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“Los mirones son de palo”

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“Los mirones son de palo”

Finalmente el chavismo encontró una solución para desplazar a Nicolás Maduro del mando sin abandonar el poder: Convertirlo en una mera figura decorativa.

 

 

Por decreto amanecimos en una especie de monarquía tropical donde tenemos un jefe de Estado que cumple tareas protocolares y un jefe de Gobierno que representa al estamento militar y controla el poder real. Se trata de un general coronado por la élite castrense y una facción del chavismo que veía en Maduro un peligro a la continuidad del régimen de privilegios e impunidad actual.

 

 

 

En etapas como esta, más que salvar a un proyecto ideológico, las elites buscan salvarse a sí mismas. Lamentablemente para los venezolanos, a pesar de las diferencias internas que tiene el chavismo, en este momento sus intereses confluyen un solo objetivo: Conservar el poder político. Por eso echan mano a la salida que hace tiempo se venía cocinando en los cuarteles: Cambiar la conducción sin abandonar el autobús.

 

 

 

Digamos que en el autobús en que convirtieron Venezuela los militares se encargaban de cobrar el pasaje y hasta hace poco eso les funcionaba muy bien, pero la vía estaba cada vez más difícil y el chofer lo menos que sabía era maniobrar el volante, si continuaba allí, todos podían terminar yéndose por un barranco ¿Solución? Cambiar el conductor, sin bajarlo del autobús y seguir esquivando las curvas hasta que el motor aguante.

 

 

No es la primera vez que Venezuela vive una situación parecida, hubo otro que nos retrasó por años la entrada al siglo XX y que gobernó desde Maracay mientras la banda presidencial la tenía Victorino Márquez Bustillos en Caracas. Hablamos de otro General, Juan Vicente Gómez. Las lecciones históricas nos recuerdan que poco importa quién tiene la banda, hay que mirar siempre a quién controla el poder.

 

 

 

La política es como un juego de cartas, las victorias del oponente muchas veces llegan por errores propios. Tu contrincante te analiza, estudia las cartas sobre la mesa y lanza las suyas. Hubo un jugador que supo jugar haciéndose dueño de un legado inexistente pero que los cohesionó a lo interno, otro que jugó para perder, quien sabe si impulsado por los malos consejos de su compañero de partida, también ansioso por ser presidente. Hoy no le quedó otra alternativa que apartarse, conserva derecho a ver y oír, pero sin voz ni voto, porque es un mirón y los mirones son de palo.

 

 

 

Brian Fincheltub
Encontacto@brianfincheltub.com
@Brianfincheltub

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