Asfixia eléctrica es por baja oferta de Corpoelec
Tienes razón pero igual vas preso». La popular frase se la aplicaron al presidente de la Comisión Eléctrica del Colegio de Ingenieros de Lara, Luis Vásquez Corro, detenido por el Sebin el 18 de abril en Barquisimeto porque declaró a El Impulso que «si en los próximos días no llueve en las cabeceras de la represa de Guri se tendrían que apagar las turbinas». Vásquez dijo que Guri está grave con la cota en 254,05 metros. Lo acusaron de crear zozobra.
El mismo día, el ministro de Energía Eléctrica Jesse Chacón anunció que la cota de Guri es de 254,9 metros. Nadie lo metió al calabozo. El titular aseguró que «no hay ninguna posibilidad de afectación que implique un apagón por crisis».
Una semana más tarde, y luego de apagones en varios estados del país, el Gobierno anunció una dieta eléctrica.
Mientras tanto, la web o de Corpoelec ubica la cota en 251,9 metros el 28 de abril. Palo abajo. En 2010 cuando llegó a 248, se ordenó racionamiento nacional.
El mínimo es 240 metros.
Miguel Lara, ex-director de la Oficina de Planificación del Sistemas Interconectados (OPSIS) sostiene que el año más seco documentado fue 2001 «y no se racionó nada porque estaba planificado». Recuerda además que en 2003 «cota del Guri llegó a 245 en mayo y tampoco hubo racionamiento».
EL CALOR COMO EXCUSA
En el Gobierno culpan al calor por el aumento del consumo eléctico «de 16 mil MW a 18 mil MW, 2 mil MW más» en una semana, según Jorge Arreaza. Pero Valdemar Andrade, ingeniero hidrometeorológico de la UCV, asegura que El Niño es débil en 2015. Dice que el calor registrado no es extremo y que el comportamiento de las lluvias «ha sido promedio». Además, las previsiones hechas desde el Departamento de Hidrometeorología de la UCV daban tiempo para planificar.
El problema es otro: la falta de músculo del sistema de generación interconectado donde las termoeléctricas deberían compensar. En laCronología de la Gestión 2013 del Ministro para la Energía Eléctrica, Jesse Chacón se aseguraba que Corpoelec tenía una capacidad máxima instalada de 30 mil MW y una capacidad disponible de generación de 22 mil MW.
Según Miguel Lara, «la oferta no es suficiente porque muchas máquinas del parque instalado no están trabajando»
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Sostiene que Venezuela tienen una capacidad instalada de 16 mil 500 MW de generación termoeléctrica pero «ni siquiera se usan 6.500».
Se pregunta Lara «si usted se gastó tanto real en incrementar oferta en 10 mil MW por qué no puede asumir una demanda de apenas mil más?».
Según Víctor Poleo, exviceministro de Electricidad, «cerca del 40% de la capacidad instalada no está disponible, por mantenimiento, falta de repuestos o, más grave aún, escasez de combustible, pues las refinerías tienen serios problemas para producir diesel, fuel oil y gas», especifica.
Además, recuerda que la hidroeléctrica de Tocoma en el río Caroní debió estar lista en octubre de 2012 produciendo 2.200 MW de capacidad en diez turbinas. Pero solamente una comenzará a funcionar en el primer trimestre de 2016, según se anunció.
NO ASUMEN SU ROLLO
El gobierno pidió reducir el consumo doméstico de energía eléctrica. Según Jese Chacón, 60% de la demanda es de hogares y Maduro se atrevió a lanzar que «todo el mundo» usa aire acondicionado en su casa.
Según Miguel Lara esas cuentas no cuadran. «En 1998 el consumo industrial del aparato productivo más la industria petrolera y las de Guayana sumaban el 60% del consumo nacional, y el residencial alcanzaba 24%».
Lara sostiene que Venezuela no es un país que consuma energía en exceso.
Añade que «las industrias básicas en 2009 consumieron 3.300 MW y hoy a duras penas usan 2 mil. Además, el aparato productivo opera por debajo de la mitad de lo que había hace 15 años», y la baja de la producción petrolera también ha disminuido el consumo en ese sector.
CALDO PARA EL GUISO
Desde diciembre 2009 Venezuela vive de emergencia eléctrica en emergencia eléctrica. Decretada por Hugo Chávez dos veces y por Nicolás Maduro más adelante, permitieron inversiones extraordinarias para el sector sin pasar por licitaciones o procedimientos rutinarios. Según Lara, los contratos alcanzaron la bicoca de «unos 50 mil millones de dólares, lo que nominalmente costó construir todo el sistema eléctrico nacional en 45 años».
Víctor Poleo, quien asegura que la crisis tuvo intencionalidad para permitir negocios, habla de un «diluvio de dinero eléctrico» al recordar las plantas termoeléctircas compradas con Cuba, los sobreprecios con Derwick (que sí se investigan pero en otros países) y los contratos con Oderbretch (bajo la lupa de la justicia en Brasil), además de las denuncias sobre Nervis Villalobos y Javier Alvarado, funcionarios que habrían cobrado millonarias comisiones en divisas para asignar contratos.
Editorial de Tal Cual