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El general Padrino y la bota imperial

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El general Padrino y la bota imperial


 Una vez más el general Vladimir Padrino López, ministro de Defensa del régimen, nos asombra con sus pronunciamientos. ¿De qué se trata ahora? Pues de otra declaración en la que abundan la distorsión de la verdad y una pasmosa incapacidad para la autocrítica. Pensamos, en particular, que una dosis de autocrítica le sería útil, de modo observar la realidad con mejor perspectiva y así entender la angustia que agobia a sus conciudadanos.

 

 

El general Padrino sostiene que las fuerzas armadas colombianas son objeto de permanente “humillación”, ya que en el país vecino ha comenzado a desplegarse una brigada especial del ejército estadounidense, destinada a fortalecer la lucha contra el tráfico ilícito de drogas. Al respecto, creemos que es justo solicitarle al general Padrino que informe el número, condición y misiones de los destacamentos militares cubanos que actúan en Venezuela. Sobre el asunto el régimen guarda total hermetismo, pues tales contingentes y servicios especiales de seguridad tienen el propósito de sostenerle en el poder a toda costa.

 

 

¿Qué lleva al ministro a condenar a Colombia, perdiendo a la vez de vista que Venezuela es víctima de una operación depredadora, de carácter neocolonial, de parte de la Cuba castrista, país al que el régimen entrega nuestras riquezas a cambio de protección? ¿O es que Padrino López prefiere la subordinación de Venezuela a una tiranía, que lleva décadas oprimiendo a su pueblo y lo reduce a la miseria, en lugar de la cooperación de Colombia con un país democrático como Estados Unidos, cuyos gobernantes están sujetos a leyes, a la separación de los poderes del Estado y a elecciones recurrentes?

 

 

¿Qué ocurre con nuestros actuales militares, que parecieran haber olvidado por completo las raíces de su gentilicio y los fundamentos de su misión? Hubo un tiempo durante el cual nuestro Ejército respondió al lema de “forjador de libertades”. ¿Qué queda de ello? ¿De la defensa de cuáles libertades pueden ufanarse hoy las fuerzas armadas venezolanas, dedicadas como están a reprimir a sus conciudadanos empobrecidos y humillados por un régimen que se subordina a los dictados de Cuba?

 

 

En sus declaraciones, el general Padrino citó a Hugo Chávez, quien alguna vez afirmó que “Colombia es, lamentablemente, la cabecera de playa de la estrategia de contención yanqui en la América del Sur y, por supuesto, su base de operaciones […] Estas nuevas bases militares constituyen un peligro real contra la soberanía y estabilidad de la región”. ¿Es de veras incapaz el ministro de entender que la participación estadounidense, entre otras, es necesaria para detener la nueva aventura del castrismo en el continente, una aventura cuyo propósito no es otro que seguir sembrando opresión, como la lograda con tanto éxito en Cuba y Venezuela? ¿No se le ocurre al general Padrino que nuestros vecinos, y casi todos los países de América Latina, contemplan con horror el drama venezolano, la tragedia de millones de desplazados, la demolición de nuestras fuentes productivas y la expoliación de nuestras riquezas?

 

 

Lo que es indispensable contener y revertir, insistimos, no es precisamente la “bota imperial” estadounidense, ese espantapájaros con el que la izquierda mundial pretende todavía asustar a la gente, sino la expansión castrista en el hemisferio, una infección que conduce de manera inexorable a la misma asfixiante enfermedad que padecen los pueblos cubano y venezolano.

 

 

Para redondear sus consideraciones, el ministro Padrino asevera que “Colombia es un país ocupado por fuerzas extranjeras, que no ha logrado detener la producción de drogas”. No hace falta sino una pizca de cinismo para comentarle: “y Venezuela es un país ocupado por fuerzas extranjeras que sirve de puente a un masivo tráfico de drogas, un país cuyos principales jefes políticos, del lado del régimen, han sido indiciados por tribunales internacionales como narcotraficantes”.

 

 

Todavía recordamos las imágenes del general Padrino en una de sus visitas a Cuba, rendido ante Fidel Castro, escuchándole como lo hace un alumno desprovisto de sentido crítico ante un maestro al que no es capaz de cuestionar, sino solo de obedecer ciegamente. Refrescamos entonces la memoria al general Padrino: Fidel Castro fue un cruel dictador que ejerció un poder sin límites sobre el pueblo cubano, instaurando un régimen que todavía hoy se sostiene mediante la represión y el miedo.

 

 

¿Forjador de libertades? De esto último no queda nada, nada en absoluto; el lema que en otro tiempo llenó de orgullo a nuestros militares es hoy una desfiguración de la verdad, una inicua impostura, una farsa sangrienta. Por lamentable que ello sea, la realidad evidencia que los militares venezolanos del presente, con las honrosas excepciones de oficiales y soldados presos o exiliados y de los que preservan la dignidad en la institución, son un instrumento de sometimiento del pueblo.

 

 


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Editorial de El Nacional

 


 
 
 
 

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