La huelga de los camioneros brasileños entró el miércoles en su octavo día, con un centenar de bloqueos en las carreteras del cinturón de granos del país.
No obstante, el acceso al mayor puerto de Brasil quedó despejado después de que la policía se enfrentó a los manifestantes que habían detenido brevemente el tráfico en el lugar.
El aumento sostenido de los bloqueos está generando una creciente escasez de combustible y de suministros, al tiempo que afectó a la cosecha récord de soja en al menos 10 de los 26 estados de Brasil.
En la tarde del miércoles estaba previsto que se reunieran en Brasilia funcionarios y camioneros para intentar poner fin a las protestas, pero un portavoz presidencial rechazó en la noche del martes la demanda principal de los manifestantes que es la baja en el precio del diésel.
La amplia protesta tiene lugar justo cuando la popularidad de la presidenta Dilma Rousseff alcanza su mínimo histórico por el gigantesco escándalo de corrupción en la compañía petrolera estatal Petrobras y los problemas económicos.
La huelga de los camioneros está ralentizando la entrega de bienes y materias primas a lo largo del país, al tiempo que obligó a algunos productores a parar sus máquinas cosechadoras por falta de diésel.
«Los compradores (de soja) están muy preocupados, sobre todo los chinos», dijo un operador local que trabaja en una gran multinacional de materias primas.
Los futuros de la soja cotizaban ligeramente a la baja el miércoles, a 10,14 dólares el bushel, pero los operadores especulaban con la posibilidad de que los compradores internacionales se vean obligados a acudir al mercado estadounidense si se alarga la huelga en Brasil. Reuters