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El general no tiene jefe

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El general no tiene jefe

 

Mientras el año 2016 terminó mal para José Valdés, un hombre sencillo dedicado a vender hortalizas en el mercado de Coche, para el grupito de dueños del poder, ya sean civiles o militares, el año 2017 sí comenzó bien, quizás demasiado bien, pues todas las trampas y zancadillas que se armaron desde Miraflores, con ayuda de extranjeros bien remunerados, habían funcionado con la precisión de un reloj suizo, o mejor dicho de un banco suizo, o de la diminuta Andorra.

 

 

 

Pero para el trabajador José Valdés, el año había terminado con una puñalada durante una riña sin sentido y sin castigo porque matar en este país está permitido siempre y cuando la víctima no sea alguien de importancia para la alta burocracia que todo lo tiene y todo lo consigue. Si quien es víctima de una agresión mortal es miembro del PSUV, pues termina condecorado y, de ser posible, candidateado al Panteón.

 

 

 

Pero José Valdés no era un burócrata enriquecido, no era rojo rojito, no tenía amigos en Pdvsa ni en el Banco Central, no le daban dólares preferenciales a diez bolívares, no era general ni coronel, apenas sí era mayor de edad y de casualidad.  José nada tenía porque lo único que había acumulado eran deudas. Tenía 26 años y mientras hacía su trabajo, un trivial episodio le costó la vida. Tropezó el termo de café de un vendedor.

 

 

 

Ese es el tipo de “justicia expedita” que usan los pobres cuando la camarilla de ricachones civiles y militares les cierran las puertas de la justicia a los ciudadanos pobres. Y es que en este gobierno, apadrinado vergonzosamente desde el exterior, las instituciones en manos del oficialismo, los altos tribunales, los estados mayores, las gobernaciones rojitas, el defensor del puesto, la Contraloría Familiar de la República, son zombis que salen de sus tumbas para aterrar a la sociedad.

 

 

 

Que hayan matado a cuchilladas a un humilde vendedor como José Valdés por un motivo baladí no es, para Maduro, algo como para ponerse a llorar. Fíjense ustedes, apestosos civiles y ciudadanos de segunda, como el nuevo presidente de la Asamblea Nacional se mete con el presidente de la república, el honorable y gran bailador de salsa, señor Maduro, obligando a la inmarcesible Fuerza Armada Nacional Bolivariana a publicar un comunicado en el cual critica enérgicamente al diputado Julio Borges, porque entienden que con ello “se pretende generar incertidumbre para arrebatar la legitimidad a Maduro como presidente del país y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas”.

 

 

 

Le recordamos al general Padrino que el diputado Julio Borges fue electo por el pueblo, con votos de civiles y militares, y que por tanto su legitimidad no depende de pertenecer a una promoción en especial o tener amigos en rangos superiores.

 

 

 

Depende de algo que no terminan de entender ciertas cúpulas militares: hasta Chávez tuvo que ser electo presidente por los votos y, que se sepa, ningún ministro de la Defensa ganó una elección democrática para ese cargo tan importante. No reside en ellos ni en sus cargos la decisión ciudadana de los votos. Son funcionarios. Transitorios. Hay que recordar ese pequeñísimo detalle.

 

 

Editorial de El Nacional

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