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Almagro, Macri y la doble moral democrática

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Almagro, Macri y la doble moral democrática

 

No hay duda que la pasada reunión del Consejo Permanente de la OEA fue orquestada por los gobiernos de un grupo de países (el de Macri, de Argentina, entre otros) para boicotear, de una parte,  la convocatoria del Secretario General de la organización, Luís Almagro,  a una próxima del mismo organismo que se celebrará entre el 10 y el 16 del presente, y donde, recomendará aplicar la “Carta Democrática” al régimen de Maduro;  y de la otra, hacer imposibles los esfuerzos de la oposición venezolana por someter “al dictadorzuelo” (Almagro dixit)  a un “Referendo Revocatorio”.

 

 
En otras palabras que, tabla de salvación para el dictador Maduro y abandono del demócrata Almagro para que se hunda rápida e irremisiblemente en una ola de críticas, reproches e inutilidad, en otra misteriosa, pero previsible demostración de cómo la democracia es dejada a la deriva en América Latina, mientras las dictaduras son protegidas aún por quienes dicen combatirlas.

 

 

 

La doble moral democrática, entonces, enfrentada en dos figuras que se tornan emblemáticas de la política del Cono Sur, y representadas, una por un empresario de derecha que derrotó electoralmente a una resurrección aviesa del modelo peronista; y su contraparte, llegada de la izquierda, del Frente Amplio uruguayo, que decide jugársela por la democracia venezolana, aunque su partido y el gobierno que conforma, respaldan a Maduro.

 

 

Lo cual no revela sino que, a efectos latinoamericanos, hay  demócratas que no son tales, o lo son a medias, o casi a medias, pues, de otro modo, no se explicaría cómo tantos presidentes que llegan al poder después de luchas denodadas contra demagogos, populistas y autoritarios, las abandonan o se avergüenzan de sostenerlas de puertas afuera.

 

 

 

¿Fascinación por el Poder Ejecutivo, que es el auténtico poder en una región de acendrado presidencialismo, autoritarismo y militarismo, y terror a los poderes legislativo y judicial, que, como se acaba de demostrar en Brasil, pueden activarse para destituir a presidentes corruptos, demagogos y fuera de ley?

 

 

 

Lo cierto es que, el reciente ejemplo de Brasil pudo influir en la decisión de Macri y el resto de representantes de los poderes ejecutivos en la OEA (33 en total), pues ¿quién no se sintió en el banquillo de comisiones y plenarias legislativas que podían llegar a exigirles cuentas?

 

 
Caso paradigmático el de Macri, votado recientemente para la presidencia de Argentina por su lucha sin cuartel contra Cristina Kirchner, -la populista,  neototalitaria y corrupta antecesora de la misma estirpe de Chávez y Maduro- pero que, meses después, en Washington, lidera  una propuesta, según la cual, es  preferible “volver al diálogo” en Venezuela, que aplicarle la “Carta Democrática” al kirchnerista Maduro.

 

 

 

Pieza importante de la maquinaria castrochavista que hizo más que nadie para corromper y pervertir la democracia argentina después de la crisis económica del 2003 y abrió paso a los esposos neoperonistas que, pactaron con la revolución bolivariana y el castrismo, y de conjunto, avanzaron en un proyecto vitalicio y dinástico que buscaba repetir la experiencia de los hermanos Castro en Cuba en Venezuela y Argentina.

 

 

 

¿Por qué, entonces, un enemigo jurado de la pareja populista que luchó desde la alcaldía de Buenos Aires para dar al traste con el modelo neoperonista sale ahora a avalar y apoyar la tesis de que le “Carta Democrática” y el “Referendo Revocatorio” pueden ser aplazados porque el “diálogo” es el camino adecuado para ponerle fin a las horas aciagas que vive Venezuela?

 

 

Pero ¿cuál diálogo señor Macri, si usted sabe que fue inventado por Maduro con unos “terceros no imparciales” (como son los  compañeros de ruta del chavismo y el madurismo,  (Rodríguez Zapatero, Fernández y Torrijos), que, resultaron los socios ideales, pa- ra que el “indocumentado” huya de lo que realmente lo aterra: el “Referendo Revocatorio”?.

 

 

 

Que podría, perfectamente, realizarse si la OEA aprueba aplicarle la “Carta Democrática” al “hombre de ninguna parte” (aun no se sabe cuál es su verdadera nacionalidad) permitiéndole a la región limpiarse algo del pecado de mantenerse impasible durante los 17 años en que Venezuela y su democracia fueron asesinadas.

 

 

 

Y de haber apoyado otro “diálogo” entre  Maduro y la oposición, el de mediados del 2014 y este sí impuesto por la OEA, la ONU, la UE y el Vaticano para que diera cuenta del asesinato de 43 venezolanos en las calles del país  durante las manifestaciones de protestas de febrero a junio de ese año, pero solo para que, el ya declarado dictador, perdiera a los negociadores y a la oposición en postergaciones y fruslerías que terminaron haciéndolo mas autócrata, más socialista y más neototalitario.

 

 

Por cierto que, en estas andanzas, encontró Maduro un apoyo invaluable en la Unasur y su presidente, Ernesto Samper, quienes, no sé mediante que artilugios, terminaron apropiándose del “diálogo”, separando a los demás negociadores y siendo ellos solos los que al final cerraron o evaporaron unas conversaciones que terminaron siendo una perfecta inutilidad

 

 

 

Y hacia estos hombres,  se dirige ahora Maduro para que realicen el mismo trabajo, y los une a unos aliados que  no le van a fallar al madurismo, porque, al menos dos, son militantes de su causa, -Rodríguez Zapatero y Fernández- y no permitirán que perezca quien les ha hecho el bien de reflotarlos políticamente y económicamente.

 

 
Pero así como no podemos dejar de destacar con horror el escabroso papel que jugaron Macri y su cancillera Susana Malcorra en el boicot o desviación de la aplicación de la “Carta Democrática” y “Referendo Revocatorio” a Maduro, tampoco debemos pasar por  alto la actitud firme e incuestionablemente intraficable del Secretario General de la OEA, Luis Almagro, contra Maduro y su dictadura de muchos militares y unos pocos civiles, y ante los cuales, aparte de una definición precisa de la cual no se ha apartado después que asumió el cargo, no ha cejado en la lucha para que respete la Constitución y los derechos humanos de los venezolanos, bajo la amenaza de expulsarlo del sistema interamericano, a través de la aplicación de la “Carta Democrática” a un dictador que no tiene ningún empacho en reconocerlo.

 

 

 

Empeño en el cual ha jugado casi en solitario el excanciller uruguayo, pues, aparte del respaldo de los 29 expresidentes del “Grupo Ideas”, de las ONG democráticas de los dos continentes, y de la mayoría de los partidos de la oposición democrática venezolana, puede decirse que ha avanzado solo motivado por sus convicciones y su amor a la democracia, la ley y la constitucionalidad.

 

 

 

La “bete noire” en este momento del gobierno de Maduro y de todos los simpatizantes y amigos que lo acompañan en la región y un auténtico reconstructor del prestigio de la OEA, después de los ocho años en que el tristemente célebre “Secretario General”, Insulza, la convirtió en el Ministerio de Colonias de los casi nonagenarios hermanos Castro de Cuba y de Chávez.

 

 

 

Y que no evitó que con los petrodólares venezolanos, Chávez, intentara crearles dos multilaterales paralelas, la Unasur, y la Celac, sin personería jurídica las dos porque no han sido ratificadas por los senados de los países del subcontinente, pero, no obstante,  prestándose a los designios de su financista, Maduro,  para mantenerlas como mamparas.

 
Pero que, no son maniobras que hayan disuadido a Almagro en el rescate de la  multilateral  más antigua y de defensa de la democracia del mundo occidental, y cuyo papel original ha rescatado, después de 17 años de esfuerzos del  castrochavismo por destruirla y sin preocuparse de derrotas momentáneas que no hacen sino cimentar las permanentes, las que se quedan

 

 
Porque, es bueno recordar que la lucha de Almagro por la democracia venezolana, y las de la región que sobreviven al populismo y al autoritarismo, continuarán en la sesión del Consejo Permanente de la OEA que se celebrará entre el 10 y el 16 del presente, y en el cual, en un documento narra en 130 páginas cómo Maduro ha tomado como misión destruir la democracia para hacerle camastro de militares, corruptos y de fuera de ley de todo orden.

 

 

 

Y sin que le vaya otro premio que la defensa de los principios que, no le vienen del empresariado y el neoliberalismo argentino, sino de una militancia de izquierda en el frente Amplio uruguayo, cuyos principios dicen continúa defendiendo, a pesar de default ideológico de sus correligionarios Tabaré Vásquez y José “Pepe” Mujica.

 

 

Un latinoamericano, en fin que, a contra vía, tomó en serio los principios de la organización que juró defender,  y los viene validando, aun cuando un continente inundado de populismo, autoritarismo y corrupción pueda dejarlo solo.

 

 

 

Manuel Malaver

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