Las mujeres afganas han sido marginadas de la vida pública desde la llegada del régimen talibán, en 2021Ebrahim Noroozi – AP
Un joven de 13 años sobrevivió a un vuelo de Afganistán a India oculto en el compartimento de las ruedas de un avión, una verdadera hazaña para los expertos. India lo devolvió en el mismo día. Su afán por huir del territorio afgano poniendo incluso su vida en riesgo habla de la gravísima situación que atraviesa su país, en el que las vías legales para salir son tan acotadas como costosas.
Ya nos hemos referido desde este espacio a la crisis humanitaria que vive este emirato islámico teocrático, con tasas de pobreza por encima del 65% y falta de alimentos y servicios básicos.
A todo esto, en estos días el líder supremo Hibatullah Akhundzada dio la orden de bloquear las conexiones a internet en varias provincias para “prevenir la inmoralidad”. La prohibición para que niñas y jóvenes afganas accedan a la educación, un derecho básico cercenado, suma ahora este nuevo ingrediente. Internet era para muchas de ellas la única forma que les quedaba para intentar sostener su formación.
La reforma de la educación superior impulsada por Akhundzada presenta también otras aristas, todas ellas para forzar un alineamiento del sistema con la ideología impuesta desde el poder. Por un lado, prohibió en las universidades del país, reductos exclusivos de los hombres, todos los libros escritos por mujeres por ir en contra de los principios de la sharía, la ley islámica. La carta del viceministro de Educación Superior talibán a las universidades recoge unas 600 obras prohibidas, listadas a lo largo de 50 páginas.
Los anuncios incluyeron también la eliminación de unos 18 cursos y la revisión de otros 200 sobre variados temas que van desde los derechos humanos y el régimen democrático hasta estudios sobre la mujer. Aquellos profesores universitarios considerados contrarios a los valores del Estado islámico fueron despedidos y toda disidencia reprimida en los campus de las universidades. No solo eso. También se rediseñaron nuevos planes de estudio para incrementar las horas de educación religiosa obligatoria para los estudiantes.
Desde Right to Learn Afghanistan, un grupo con sede en Canadá que apoya los derechos de las afganas, destacaron que se busca inculcar la falsa concepción de que las mujeres no escriben libros o que no vale la pena consultar sus ideas. El Índice de Género de Afganistán de ONU Mujeres 2024 confirmó que casi el 80 por ciento de las jóvenes afganas viven al margen de la educación, el empleo o cualquier formación, un dramático retraso en materia de igualdad de género y empoderamiento femenino. Con libertades limitadas incluso para moverse en espacios públicos, códigos de vestimenta impuestos y sin poder practicar deportes, su autonomía es cada vez más cercenada.
Está claro que las medidas son muy resistidas por una población sojuzgada por este tipo de decisiones desde el regreso al poder del régimen teocrático en 2021. Sus efectos no se limitan a la población femenina, sino que impactan en la sociedad toda, como no puede ser de otra forma. Ponen también en evidencia las debilidades de un régimen que solo por la fuerza puede controlar a la población. El mundo debe seguir alzando la voz contra estos atávicos abusos
Las mujeres afganas han sido marginadas de la vida pública desde la llegada del régimen talibán, en 2021Ebrahim Noroozi – AP