La papa importada
julio 23, 2021 5:25 am

   

“Nos enfrentaremos en 2022 a un desabastecimiento sin precedente en la historia». Sería bueno que los miembros de Fedecámaras que están con ánimo negociador “con todas las partes” tengan esta advertencia presente.

 

 

La afirmación la hizo Juan Carlos Montesinos, presidente de la Sociedad Agricultora Familiar, quien cree que el problema del combustible no es algo que se solucione a corto plazo y que el régimen tampoco tiene los recursos para importar la cantidad de alimentos que requieren los ciudadanos. «La crisis humanitaria se va a agravar».

 

 

Antes de semejante conclusión, Montesinos informó que en el primer semestre de 2021 los agricultores perdieron 600.000 toneladas de alimentos sólidos y 480 millones de litros de leche.

 

 

Eso quiere decir papa, ocumo, lechuga, tomate, cebolla, repollo, apio, batata, yuca, remolacha, ñame y un largo etcétera que se pudrió, que dejó de llegar a los mercados, que no viajó nunca a las casas de millones de venezolanos. Y con la desnutrición galopante, esto es sencillamente un pecado. Cuántos niños no se hubieran beneficiado de esos millones de litros de leche que se descompusieron.

 

 

El origen de este problema es sencillo y se ha dicho tanto que ya aburre. Pero como los chavistas son expertos en voltear hacia otro lado cuando de problemas de los venezolanos se trata, hay que insistir. La maquinaria agrícola funciona con gasoil y los camiones que arriman las cosechas a los centros de acopio y a las ciudades con gasolina. La escasez de combustible tiene ya más de un año y no se ha solucionado de manera permanente. Al contrario, siguen con los paños calientes de uno que otro barco que viene de Irán.

 

 

 
El sector agroalimentario es uno de los más importantes para la recuperación del país, esperemos que los empresarios no pierdan de vista este asunto si en verdad logran sentarse a negociar con los que han intentado paliar el hambre del pueblo con una caja CLAP. Se trata de un asunto urgente, pues, como aclara Montesinos, tampoco tienen dinero para importar la cantidad de alimentos que necesita el venezolano. Y si a esto sumamos que lo poco que llega se vende a precios dolarizados, pocos serán los que puedan comprarlos.

 

 

La realidad es que las cosechas de los bodegones no alcanzan para todos. La desnutrición no se combate con chocolates ni con papas fritas importadas. Resolver el problema del campo venezolano debe ser prioridad para cualquiera que pretenda seguir a la cabeza de este país.

 

 

Basta ya de hacer de oídos sordos y busquen una solución definitiva a la paralización del sector agrícola.

 

Editorial de El Nacional