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Luego de la encerrona

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Luego de la encerrona

Como era de esperarse, la sesión de trabajo llevada a cabo por los líderes de la MUD a puerta cerrada ha provocado general expectativa. En la especie de limbo en cuyo ámbito se desenvuelve la oposición últimamente, no han dejado de correr los comentarios sobre el destino de una política que debe buscar caminos más terrenos y concretos. ¿El reciente cónclave de la MUD marca la ruta hacia esos derroteros gracias a cuyo transcurso se puede pensar, no solo en victorias tangibles, sino en un cambio de gobierno por vía constitucional?

 

Los dirigentes anuncian una conducta distinta, que consistirá en posiciones más firmes ante las tropelías del oficialismo y frente a las urgencias del país. Sin detallar cómo harán en adelante una política diversa, reconocen que habían dejado de conectarse con sus destinatarios naturales -los miembros de la sociedad civil, los ciudadanos hartos del mal gobierno, los votantes fieles de cada proceso electoral- cometido que ahora emprenderán y al que se agrega la ardua faena de conquistar a quienes todavía se mantienen fieles al chavismo.

 

Visto el asunto en sentido general, se trata de una meta ambiciosa, pero también de una confesión sobre fracasos anteriores. La MUD va a hacer lo que había omitido, va rectificar, va a salir a la calle, ahora sí, a buscar y encontrar la democracia perdida.

 

Reconoce que había olvidado esos propósitos en el pasado inmediato, pero que enmienda la plana y se pone a trabajar de verdad sobre el cometido que dejó en el hombrillo mientras daba tumbos. Importa mucho una declaración como esta, capaz de producir cambios significativos en el trabajo de la oposición, pero siembra nuevas dudas entre quienes la han escuchado.

No solo porque se trata de un propósito de enmienda, de una proclamación que no sale de las generalidades, sino también porque proviene de quienes asumen los fracasos de la víspera. Habrá que esperar el detalle de los planes que pondrá en marcha la MUD para reconquistar los espacios que ha perdido, pero también convendrá seguir la pista de los líderes que ahora se quieren presentar con renovados bríos.

 

¿Cambiarán de veras esos dirigentes, serán distintos a como fueron, renovarán las pilas para moverse con la intrepidez que no los había caracterizado? Está por verse y hay interés en observarlo, no en balde apenas ha sucedido pocas veces en el pasado.

 

También convendría pensar en cómo los anuncios de la encerrona de la MUD no obedecen solamente a un sincero y profundo acto de contrición que hacen sus líderes más connotados, sino también al empuje de rivales respondones que sacaron los dientes en el hermetismo de la reunión y aseguraron que harían lo mismo después de que la discusión privada terminara.

 

Vientos de fronda, indisciplinas perjudiciales, intereses encontrados, liderazgos que se abren paso inexorablemente, iniciativas sinceras de reencuentro con el pueblo, sean lo que fueren, marcan el itinerario de una MUD que ya no quiere ser lo que fue.

 

Editorial de El Nacional

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