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Habló el Papa negro

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Habló el Papa negro



  Como se sabe, el prepósito general de la Compañía de Jesús es venezolano. Nos llenamos de alegría cuando Arturo Sosa Abascal fue designado como sucesor de san Ignacio a la cabeza de una de las órdenes más importantes de la cristiandad. No solo llegaba a la cumbre del poder, a escala universal, un hijo de Venezuela, sino también un profesional acreditado por sus investigaciones en Ciencias Políticas y por su experiencia docente. Estaba cerca del Papa, que también es jesuita, y cabalmente enterado de nuestras tragedias, motivos de sobra para esperar el auxilio de sus opiniones y la influencia de sus anteriores trabajos en el remedio de nuestros entuertos.

 

 


Al principio hizo mutis por el foro, fue más lo que calló que lo que dijo en público sobre nuestras peripecias, quizá porque no está de Papa negro para ocuparse de asuntos nacionales. Su misión es de mayor trascendencia y no ejerce un cargo político que lo obligue a nadar en la corriente de nuestros asuntos domésticos. Los jesuitas han participado en política desde el tiempo de su fundación, pero una historia de persecuciones y  retaliaciones, un enfrentamiento con los poderosos que en ocasiones no los dejó bien parados, sino todo lo contrario, los ha obligado a prevenirse antes de tirarse al río. De allí el mutismo del principio, suponemos, pero también la importancia de las declaraciones que acaba de ofrecer sobre la situación que agobia a Venezuela.

 

 

Nuestro caraqueño Papa negro ha afirmado, en una conferencia de prensa ofrecida en Viena, que la situación del país, debido a la precariedad de la vida y a las condiciones cada vez más estrechas que ahogan a sus habitantes, requiere de un desenlace urgente. La sociedad ha llegado a extremos de dolor y penuria, de miseria y desasistencia que debe buscarse la formación de un “gobierno de unidad nacional” que encuentre soluciones perentorias, ha afirmado. Habló como vocero de su congregación, que ha prestado grandes servicios en la lucha contra la dictadura, pero también  haciendo suyas las expresiones y las luchas de la Conferencia Episcopal Venezolana. De allí que estemos ante un protagonismo de especial trascendencia, ante una denuncia llevada a cabo desde tribuna alta que no debe pasar inadvertida.

 

 

Se tardó  en hablar el Papa negro nacido y formado en Venezuela, pero por fin dijo lo que debía decir. El hecho de que haya tomado la determinación de comprometerse con la causa que combate a la usurpación lo trae de nuevo al seno de sus compañeros de orden y de sus superiores del pasado, a quienes tanto debe la cruzada por la restauración de nuestras libertades gracias a un trabajo excepcional en la historia de Venezuela. Bienvenido a casa, padre Sosa.

 

 

Editorial de El Nacional

 

 
 
 

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