición muy comprometedora para sortear los graves problemas que se profundizarán el próximo años. Ambos datos están muy vinculados: gestión y corrupción y constituyen las dos caras de una severa crisis que es producto de un modelo político y económico que lleva a Venezuela hacia un callejón sin salida.

 

En el tema de la corrupción sobran los ejemplos. Una burocracia gubernamental que no tiene escrúpulos en exhibir su ostentosa forma de vida, privilegios y cuyos manejos desde el poder suelen salir a la luz pública a pesar del control sobre los medios de comunicación que ejerce el Gobierno.

 

De los 20 mil millones de dólares que se esfumaron de Cadivi nunca aparecieron las verdaderas empresas fantasmas que hicieron el gran negocio, no se investigaron a los funcionarios y militares que manejaron el sistema. En su editorial de esta semana, el periodista César Miguel Rondón hacía alusión a cómo, en lugar de ir a fondo contra quienes se apoderaron de tal fortuna, el Gobierno ahora persigue a los 11 estudiantes que estudiaron en el exterior con dólares preferenciales y ahora deben comparecer ante el organismo y demostrar que en efecto cursaron estudios en el exterior. Es decir, se les considera culpables a menos que demuestren lo contrario, pero de los 20 mil millones de dólares denunciados por Jorge Giordani nada se sabe.

 

Otro caso emblemático fue la utilización de un avión del Estado para un viaje personal, en el llamado «caso de la niñera» utilizado por Elías Jaua. En ese caso, hasta la Asamblea Nacional se negó abrir una investigación. Pero la historia de la corrupción es larga y los expedientes se han acumulado en distintas oficinas, pero los únicos casos que prosperan son los que se utilizan para perseguir a líderes opositores, o como en el caso de los estudiantes, para distraer del verdadero foco de la corrupción.

 

La corrupción es posible y se hace imposible de controlar cuando todos los poderes públicos están sometidos al poder central. El TSJ, La defensoría, La Fiscalía, la Contraloría y la Asamblea Nacional no han tenido la autonomía para frenar la corrupción.

 

El efecto directo del dinero que se fuga del presupuesto nacional por la vía de la corrupción, la excesiva burocracia y las donaciones a los países aliados han generado una crisis económica de dimensiones, por ahora incalculables, pero que han quebrado las bases de apoyo al proyecto socialista iniciado por Hugo Chávez.

 

Y aquí entra el segundo dato que destaca la semana que es el declive de la aprobación de la gestión de Maduro que cae a niveles nunca vistos en 15 años. Pero lo más dramático es que no hay ninguna fórmula para que dentro del concepto socialista y de controles que promueve el chavismo, se pueda producir un viraje en la política económica que recupere al país.

 

La corrupción, el control de cambio, los privilegios y los compromisos políticos con los aliados del Gobierno parecen ser intocables. Pero al mismo tiempo no existe en el chavismo ningún líder o figura que pueda promover una nueva esperanza para la base chavista. Ni el «Dakazo» ni la «guerra económica» o las imputaciones por conspiración y magnicidios, construidos en laboratorios de propaganda, parecen detener esa caída.

 

Francisco Olivares

@folivares10

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