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Navidad rojita y verde oliva

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Navidad rojita y verde oliva


 
¿Qué pueden pensar los zulianos cuando ven las fotos del río Guaire adornado con luces navideñas, en una efusiva muestra de opulencia eléctrica? ¿Qué sentirán los que reciben la caja CLAP cuando leen las noticias de que a los jefes militares se les dio un bono en dólares?

 

 

Desde siempre, el régimen se ha caracterizado por dividir a los venezolanos en un grupo de primera clase y uno de segunda. En el último está la mayoría, la que no tiene dinero para comprar alimentos ni medicinas. Pero también la que posee los votos y la que asiste a las marchas rojitas por unas migajas de pan, de ron o de circo.

 

 

Las injusticias son la orden del día de este régimen maduchavista. Los mandantes celebran y se dan la buena vida mientras el pueblo al que dicen proteger, padece y se lamenta.

 

 

Las festividades de fin de año no son diferentes. No hay promesa de perniles, por lo que es probable que no haya peleas en la calle ni arrebatones ni largas colas. Lo que es más triste, a los que les llegue se les verá celebrar.

 
 

Pero no es el pernil para un solo día lo que necesita la gente. Con el dinero que les regalaron a los jefes militares seguramente se podría solucionar el hambre de muchos niños para que comiencen el año con la salud garantizada, que al fin y al cabo es competencia del Estado.

 

 

Pero el régimen prefiere tener a los verdes contentos, porque eso es lo que les garantiza a ellos más años de celebraciones rojitas, como los bonches que arman en cada oficina pública todos los miércoles al mediodía.

 

 

Resulta que como el mandante y su pareja decretaron las Navidades felices, automáticamente todo el mundo tiene que ponerse a bailar salsa como ellos.

 

 

No bastan propagandas ni celebraciones ficticias. El país está profundamente deprimido pero no por cosas intangibles, sino por hechos que nos demuelen la esperanza todos los días.

 
 

El hambre tiene ese problema, hace que lo demás carezca de importancia, por eso las celebraciones del final de este 2019 son tan difíciles.

 

 

Sin embargo, hay que detenerse a reflexionar. Este país vale todos los esfuerzos y eso incluye los anímicos. La celebración de la Natividad no tiene que ver con que al país lo dirija un grupo perverso. Es una época en la que debemos construir las fortalezas para enfrentar las adversidades de 2020.

 

Editorial de El Nacional

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