La izquierda española traiciona a Venezuela
febrero 18, 2020 7:50 am


 
 No nos confundamos: las oscilaciones, bamboleos y vaivenes del gobierno socialista de Pedro Sánchez y sus aliados, en lo que tiene que ver con Venezuela, son el producto de una afinidad ideológica con Maduro, así como con los regímenes en Cuba y Nicaragua. De modo que no se trata tan solo de ajustes tácticos, generados por intereses pragmáticos y vinculados a los negocios de empresas españolas en nuestros países. Tampoco obedecen de manera limitada al tributo que necesariamente Sánchez debe pagar a Pablo Iglesias y sus radicales de Podemos, a objeto de asegurar su apoyo parlamentario y en consecuencia la perdurabilidad del gobierno socialista. Hay, sí, ingredientes de todo ello, pero mezclados con un componente básico y fundamental de simpatía profunda hacia los presuntos revolucionarios latinoamericanos, herederos del buen salvaje, así como de rechazo visceral pero a veces camuflado hacia Estados Unidos en general y su actual presidente en particular.

 

 

La izquierda española se ha radicalizado y ha hallado en el drama venezolano otro escenario para hacer el juego de la opacidad, del engaño, de las trampas y traiciones que tantas veces ha llevado a cabo la izquierda toda, en sus tomas de posición hacia los procesos políticos que en América Latina reivindican e imitan la experiencia cubana. La perfidia de Sánchez hacia el presidente Juan Guaidó, el episodio de la visita de Delcy Rodríguez a Madrid, las mentiras de diversos funcionarios con relación a lo ocurrido, y las actitudes inicuas de Rodríguez Zapatero para fortalecer a Maduro, escondiéndose tras la farsa del diálogo, son muestras inequívocas de lo que realmente acontece. La alianza entre el PSOE y Podemos va más allá, en lo que tiene que ver con Venezuela, de un simple acomodo político a nuevas circunstancias. Su verdad esencial es de otra naturaleza; es un compromiso fundado en el apego ideológico y la voluntad de favorecer, a la vez, la revolución y los negocios.

 

 

De allí que la oposición democrática venezolana debe mantener una postura clara e inequívoca ante el actual gobierno español y sus falsificaciones. En primer lugar, es necesario marcar distancia con respecto a Sánchez y sus aliados, y denunciarles con contundencia cada vez que pretendan camuflar sus traiciones. En segundo lugar, la oposición venezolana debe alertar y alentar a Washington para que focalice nuevas y más severas sanciones económicas, contra las empresas españolas que se aprovechan de las tragedias de Venezuela y Cuba. Nada duele más a los socialistas que pagar costos por lo que intentan hacer bajo cuerdas, que se revelen de manera abierta sus arteras maniobras, y que cese de fluir el dinero corrupto de los regímenes que oprimen a venezolanos y cubanos por igual. En tercer término, como ya hemos dicho en este espacio, es imperativo negar de manera absoluta el más mínimo ápice de legitimidad y credibilidad a la figura nefasta de Rodríguez Zapatero, quien ha vuelto a sus andanzas en Caracas, asociado con el colaboracionismo de unos pocos.

 

 

Solo la claridad política, la coherencia estratégica, y la unidad y honestidad personal de la dirigencia opositora, contra viento y marea, harán posible una eventual transición democrática en Venezuela. Tenemos aliados sinceros. No requerimos de la actual izquierda española para liberarnos de la dictadura. En otro tiempo habrían sido bienvenidos. Hoy, sin embargo, están del otro lado, aunque pretendan disfrazarse. Sus máscaras no con capaces de ocultar la hipocresía en sus rostros.

 

Editorial de El Nacional