Las masacres carcelarias han vuelto a sacudir a Ecuador tras casi un año sin episodios de este tipo, con dos ataques en apenas tres días que dejaron al menos 30 reclusos asesinados, pese a la militarización de las prisiones ordenada por el presidente Daniel Noboa.
El aparente control que los militares habían impuesto sobre el convulso sistema penitenciario de Ecuador quedó roto el lunes con la matanza de catorce personas en la cárcel de Machala (sur), entre ellas trece presos y un guardia carcelario, y siguió este jueves con la masacre de al menos diecisiete reclusos en la cárcel de Esmeraldas (norte).
Según las autoridades, ambos episodios comenzaron de forma similar: un grupo de presos pertenecientes a una banda criminal simuló la enfermedad o muerte de uno de sus integrantes para emboscar a los agentes que acudieron a inspeccionar.
De ese modo lograron acceder a otras áreas del penal donde se encontraban reclusos de bandas rivales, a quienes atacaron con extrema violencia.
Crueldad extrema con las víctimas
En el primer episodio, el registrado en la cárcel de Machala que se ubica cerca a la frontera con Perú y en la que predominan integrantes de Los Lobos, la Policía ecuatoriana atribuye la masacre a una facción de Los Lobos llamada Sao Box que buscó atacar a otra división del mismo grupo.
En los acontecimientos de este jueves en la prisión de Esmeraldas, que se encuentra en la frontera con Colombia y donde prevalecen Los Tiguerones, fueron presuntamente miembros de esta banda los que perpetraron el ataque contra integrantes de otros grupos como Los Lobos y Los Choneros.
Ambos incidentes tuvieron una crueldad extrema hacia las víctimas, algunas de las cuales fueron mutiladas o decapitadas, con un fuerte enseñamiento en sus cuerpos, como quedó constatado en las escabrosas imágenes que llegaron hasta las redes sociales.
Aparentemente los presos utilizaron armas blancas que habían logrado introducir en las prisiones pese al mayor control militar dispuesto por Noboa.
Además, en el caso de Esmeraldas, se apropiaron del arma de fuego del militar al que redujeron, que terminó herido.
Guerra de bandas
Tanto en una masacre como en la otra el Gobierno ha guardado silencio sin ofrecer información pública sobre los sucesos, por lo que la única información oficial ha sido difundida por la Fiscalía.
Las cárceles son uno de los epicentros de la crisis de violencia criminal sin precedentes que atraviesa Ecuador, al haber sido asesinados en su interior unos 600 reclusos desde 2020, la mayoría en una serie de masacres por enfrentamientos entre bandas rivales.
Este fue uno de los motivos que llevó al presidente de Ecuador, Daniel Noboa, a declarar en enero de 2024 al país bajo «conflicto armado interno» y decretar una serie de estados de excepción con medidas como la militarización de las cárceles, con el objetivo de recuperar el control estatal de las prisiones, hasta ese momento dominadas por las bandas criminales.
Las masacres en las cárceles ocurren en momentos en que las fuerzas del orden están concentradas en controlar la seguridad del país ante el paro nacional convocado por los indígenas por el alza del costo del diésel a raíz de la eliminación del subsidio a ese combustible.