Editorial de La Nación:La Argentina no quiere volver al pasado

Editorial de La Nación:La Argentina no quiere volver al pasado

El presidente Milei obtuvo un fuerte respaldo en las urnas, que deberá ser complementado con la necesaria búsqueda de consensos parlamentarios

La ciudadanía le otorgó un importante apoyo al presidente Javier Milei en las elecciones nacionales legislativas de medio término, confirmando el mandato que le dio en las urnas dos años atrás para que pusiera en orden la economía destruida por décadas de populismo y para que terminara con la corrupción pública y los privilegios de la casta política.

La coalición oficialista, encabezada por La Libertad Avanza y apoyada por Pro en buena parte del país, se alzó con la victoria en 15 de los 24 distritos, que incluyó triunfos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, además de un inesperado éxito en la provincia de Buenos Aires, donde el kirchnerismo se había impuesto en septiembre en los comicios locales. El resultado electoral le permitirá al oficialismo agrandar sus bloques de diputados y senadores nacionales, aunque seguirá necesitando de acuerdos parlamentarios para llevar adelante la mayoría de sus iniciativas legislativas, que incluyen trascendentes reformas estructurales, como la tributaria y la laboral.

Estas elecciones han sido también relevantes por la implementación, por primera vez en el orden nacional, de la Boleta Única Papel (BUP), que garantizó la posibilidad de que todo ciudadano votara a quien quisiera y que todas las fuerzas políticas participantes no corriesen riesgos de que su oferta electoral pudiera estar ausente en la mesa de votación o a merced de turbios manejos de punteros. Se trata de dos derechos electorales básicos que no siempre habían estado garantizados, frente a las trampas que, en el pasado, con cierta frecuencia emplearon los cultores del clientelismo populista en ciertos distritos.

La utilización de la BUP ha constituido una importante mejora al funcionamiento, la transparencia y la equidad de nuestro sistema electoral, como se ha hecho notar desde distintas organizaciones de la sociedad civil, como la Red de Acción Política (RAP), además de resultar más económica y sustentable, al permitir el ahorro en papel y otros insumos.

Debe subrayarse, en igual sentido, que los comicios se desarrollaron con absoluta normalidad y sin que se registraran incidentes ni maniobras tendientes a desvirtuar el sufragio ciudadano, algo en lo que seguramente ha influido el nuevo mecanismo de votación. La participación electoral, una vez más, distó de ser la ideal: concurrió a votar algo menos del 68% de los electores empadronados. Se trata del registro más bajo en una elección general nacional desde 1983, aunque superó el promedio de la asistencia a los distintos comicios provinciales celebrados este año.

Si bien la caída en la concurrencia a las urnas producida en los últimos años podría explicarse por el aumento de ciudadanos en condiciones de votar que no están obligados a hacerlo, tras la incorporación de los jóvenes de 16 a 18 años de edad, es probable que otros motivos incidan en ese fenómeno. Entre otros, el fastidio o desencanto de buena parte de la población con la clase política. Se trata de una cuestión a la cual la dirigencia en general, y el gobierno nacional en particular, deberá prestar especial atención.

Lo peor que podría hacer el presidente Milei ahora sería enamorarse de su victoria electoral. Es necesaria una adecuada lectura del resultado de las urnas y entender que, esta vez, el miedo a volver al pasado fue más movilizador que la bronca frente a un presente que dista de ser el que muchos ciudadanos esperaban tras la elección del actual jefe del Estado en 2023. En efecto, la ciudadanía decidió extenderle un voto de confianza al partido gobernante, pero no un cheque en blanco. Espera que se ratifique el rumbo, pero con las necesarias correcciones.

Una de las primeras misiones de Milei será poner fin al internismo que, combinado con cierto amateurismo, se ha advertido en su propio gobierno en las últimas semanas, a partir de los esperados cambios en el gabinete ministerial. Una segunda señal que se aguarda es que, a la hora de cubrir las vacantes que se abrirán en el elenco de ministros, el Presidente procure ampliar su base de sustentación política, convocando a los mejores.

El éxito electoral no eximirá a Milei para nada de la necesidad de procurar acuerdos legislativos, que incluirán a los gobernadores provinciales que muestren compromiso con las indispensables reformas de segunda generación, empezando por aquellos que el año último suscribieron el Pacto de Mayo.

La verdadera batalla política no ha terminado anteanoche con el recuento provisional de los votos, sino que comienza ahora. De la capacidad de Milei y sus funcionarios para negociar con los aliados naturales del oficialismo y con sectores dialoguistas de la oposición, y de la predisposición presidencial para compartir parte del poder, dependerán el éxito o el fracaso de la segunda mitad de la actual gestión gubernamental.

El primer mensaje del Presidente, tras la confirmación de su triunfo electoral, ha sido más que auspicioso. Su amplia convocatoria a construir acuerdos parlamentarios es lo que todos esperaban y no por nada fue celebrada ayer por los mercados, donde se produjo una rotunda caída del riesgo país. Sin duda, la Argentina está ante una gran oportunidad y es de esperar que el Presidente sepa aprovecharla.

 

Editorial de La Nación

Comparte esta noticia: