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El hijo de Maduro gana ¡Protagonismo!

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El hijo de Maduro gana ¡Protagonismo!

«Me toca por ser mi papá el presidente.» La revolución bolivariana descubrió una nueva y sorprendente promesa: Nicolás Maduro Guerra, el hijo del presidente venezolano. Un joven de 23 años que saltó, como si fuera un malabarista político, desde el absoluto desconocimiento público hasta la elite de la administración.

 

En una sola semana, Nicolás Maduro Jr. hizo declaraciones a los medios, habló en una radio revolucionaria, posó para el fotógrafo de su equipo de prensa y ventiló parte de su ideario político. Una irrupción estelar la de este «soldado de Chávez hasta más allá de esta vida», que parece sacada de los manuales de la mejor consultora política.

 

El flamante jefe del Cuerpo de Inspectores Especiales de la Presidencia tiene muy claro cuál es su objetivo: «[Ser] el mejor gobierno después de Chávez. Para eso hace falta una inspección diaria de cada cosa que hace el gobierno. Para que no haya corrupción. Un trabajo fuerte desde la primera línea de combate. Lo voy a contar todo, todito».

 

Pese a sus buenos deseos, a Maduro Jr. no se le conoce un bagaje ni político ni profesional previo, al margen del curso de inspectores de la presidencia, «creado por el comandante supremo» Hugo Chávez.

 

Tras visitar los estados que elige su padre («sin aviso previo, para evitar fuga de información»), el veinteañero redacta un informe «con el planteamiento de posibles soluciones, que llega directamente a las manos del presidente, que toma las decisiones estratégicas».

 

«De verdad que esta labor es hermosa, ya solucionamos algunas cosas», confesó luego de recorrer cinco estados. Una gira en la que mezcló alabanzas para los gobernantes chavistas y críticas iracundas contra los opositores («corrupto y traidor», en referencia a Henri Falcón, gobernador de Lara y ex chavista).

 

De currículum absolutamente desconocido (sí se sabe que ya le dio dos nietas a su padre, Paula Nicol y Victoria Samira), Maduro Jr. buscó la complicidad con la juventud socialista desde su primera aparición.

 

«Consideramos su irrupción en un cargo de altísima responsabilidad, teniendo como única credencial y experiencia su apellido. Un ejemplo del típico abuso de poder e irresponsabilidad en el manejo de la gestión pública», denunció el diputado opositor Abelardo Díaz a LA NACION. Este político tachirense afirma que Venezuela está ante «un ejemplo más de nepotismo de la pareja Maduro-Flores, que conciben el poder como una tarta de cumpleaños que se reparte entre familiares».

 

El nuevo superjefe de inspectores es el único hijo del presidente (fruto de una relación previa a la que hoy lo une con Cilia Flores, ex procuradora general de la república y actual «primera combatiente de la revolución»), pero no es, ni mucho menos, el único beneficiado del amoroso nepotismo bolivariano. Carlos Malpica Flores, sobrino de Cilia, fue designado previamente comisionado presidencial para asuntos financieros y económicos, cargo relevante que sólo debe rendir cuentas al presidente.

 

Otro hijastro de Maduro, Walter Gavidia Flores, fue «enchufado» en el Poder Judicial como juez titular con apenas 27 años, según denunció la oposición en su momento.

 

A su paso por la Asamblea y la Procuraduría del Estado, Flores protegió y dio trabajo bien remunerado a parte de su familia, según las distintas denuncias de la oposición y de un sindicato. A saber: sus hermanos Hermes, Vladimir, Giusón y Franquie; los sobrinos Erika Albornoz e Irving Molina; sus primos Marvella Gavidia y Juan Flores; su nuera Magali Gutiérrez y su ex esposo Walter Gavidia.

 

«Se estima que la hoy pareja presidencial otorgó en el Parlamento 42 cargos entre familiares consanguíneos y afines. Estos datos dejan a las claras la comisión del delito de tráfico de influencias de esta pareja», acusa el diputado Díaz.

 

Amor familiar y revolucionario cuya penúltima demostración se ha producido durante el viaje de Maduro a China. Nelson Bocaranda, periodista venezolano que desveló los entresijos del cáncer de Chávez, afirmó ayer que «Maduro y Cilia invitaron a sus hijos, nietos, sobrinos, la yerna [así aparece en el listado de pasajeros de la operadora aérea y no como nuera] y dos damas amigas de Cilia».

 

El sello de la revolución por todos lados, incluso en los discursos del flamante jefe de inspectores: «Sin la unidad no tendríamos patria, la anarquía nos devorará, como decía Bolívar. Sentimos cada día al comandante supremo guiando nuestros pasos. ¡Chávez vive, la patria sigue!».

 

Fuente: La Nación

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